Una película de comité. Una propuesta pensada con tópicos que siguen una fórmula que funciona, pero que no brilla. En la que se sigue una pauta armada por muchas manos y que más depende del universo mayor. Un mero capítulo más de la teleserie de armaduras, escudos y martillos. A eso han sido reducidas gran parte de las películas de Marvel Studios por sus más grandes críticos en los últimos años. Todos los dardos apuntan contra un sistema de producción, supervigilado por Kevin Feige hasta el más mínimo detalle, que impediría que prolifere la visión de autor. Lo que importa es el plan mayor.
Y al pensar en el origen de este segundo reinicio de Spider-Man en menos de cinco años, es inevitable abordar aquella idea del comité. Mal que mal, algo de eso sustenta sus bases. La sola creación de esta nueva versión, introducida al universo de Marvel gracias a un trato que forzadamente aprobó Sony tras sus reiterados fracasos, apunta a explotar exitosamente la gallinita de los huevos de oro que hace muy poco nos entregó dos plomazos. ¿Puede justificarse por algo más que ese afán?
Pero antes de responder dicha interrogante, hay que tener claro que una película de comité no está condenada al fracaso si tiene claro cuál es su objetivo. Cuando está bien hecha, y tiene claro a lo que quiere apuntar, la fórmula funciona. Inclusive puede llegar a brillar si entiende correctamente lo que debe hacer.
En el caso de Spider-Man: Homecoming buscan alejarse de lo ya visto con el personaje, incluyendo la picadura de la araña, pero obviamente hay elementos reconocibles en la forma de hacer de Marvel Studios. También hay un apego excesivo a los elementos de Los Vengadores, especialmente en lo que concierne a un Tony Stark que ejerce influencia inclusive cuando no se le ve. Y ese es un punto que inicialmente juega en contra de la necesidad de que Spidey sea alguien que se valga por si mismo. Es lo que siempre ha caracterizado al personaje.
Pero Spider-Man: Homecoming funciona ya que tiene la personalidad, las risas justificadas y la vibra juvenil suficiente para marcar su propio territorio cuando más lo necesita. Además, logra sustentar la idea de este arácnido que omite su trágico origen. No es el arácnido con los dramas de siempre, pero eso no lo vuelve menos Spider-Man.
Esta versión del héroe es la máxima expresión del fanboy en su salsa, que cumple un sueño y que disfruta ser el arácnido en cada momento. Y cuando logran contagiar con esa dicha, Homecoming hace lo que siempre deberían lograr las películas de superhéroes: conectarnos con el personaje, con y sin la máscara. Ese es su gran logro, lo que la hace relucir en medio de las aprehensiones.
La elección de Tom Holland en el rol, a quien vimos brevemente en Capitán América: Guerra Civil, funciona porque retrata muy bien la idea tras este Peter Parker que busca su lugar, que quiere demostrar que puede ser un Vengador y que debe definir a la larga si lo que le importa es salvar al mundo o preocuparse de su entorno. Quedarse a cuidar los potreros que despreocupan o dar el salto a la Primera División. Ese es el foco principal que mueve a este relato, que comienza presentándonos su punto de vista ante la gran pelea que dividió a los bandos de Iron Man y el Capitán América.
En ese sentido, quizás uno de los mayores logros de la película sea precisamente establecer desde el comienzo que esa dicha al tope es efímera, pues Parker vuelve de inmediato a su realidad, a su vecindario, su escuela, con los fanfarrones que le hacen bullying sin atacarlo físicamente. Vuelve a lo suyo, a preocuparse de la gente que vende churros y los ladrones de bicicletas. De ser el vecino amistoso de la Gran Manzana.
Esa idea, que siempre ha caracterizado al trepamuros, está tan bien abordada en esta película, que termina estableciendo una conexión no menor. Homecoming nos lleva a la calle de este universo en el cine, algo que casi no se ha visto en el pasado, de la mano del héroe más extraordinario de Marvel.
