Review | ¿Qué es el final de WandaVision sino la fórmula de Marvel Studios perseverando?

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A pesar de que la serie terminó tocando teclas conocidas, de todas formas es más valorable que haya tanteado otras. Especialmente con los personajes a los que finalmente le dio foco.


Cuando comenzó WandaVision, su propuesta se instaló como algo que no lucía ni avanzaba como lo que Marvel Studios había producido en el pasado. Inclusive siendo la primera serie realizada por la compañía liderada por Kevin Feige, lo que puso en pantalla salía de la norma esperada.

Aquello la hizo destacar desde el comienzo, pues no era menor el hecho de que igual se trataba del nuevo producto episódico del universo cinematográfico que logró el mayor éxito de la historia. El mismo en donde cada reluciente nueva creación es solo una pieza más de los sucesivos capítulos sin fin que realizarán hasta el inevitable reinicio futuro.

Pero aún con lo anterior sobre la mesa, WandaVision era distinta y, más importante aún, inicialmente imprevisible para todo el que estaba acostumbrado a la narrativa impuesta por la cohesión de Marvel Studios.

Esa cualidad probablemente explicó parte de algunas reacciones negativas de espectadores ante esos primeros capítulos. Con su punto de partida, e inclusive en parte de los siguientes, esta serie representaba una falla en la matrix de este universo de superhéroes.

Sin duda ese elemento era lo más valioso de su empuje inicial. Mal que mal, y esto ya lo abordé al escribir sobre los primeros episodios, la propia idea de generar un universo cohesionado que entrega experiencias seriadas implica que algo de uniformidad deba existir y eso es lo que la audiencia general más esperará de su MCU. Hoy, mañana y siempre. Por eso la falla en la matrix inevitablemente se iba a corregir para presentarnos al mismo gato. El déjà vu, Neo.

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Desde aquél inicio, era previsible lo que podría suceder a continuación. La realidad burbuja de la sitcom se resquebrajaría en algún punto, un antagonista se revelaría manejando los hilos o interviniendo en contra de nuestros protagonistas y el factor MCU se posaría sobre todo. Además habrían guiños al resto del universo, migajas serían instaladas para la próxima serie o película y, si teníamos mala suerte, un agujero en el cielo se posaría otra vez para causar estragos engatusando nuestra atención.

Mucho de aquello inevitablemente sucedió en la recta final de la historia de WandaVision. Y el último episodio inevitablemente entró en en el terreno de la fórmula de Marvel Studios, pues aquello iba a perseverar.

No obstante, quizás lo más destacado de todo es que esta primera serie logró ser coherente con lo que más importaba: sacar partido a un personaje como el interpretado por Elizabeth Olsen, y por extensión el de Paul Bettany, quienes solo habían sido una mera comparsa en todas las películas anteriores.

En esa línea, el relato nunca perdió de vista el darle un sentido al apesumbrado camino recorrido por Wanda Maximoff. Aún cuando trastrabillaron en ese avance, de todas formas siguieron con la mirada puesta en ese objetivo.

Con todo el melodrama en su cabeza y corazón siendo expuesto en pantalla, WandaVision concluyó de forma coherente con lo que quería contar. Y en muchas ocasiones, en más de las que me gustaría tener en cuenta, a Marvel Studios le ha faltado tener eso en su narrativa. Ya sea por la necesidad de sembrar semillas a futuro o por mera decisión de no salir de los márgenes establecidos, el usar siempre la misma camiseta ha sido lo que ha prevalecido.

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La fórmula se impuso, nos entregasen las esperables escenas post-créditos y WandaVision no mantuviese el riesgo experimental hasta el final. También cayó en más de una dinámica no necesaria - como ocurrió especialmente en su episodio de recap - y concluyó con una batalla con efectos digitales. La fórmula siempre va a perseverar.

Pero eso no fue lo único que pasó. Sería ciego solo quedarse con eso. En su propuesta imperó más poner todo lo visto en pantalla al servicio de explorar a un personaje que no era más que una figura de acción hasta ahora. De darle un foco, de remecer su rol de héroe - a partir de cómo su dolor la impulsó a pasar a llevar a otros - y de poner sobre el tapete que, aunque creó una familia de la nada, todo aquello era real al ser una parte no menor de si misma. Con todas sus sombras, pero también con sus luces.

Eso es lo que prefiero destacar. Todos deberíamos haber estado excepcionalmente preparados para que ocurriese lo predecible desde que comenzó la serie, pero al mismo tiempo no puedo sino valorar que su recorrido fuese coherente y la exploración de Wanda entregase no solo mera evasión de brujas batallando contra brujas a un nivel de producción de primera calidad.

No solo eso. Algo no menor es que su propuesta fuese episódica televisiva por más tiempo de lo esperado, a pesar de que inevitablemente hubiese llegado al terreno de ser una “película de seis horas” que tantos quieren ver por estos días.

Y por último: que también hubiesen visos de evocación, especialmente en lo que representaba el pueblo sitcom de WesTView sobre estos mundos ideales que simplemente no pueden existir. Ese tipo de cosas sí que rara vez se han visto en el MCU.

A la larga me quedo con el deseo de que ojalá lo último siempre ocurriese en Marvel Studios. WandaVision abrió un poquito la puerta lateral que rara vez han explorado de la mano de momentos muy valorables. Ahora es de esperar que la gran cantidad de productos que se avecinan, sigan utilizando otras ventanas y puertas, aunque sea solo un poquito, en vez de avanzar por la misma de siempre. Que la fórmula siga perseverando, pero agregando más, a diferencia de lo que generalmente ha sucedido.

Todos los capítulos de WandaVision ya están disponibles en Disney+.

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