Inclusive antes de ver un solo minuto de su historia, uno puede llegar a concordar con la idea de que una serie de Obi-Wan Kenobi es completamente prescindible. Es decir, las películas bastan y sobran para entender cómo el maestro Jedi interpretado por Ewan McGregor terminó convirtiéndose en el ermitaño y sabio sensei que dio vida Alec Guinness en la película original de 1977.
Al mismo tiempo, los pocos diálogos que existían en la trilogía original sobre la relación entre el viejo Ben y Anakin también servían para establecer que un encuentro entre Darth Vader y su exmaestro no es algo realmente necesario, ya que bastaba con tener conocimiento del alcance y todo lo que estuvo en juego en la trágica batalla en torno al fuego del planeta Mustafar.
Pero que la idea de la serie sea prescindible, o inclusive pueda ser considerada como innecesaria de antemano, realmente no es un argumento suficiente para desestimar lo que realmente termina siendo en pantalla la nueva serie de Star Wars presentada por Disney+.
La misma que logra confrontar su condición de prescindibilidad en cada aspecto que tiene relación con la exploración de un Obi-Wan que aún no es el viejo sabio que conocimos por primera vez.
Situándose 10 años después de los sucesos del Episodio 3 para profundizar en el estado de un Obi-Wan no solo alejado de todo lo que lo definía como jedi, especialmente en relación a los principios de su código, sino que también completamente desconectado de la fuerza e incapaz de avanzar en el entrenamiento que le encomendó el maestro Yoda durante la última ocasión en que ambos estuvieron juntos.
En ese sentido, esta nueva serie, cuyos episodios fueron dirigidos en totalidad por Deborah Chow (The Mandalorian), sale bastante bien parada respecto al trabajo que hace sobre Obi-Wan, presentándolo en un estado mental que lo mantiene en ascuas, como si hubiese quedado paralizado en el tiempo por las culpas propias de su relación con su antiguo aprendiz.
En ese sentido, y recuperando el trabajo de Ewan McGregor, quien sin lugar a dudas fue el mejor elemento de todos los que estuvieron presentes en las precuelas, la nueva serie refuerza la idea de presentar a un jedi perdido, con una sola preocupación en su cabeza - esperar para que Luke Skywalker esté listo para un eventual entrenamiento - y que inclusive ha aceptado el fin de toda su orden, renegando de aquello que alguna vez lo definió. Básicamente, aún no existe una nueva esperanza.
La serie, en los dos primeros episodios que debutó este viernes, sale bien parada a la hora de retratar las vicisitudes de Obi-Wan, estableciendo muy bien cómo ha aceptado su nueva identidad bajo el nombre de Ben, decidiendo no ayudar a nadie, vivir al compás de un loop en donde todos los días son iguales y aceptando trabajos de baja estofa que le permiten subsistir en el agreste entorno de Tatooine.
Y en ese camino, mientras se mantiene sumergido en sus propios demonios internos, de la mano de la pesadilla que lo lleva a rememorar constantemente a los sucesos que marcaron a la venganza del sith, un excelente detalle de la serie radica en la exploración de un Obi-Wan Kenobi reniega de su esencia, que está completamente desconectado de la Fuerza (Tal y como le sucederá en el futuro al propio Luke) y que parece completamente carcomido por la culpa, la impotencia y el miedo. Y como alguna vez dijese un sabio maestro, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento.
Todo lo anterior es sin duda lo mejor de Obi-Wan Kenobi. Lo que también es bueno es la idea central que impulsa al relato, lo que representa el más grande spoilers de la serie. Verán, como el maestro Jedi está paralizado, un importante suceso en otro lugar de la galaxia lo convoca a dejar atrás su languidez y, básicamente, desempolvar su sable de luz que ha enterrado en el desierto y volver a encender su lado luminoso.
Sin entrar en detalles sobre lo que es, aunque probablemente saldrán a colación más de una comparación con la dinámica que comenzó a impulsarse en The Mandalorian con la aparición de Baby Yoda, en el fondo es buena la idea relacionada al porqué el maestro debe salir de su escondite de Tatooine y volver a conectarse con la fuerza. A grandes rasgos es una idea que calza con el canon si no nos ponemos quisquillosos, funciona en la interacción vista en pantalla e inclusive responde a lo que uno podría esperar de la personalidad en cuestión.
En todo caso, el gran pero de la serie radica en el hecho de que esa idea quizás podría haber sido mejor desarrollada, ya que el resultado final se siente efectivo, pero al mismo tiempo simplón. Claro, el hecho de ser excesivamente simple o sencillo no es un problema per se, pero el trabajo visual de la serie inicialmente se siente en ocasiones muy acotado. Mundos que debiesen verse más plagados de vida se sienten poco populados e inclusive con demasiada distancia social, probablemente como resultado de las restricciones COVID que se establecieron durante la creación de esta serie, mientras que una persecución se desenvuelven de forma pobremente televisivas.
Lo anterior es llamativo, ya que en todo el resto la serie luce muy bien, especialmente en los escenarios de un nuevo mundo de neón, pero innegablemente la presentación en pantalla está amarrada al voluntarismo que existe de parte de la audiencia por cada personaje presentado en pantalla, ya sean los Inquisidores que fueron explotados en las series de animación o los propios rostros que salieron en las películas, ya que Obi-Wan y el tío Owen no son los únicos rostros conocidos que terminan apareciendo en estos capítulos iniciales.
Pero aún poniendo sobre la mesa esos peros, no puedo sino destacar que la serie hace a la perfección el rescate de Obi-Wan Kenobi, la examinación de su condición deprimida, la revaloración de todas las líneas que creó George Lucas y la plataforma que se instala en servicio de volver a sacar a relucir a Ewan McGregor. Eso provoca que la serie agarre un vuelo notable una vez que ocurre el cierre del segundo episodio, ya que inevitablemente todos los caminos van a terminar conduciendo a Darth Vader. Así que: ¿Era prescindible esta serie? Totalmente, pero el trabajo final hace las suficientes cosas bien como para que uno no pueda despegar la atención de la pantalla de cara a lo que se vendrán en los próximos cuatro episodios.
Los dos primeros episodios de Obi-Wan Kenobi ya están disponible4s en Disney+.