Review | Sifu, un juego desafiante en el que la práctica hace literalmente al maestro
Recargado con la influencia del cine de acción de Hong Kong, esta nueva propuesta incluye una mecánica en donde vas volviéndote más viejo con cada muerte.
Por un lado, Sifu es un juego cuya dificultad está por sobre la media. Tal como ocurre con toda arte marcial, centrarse solo en el ataque no garantiza ningún tipo de éxito. La defensa, y las acciones de contraataque, es tan vital como las patadas y puños certeros que puedes concretar.
Por otro lado, Sifu también es un juego que tiene una curva de aprendizaje que requiere de entrenamiento, avance metódico y, por sobre todas las cosas, concentración. Y ni lo primero ni lo segundo va por su cuenta, ya que todo está creado para que nosotros como jugadores nos adaptemos, crezcamos y avancemos de la mano de Sifu.
Mucho de lo anterior tiene relación con aquella famosa frase de Bruce Lee que convocaba a ser como el agua, que convocaba a vaciar la mente y ser moldeable, como el agua en una taza, en una botella, en una tetera. “El agua puede fluir o puede aplastar. Sé como el agua, amigo, el agua que corre nunca se estanca; así es que hay que seguir fluyendo”, planteaba el legendario artista. Y si no fluyes, si no te moldeas a cada situación a la que te enfrentas, solo tienes garantizada la derrota en este camino rumbo que nos propone este videojuego.
Desarrollado por el estudio francés Sloclap, Sifu se establece en un entorno familiar, recuperando una historia digna de una película de la edad de oro de la acción de Hong Kong. De ahí que esto comienza con un prólogo en el que cinco artistas marciales atacan una escuela, masacrando a todos los presentes, y dando pie una confrontación final con el maestro Yang.
A partir de ahí se revela que el líder de la escuadra de ataque es un exestudiante que quiso obtener el acceso a un conocimiento secreto y ahora solo quiere cobrar revancha por aquello que le fue negado. En ese sentido, el maestro es asesinado, al igual que su hijo. Pero este último es revivido por un talismán mágico, por lo que se transforma en el protagonista de la historia.
Retomando la acción ocho años después del ataque a la escuela, se inicia su misión para cobrar revancha de los cinco guerreros que se han hecho del control de diversas zonas de la ciudad, por lo que en ese avance deberemos recuperar pistas, desbloquear caminos y hacernos de la experiencia necesaria mientras mejoramos nuestras habilidades.
La gracia de Sifu, y lo que cambia toda la mecánica de su propuesta, es que el talismán también provoca algo no menor: con cada muerte que suframos, y cada resurrección que se lleve a cabo, años de nuestra vida son consumidos, por lo que esta venganza tiene su costo y podría transformarnos rápidamente en un anciano guerrero que pierde velocidad, pero gana fuerza con cada caída.
Ante ese escenario, volvemos a la idea inicial, ya que salir al ataque sin pensar - avanzando solo en busca de la venganza - garantiza la derrota. También define que sí o sí perdamos años, ya que hay enemigos diversos que no se pueden derrotar de la misma forma y es fácil que en nuestra primera partida se multipliquen las canas sin mucha suerte. Es decir, este es uno de esos juegos en donde la clave es aprender los tiempos, entender el flujo de los combates, defenderse de forma efectiva (ya que los ataques pueden venir por arriba o por abajo), para atacar en el momento indicado con golpes livianos, fuertes y las combinaciones que vamos desbloqueando en este camino.
Todo lo anterior está realizado de una forma sólida a partir del concepto base que impulsa a este videojuego, impulsando la idea de que continuamente estamos aprendiendo nuevas técnicas que debemos dominar. Al mismo tiempo, las peleas se desarrollan de una forma fluida con llamativas formas de ejecución, ya que podemos desbloquear secuencias animadas para despachar rivales, dándole un plus a a la influencia de acción hongkonesa que irradia en esta propuesta.
Lo anterior también tiene relación con la variedad de los enemigos, los diferentes entornos de los combates y el hecho de que, al estilo Jackie Chan, en ocasiones estemos rodeados por una decena de enemigos que sacan ventaja de la superioridad numérica. Esquivar, bloquear, golpear a uno, patear al otro. Todo se conjuga para estar atentos a cada minuto, ya que no hay forma de acceder a algún tipo de trampa que nos aliviane el camino. Y claro, podemos hacer uso de armas, pero la clave del juego es no hacer uso de botellas, bates o fierros, ya que depender en exceso de estas también puede ser una llave para nuestra derrota en el momento clave.
La clave de todo tiene relación con las muertes. Aunque comienzas con 20 años, cada muerte implica el avance inexorable del tiempo. Y como son cinco jefes a los que hay que derrotar, la clave es mediar las muertes para que el avance de las décadas no se convierte en una carga demasiado grande en el camino. Es decir, cada pelea hay que tratarla como la última, ya que existe una lista de habilidades que se pueden desbloquear y algunas solo se pueden conseguir antes de una edad específica.
Aquello también se relaciona con el progreso. Si mueres muchas veces, te volverás demasiado viejo y eso agrega a un número que determina con qué edad saldrás de un nivel. Es decir, si ya tienes 71 años recién después del primer nivel, entonces tu futuro no tiene precisamente buenas perspectivas. Sumado a la dificultad, el factor de repetición o lo engorroso del sistema de mejoras, ya que tienes que redesbloquear las habilidades que vas perdiendo por cada reinicio, hay una base que puede llegar a convertirse en algo que aleje a no pocos jugadores de esta propuesta.
Pero si entras en onda, y puedes obviar algunos elementos que se sienten obtusos, Sifu es un juego que tiene mucho que entregar, que tiene estilo y también sustancia de artes marciales para convertirse en el primer gran juego del 2022.
Sifu será lanzado este 8 de febrero en PC, Playstation 4 y Playstation 5. Esta última fue la plataforma utilizada para esta reseña.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.