Shang-Chi es un personaje que hasta ayer le importaba a tres pelagatos. No solo era uno que en los cómics estaba marcado por los estereotipos de los sententas, sino que también podía ser catalogado como de quinta línea ante el resto. De hecho, solo tuvo una serie regular con su nombre una vez que se anunció esta película de Marvel Studios.
Y es que sí, aunque el personaje debutó en 1973 en un cómic llamado “Masters of Kung-Fu”, recién en septiembre de 2020 apareció una revista bautizada con su nombre. Todo lo anterior saco a colación para dejar en claro que el personaje también representaba una lienzo para comenzar prácticamente desde cero. Nadie iba a poner el grito en el cielo por cualquier cambio nimio.
El resultado final fue catapultado notablemente en Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos, no solo creando una versión atractiva para el personaje, sino que también dándole el foco que necesitaba. Sin ninguna clase de agenda, ya que nunca te enrostran que esta era una película necesaria por razones de mercado, y sin tener que bombardear su historia con migajas del universo mayor para que el público masivo logre interesarse.
Justamente eso es muy bueno en tiempos en donde la producción de Marvel no solo se ha estancado de forma uniforme, sino que también ha afectado a múltiples proyectos que han estado más preocupados de sembrar las semillas de otras películas que aún están por llegar. Es realmente bueno que eso último aquí sea relegado de forma indirecta.
Otra cosa a destacar en esta nueva producción dirigida por Destin Daniel Cretton, otro realizador de producciones independientes - como la excelente Short Term 12 - que ha sido atrapado por la vorágine de la mayor casa productora de Hollywood, es que aquí hacen algo tan simple, pero tan evasivo en ocasiones, como centrarse en su personaje central, desarrollarlo en pantalla, contar su historia y recién ahí provocar que surja el interés de que tenga los inevitables crossovers con el resto de superhéroes.
Por eso para mi fue inevitable sentir que esta Shang-Chi se siente más como aquellas películas de la fase 1 del MCU, enfocadas en impulsar a los personajes en sus historias de origen, en vez de esas otras producciones utilizadas como meras catapultas para el gran evento venidero. Algo que lamentablemente ha marcado a otras historias de origen de fases posteriores.
Por otro lado, como Shang-Chi no está marcado por alguna historia de los cómics, y la mayoría del público lo desconoce, esta adaptación solo termina utilizando una idea base del personaje de las viñetas originales (De estilo Bruce Lee con piel amarillesca y enfrentado al Fu Manchu) para crear una producción que entrega a un tipo diferente de superhéroe. Y esa es la jugada que termina garantizando que su propuesta resulte.
Aunque desde los tráilers estaba claro que en el camino existiría un conflicto por los anillos mágicos que entregan un poder especial, Shang-Chi se nutre más de las producciones de artes marciales asiáticas, más cercanas en espíritu a los clásicos de Jackie Chan, y la tradición del cine wuxia (Que en occidente se popularizó recién con El Tigre y el Dragón), para entrelazarlos con la mitología china de los dragones. A eso se suma una puesta en escena que se inspira de mejor forma en lo hecho por Zhang Yimou, que lo que lograron hacer en el remake de Mulan.
Ese tipo de elementos son puestos en una licuadora para impulsar una película que no solo tiene estilo y onda, sino que también pega como debe. Y en más de una ocasión esa ha sido la falla principal de películas/evento que terminan esquematizadas en márgenes demasiado familiares.
Sobre la historia no hay mucho que acotar más allá de lo que presentó la promoción. Sí, todo gira en torno a los diez anillos mágicos en cuestión y las habilidades que otorgan a un hombre llamado Wenwu (El verdadero mandarín del MCU). En el camino hay un drama familiar que se va relatando de forma fragmentada, una locación mágica a la que el villano quiere acceder y un Shang-Chi que vive de encubierto en la ciudad de San Francisco, pasando su día a día junto a su mejor amiga y su trabajo como simple valet de estacionamientos. Obviamente lo último tiene sus días contados una vez que su pasado lo encuentra.
Lo destacado es que en toda esa ruta hay más espacios para la sorpresa que lo que habitualmente ocurre con las películas de Marvel Studios. Aunque en general estaba la idea de que esta sería una película de torneos de artes marciales, lo cierto es que en realidad se nutre directamente de conceptos de fantasía para crear el viaje en el que Shang-Chi debe sobreponerse a sus traumas.
El trabajo de Simu Liu es bastante destacable en ese ámbito, pero también hay que reconocer que el elenco en general está sorpresivamente llamativo. Por ejemplo, Katy Chen, la mejor amiga del héroe interpretada por Awkafina, debe ser uno de los mejores sidekicks que han surgido en el MCU, y gran parte de ello se debe a que desarrollan bien su amistad con Shang-Chi.
Ni hablar de lo que sucede con cierto personaje denostado de Iron Man 3 que inevitablemente es convocado para rendir cuentas. Y también tengo que destacar que los inevitables cameos de rostros reconocibles del MCU, algunos de los cuales fueron revelados sin asco en el tráiler, están súper acotados y no empañan a la historia principal.
Además siendo esta una película que se mueve en los esquemas ya mencionados, más que nunca importaba la acción. Lo bueno es que esta es puesta en pantalla de una forma que se hace rato no se veía en las producciones Marvel. Aquí se presentan varios momentos de acción notables, inclusive desde el comienzo con una secuencia a bordo de un autobus, pero lo realmente relevante es que su construcción, las coreografías y la forma en que se mueve la cámara para capturar los movimientos no son solo un show de luces y CGI (Lo que inevitablemente igual está).
Lo importante es que en esta nueva película hay mucho trabajo físico frente a la cámara, inclusive cuando los personajes se mueven por escenarios digitalizados, logrando que todo lo que está frente a la pantalla sea interesante, dinámico y realmente obtenga resultados satisfactorios en un entorno superheroico. Y ese es un golpe muy agradable de ver, ya que contrasta completamente con la mala ejecución en ese ámbito de algo tan reciente como Black Widow.
Para finalizar, solo destacaré que nada de eso importaría si esta película no tuviese la visión correcta y el corazón bien puesto. Sin duda que ambos factores se consiguen, ya que logran crear algo novedoso que no solo se siente parte como un nuevo episodio de esta teleserie sin fin (Que a la larga es algo que le importa a millones de fans), sino que también expande sus rincones hacia sectores que parecían inaccesibles ante tantas historias de soldados del bien con súper poderes. Dicho viento fresco que entrega Shang-Chi al MCU no es menor, considerando que esta es la película 20 y tanto de esta saga sin fin.
Más aún, si eso hace palpitar al interés de personas como yo, que están cada vez más reacias a la uniformidad de este universo cohesionado, entonces la pega se concretó de forma brillante. Especialmente cuando logra que importe un personaje que recientemente no importaba.
Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos se estrena en Chile este 2 de septiembre solo en cines. Lo mismo ocurrirá en Latinoamérica y el resto del mundo, por lo que no habrá opción de verla en Disney+, a través de u arriendo especial, como sí sucedió con Black Widow.