Un videojuego como Rampage entrega la plataforma ideal para que Hollywood tome una marca y tenga la posibilidad de explotarla sin que alguien salga a reclamar porque se siguió o no se siguió un elemento de su historia. El concepto original, que surgió en un arcade de 1986, tenía un esquema básico que entregaba la posibilidad de tomar el control de un monstruo gigante, para reducir a una ciudad a escombros. Todo esto mientras había que sobrevivir a las hordas militares que intentaban detener la destrucción. No era más que eso.
La nueva película protagonizada por Dwayne Johnson, toma esa base, la decora con una historia de ciencia ficción bastante estúpida que no tiene ni pies ni cabeza y en el camino sueltan toda la artillería pirotécnica de efectos digitales para satisfacer una sola idea: ver monstruos gigantes que arrasan con todo a su paso.
Con el director de la película de desastres conocida como San Andreas a la cabeza, Rampage pone el acento en esa destrucción, agregando en el camino el carisma del ex luchador de la WWE y también chistes subidos de tono que calzan perfecto con su audiencia objetivo. Es decir, esta película sirve para postularla como un perfecto argumento para que los cines comiencen a vender cerveza.
Claro que también hay que ser justos y poner la vara donde tiene que ir, ya que Rampage es el tipo de películas para ver con una Baltica en la mano. Tal como la película misma, no hay mucho espacio para pedir más. Que emborrache con su destrucción es suficiente y un objetivo más que cumplido. Darle más vuelta a su historia, que incluye un lobo mutado con alas de murciélago, o cuestionar el estúpido plan de los peores villanos de la historia reciente en el cine, es ocupar las neuronas en algo que no lo merece.
Rampage se disfruta a concho si uno lo toma como un espectáculo de destrucción en CGI que entiende las cosas que uno quiere ver con una película de monstruos clase B. Humanos siendo devorados como canapés, artilugios militares siendo aplastados como moscas, edificios precipitándose al suelo y peleas entre monstruos gigantes que desafían toda lógica, mientras en el camino The Rock se planta como el único humano que puede hacer algo... simplemente porque es The Rock, el último bastión que algo tiene de los héroes ochenteros de antaño. En eso, la película cumple su objetivo de forma notable.
Pero, repito, tengan en claro que esta superproducción se desmorona al analizar un poco la historia burda que construyen de fondo, que se transforma en un verdadero lastre y genera lagunas bastante aburridas entre secuencia de acción y secuencia de acción. Obviamente tienen que argumentar el crecimiento acelerado y bestial de un gorila albino, un lobo y un lagarto de Florida, pero esa parte de la pega está muy mal hecha en esta película que acredita a cuatro guionistas: Ryan Engle, Carlton Cuse, Ryan J. Condal, Adam Sztykiel. ¿No será mucho? ¿O solo es un signo de algo hecho por un comité?
La sola idea de no esperar mucho obviamente no blinda a Rampage de las críticas, y mucho se puede decir en contra del aburrido diseño mismo de las criaturas, sin embargo película se asume como una mala película desde el primer minuto y le saca partido a esa convicción para hacer varias secuencias que salen de la norma habitual PG-13 de acción impoluta. De ahí que esta película de destrucción sucia tiene a su favor el presupuesto para hacer todo lo que no podían aquellas malas películas de la época del VHS que solo se impulsaban por corazón, ya que no tenían ni el vuelto del pan a su disposición.
En definitiva, piensen en aquella escena de Boogie Nights entre el Jack Horner de Burt Reynolds y el cámarografo/editor Kurt Longjohn interpretado por Ricky Jay. Al revisar el resultado de una película pornográfica realizada en VHS, el director busca en su colaborador una respuesta sobre la calidad de su obra. Y la respuesta sincera es una sola: "Es lo que es".
De la forma en que reciban esa respuesta, dependerá la experiencia con Rampage.
https://www.youtube.com/watch?v=4NgyVuh3Tcw