Desde el primer momento en que se toma el control de Rise of the Ronin queda claro que mucho de lo que se propone ya se ha visto. Como el meme de George Harrison en Los Simpson, la propuesta del videojuego está lejos de ser original, pues en su avance se recuerdan a un montón de otros videojuegos, partiendo por el clásico Tenchu. Claro que aquello no debiese haber sorprendido a nadie.
Es decir, al ser desarrollado por Team Ninja, de la compañía Koei Tecmo, inevitablemente desde la antesala se podía esperar que este nuevo videojuego se sostuviese sobre los hombros de la larga experiencia del estudio en juegos de acción, cortesía de lo que empezaron a desarrollar a partir de Ninja Gaiden. Si a ello se suman los sistemas de combate desafiantes, que el estudio pulió a partir de sus videojuegos de la saga Nioh, definitivamente existía una expectativa a la que simplemente no le hicieron el quite.
De ahí que Rise of the Ronin tiene justamente lo que se podía esperar de Team Ninja, pero al ser un juego con elementos de mundo abierto, se convoca al sentimiento de deja vú con los otros títulos, como lo que se ha hecho en los últimos años con las misiones secundarias por montón en la saga de Assasin’s Cred, mientras que su sistema de combate inevitablemente está a la sombra de esa obra maestra llamada Sekiro: Shadows Die Twice.
Expandiendo su historia a lo largo de Japón, en el período de tiempo conocido como la era Edo, aquella que fue marcada en su final por la influencia de la irrupción del mundo occidental, la historia nos permite seguir a los Blade Twins, cuyos géneros podemos definir a voluntad y quienes terminan participando en un grupo de resistencia luego de que su familia es asesinada por ninjas que trabajaron para el Shogunato.
En ese camino, Rise of the Ronin es un videojuego muy extenso, repleto de misiones y desafíos por cumplir para lograr hacer caer al Shogunato, extendiendo una propuesta ambiciosa e interesante que está plagada de exploración, batallas a sangre y la búsqueda de secretos desde una primera misión en la que debemos infiltrarnos en un barco.
A partir de ahí, se sustentan las bases del videojuego: avanzar con sigilo, eliminar enemigos en silencio, recolectar objetos, acceder a nuevas armas - que van más allá de las espadas propias de los samurais - e iniciar el largo camino por las zonas a liberar, las que están plagadas de hordas de enemigos de baja calaña, fugitivos, sub-jefes y jefes que no son tan simples de hacer caer, mientras bloqueamos, esquivamos y atacamos en el momento justo y preciso, con un sistema de tres botones, mientras mantenemos el ojo en nuestra resistencia.
Con tres niveles de dificultad, el videojuego apuesta a no hacer las cosas simples, aunque también existe la posibilidad de disfrutar solo de la historia, entregando bastante libertad en base a una serie de decisiones que van a ir afectando nuestro recorrido. Por ejemplo, podemos perdonar la vida de personas, apoyar a diferentes facciones e inclusive apuñalar por la espalda a aliados, mientras decidimos qué camino seguir con uno de los hermanos e iniciamos la búsqueda de respuestas desde una primera zona en Yokohama.
En ese escenario, Rise of the Ronin permite ir liberando zonas de juego al estilo del celebrado Ghost of Tsushima, por lo que hay mucho más por hacer que solo matar enemigos, por lo que existe una gran variedad de escenarios, locaciones y lugares que explorar. Pero, al mismo tiempo, como suele suceder en estos videojuegos de misiones secundarias excesivas, también se siente cierto grado de repetitividad en el avance, tanto en los combates y la poca variedad de enemigos básicos, así como en lo que debemos ir desbloqueando por cada sector del mapa. Lo mismo ocurre con la propia personalización de nuestro personaje, a través del árbol de habilidades.
Lo que queda en definitiva es un videojuego que no llega a explorar nuevo territorio, pero que justifica su experiencia a partir de un extenso tiempo de juego, múltiples misiones y un desafío para liberar a Japón que está plagado de decisiones que pueden cambiar nuestro recorrido.
Es ahí en donde se expande su propuesta épica de batallas, apostando preferentemente por un desafío de dificultad que no busca hacer las cosas fáciles en los combates, pero tengan definitivamente en claro que no deben esperar que este sea un juego que llene el vacío de franquicias ya solventadas.