Review | Prince of Persia: The Lost Crown, un sólido viaje que lleva a la saga a un entorno metroidvania

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Tomando el control de un guerrero de élite, esta propuesta vuelve a las raíces de la franquicia, pero la impulsa hacia adelante sin olvidarse del éxito que tuvo la trilogía de The Sands of Time.


La saga de Prince of Persia ha tenido una notable evolución desde su primera clásica presentación en 1993, incluyendo un elogiado reinicio de acción y aventura en un entorno 3D que en el mediano plazo tendrá un remake.

Pero a la espera de ese lanzamiento, la compañía Ubisoft decidió volver a las raíces de la franquicia para concretar una excelente propuesta de plataformas que nos convoca a saltar, deslizarnos, golpear en el aire, contraatacar y desplazarnos a través de senderos que nos transportan a través de los rincones de una vieja ciudad que esconde más de un secreto y habilidad por desbloquear.

Bajo el nombre de Prince of Persia: The Lost Crown, este excelente videojuego nos lleva a tomar el control de Sargon, un guerrero de élite que se enfrenta a una conspiración gigantesca que pone en el centro de todo al secuestro de un príncipe.

Tal y como sucedía en el juego original de la saga, el terreno de juego está plagado de peligros, tanto en términos de trampas como de enemigos por sortear, aunque el avance tecnológico nos permite tomar control de un personaje que se desplaza con una destreza que obviamente no estaba en aquella primera aventura de 1993.

Sin embargo, el nuevo juego toma a múltiples elementos en el corazón del juego original para traerlos a una nueva era y generar un sistema de combate súper atractivo que nos permite hacer parries para cargar habilidades especiales, incluyendo varias que nos permiten avanzar en nuestro desplazamiento por las plataformas. Al mismo tiempo, otros aspectos también se nutren de lo que comenzó a significar la franquicia a partir de la reinvención de Prince of Persia: The Sands of Time, por lo que hay varias habilidades para jugar con mecánicas del tiempo y el espacio.

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Más allá de esos aspectos de pelea y desplazamiento, una de las claves del videojuego es que incorpora elementos de Metroidvania para crear un mundo interconectado que nos impulsa a descubrir secretos, ya sea con habilidades o armas, para volver una y otra vez a segmentos del mapa y empujarnos a desbloquear caminos que, sin los pasos correctos, son imposibles de sortear.

Ese viaje, que los desarrolladores del juego concretan impulsando a la exploración y la resolución de puzzles, también agrega varios elementos adicionales para que no nos perdamos en el avance, pues los jugadores podemos realizar screenshots que funcionan como recuerdos que nos permiten no olvidar a aquellas cosas que no podemos resolver de inmediato.

Lo mejor de todo es que ese avance está muy bien resuelto por parte del videojuego, por lo que abrir un nuevo segmento del mapa, desbloquear los secretos y, finalmente, enfrentar al jefe de cada sección, se transforman en una aventura que no se vuelve repetitiva.

A grandes rasgos, en Prince of Persia: The Lost Crown lograron crear una escalada de aventura que se convierte en algo sumamente atractivo de resolver y, más aún, lo suficientemente desafiante como para no convertirse en un mero paso a paso en donde el checklist de tareas se vuelve redundante. Por el contrario, el juego en sí está tan bien armado que nos impulsa a desgranar cada uno de los misterios que se nos ponen por delante en nuestro avance. Y cuando un puzzle es demasiado complicado, su resolución termina pagando de vuelta con una nueva habilidad o arma que hacen que todo valga la pena.

En todo ese recorrido, y siguiendo la tradición de Prince of Persia, la historia también se vuelve importante de forma complementaria, pues nos topamos con traiciones, conspiraciones y una rica mitología que le da sustento a todo lo que está en juego. Parte importante es la propia personalidad de la ciudad en el Monte Oaf, ya que el tiempo no avance de forma normal en el lugar y se entrecruzan líneas temporales que fomentan el misterio y los giros de narrativa.

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En todo ese avance, una de las cosas a tener en cuenta son los checkpoints. A grandes rasgos, en el camino nos encontramos con árboles que nos permite recuperar energía y otros aspectos del juego, pero en general cuando avanzamos demasiado y caímos en el intento, es más de una ocasión hay que recorrer bastante trecho para volver al lugar de la caída. Ese aspecto obviamente fomenta el tedio de tener que volver a pasar “por lo mismo”, pero en general es algo que logra sortearse sin mayores problemas hasta que nos topamos con un tipo de enemigo que es capaz de atraparnos y enviarnos a un calabozo del que tenemos que escapar.

Pero en general, Prince of Persia: The Lost Crown tiene las suficientes cosas a su favor como para justificar la decisión de llevar a la franquicia a un entorno laberíntico de metroidvania y, a la vez, solventarse como una alternativa que se valga por si misma una vez que decidan volver a llevar a la saga a un entorno 3D. Con lo que es, tiene mucho de espectáculo, especialmente en las batallas y en la resolución de puzzles que implican no fallar en las plataformas, y también de una sólida acción.

A veces la narrativa de la historia no se desenvuelve de la forma más atractiva, ya que los diálogos se desentraman de forma estática más de lo debido, pero todo el resto está tan bueno que el regreso de Prince of Persia, tras casi 15 años de ausencia, se siente vibrante y justificado. Y eso es probablemente justo lo que esto requería.

Prince of Persia The Lost Crown está disponible en Windows, Playstation 5, Playstation 4, Xbox One, Xbox Series X|S y Nintendo Switch.

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