Para que eso funcione, quizás la decisión más acertada radica en la elección y casting del villano. Hace menos de una década, El Buitre fue revelado como el personaje que quería Raimi para la Spider-Man 4 que nunca se concretó. En ese punto, y pese a que el personaje es uno de los rivales más clásicos y antiguos del arácnido en los cómics, la propuesta parecía realmente una mala idea para un entorno de carne y hueso. ¿Un tipo vestido de pajarraco? ¡Qué idiota!
Sin embargo, Spider-Man: Homecoming logra establecer de gran forma a su antagonista, instalando a Adrian Toomes como un carroñero tecnológico que comienza a operar una vez que le arrebatan su negocio de remoción de escombros de la gran batalla de Nueva York que enfrentó a Los Vengadores con los Chitauri. Tony Stark, y su iniciativa de Control de Daños, deja sin trabajo a un emprendedor y bien sabemos que esos tipos son peligrosos cuando las cosas no les resultan.
La integración con lo que ya hemos visto en películas anteriores, aquí funciona muy bien, completando el puzzle que nos han armado durante todos estos años. De ahí que Toomes sirve para entender cómo el bajo mundo explotó la tecnología extraterrestre que alcanzó a quedar en sus manos, y la que le llega después por las consecuencias de la era de Ultron, iniciando su propia red de tráfico de armas para los criminales de poca monta. Y en esa ruta, The Vulture tiene varios lacayos – como The Shocker o The Tinkerer – que están bastante bien ya que son utilizados en la medida justa.
Michael Keaton es además una elección inspirada para el rol, entregando a uno de los villanos mejor desarrollados de este universo cohesionado y que además representa una verdadera amenaza sin siquiera tener la necesidad de contar siempre con el traje. Pero aún así, Toomes también representa el apego a la tecnológica que está directamente relacionado al gran tema que debe resolver Parker.
Funcionando como una suerte de espejo a los sucesos que ya vivió Tony Stark en Iron Man 3, el adolescente Spider-Man tiene que enfrentar el desafío de responder si el súper traje que le entregó el multimillonario para la Guerra Civil es lo que lo define como héroe. Claro, ese artilugio tecnológico, con todo y su propia voz de asistencia estilo JARVIS, aleja completamente al trepamuros de lo que lo caracteriza en los cómics, marcando probablemente el punto más polémico de esta reinvención. Pero aún así, la idea está bien resuelta.
Si en las viñetas existe la "suerte Parker" que siempre ha marcado al personaje, en Spider-Man: Homecoming el arácnido toma decisiones que no le ayudan a mejorar su camino. De hecho, está más preocupado de hackear el traje, hacer uso de todo su potencial, sin importar si está o no preparado para esa tarea. Sus responsabilidades escolares tampoco le preocupan, porque cree que su destino es estar en las grandes misiones que ya alcanzó a tantear en Europa.
Tom Holland vende el camino de este héroe, que quiere justificar su lugar en el mundo, aún cuando inicialmente se notan los problemas en el entramado. Al no concretar ningún guiño respecto a por qué el personaje se enfundó en primera instancia con su traje casero, al no existir una conexión directa con la clásica explicación que implica el tío Ben, no sabemos desde dónde surge su afán heroico, su convicción. Pero la película igual despega, porque ese problema lo termina justificando en pantalla.
Tampoco vemos mucho de la Tía May, interpretada por una Marisa Tomei que debe haber hecho un pacto con el diablo para verse de la forma en que se ve a sus 52 años, por lo que el problema familiar es inexistente. En ese sentido, uno de los puntos más cuestionables de Spider-Man: Homecoming radica en el hecho de que hay aspectos que sus realizadores pasan por alto, asumiendo que podemos llenar los vacíos de su historia a partir de los antecedentes que manejamos al conocer al personaje.
Claro, uno puede pasar por alto muchos detalles, pero también queda la impresión de que Spider-Man solo comienza a ser realmente un héroe una vez que se topa con el multimillonario playboy. Y a pesar de que las escenas de Robert Downey Jr. son acotadas y no caen el exceso, lamentablemente la película sigue demasiado la fórmula a la hora de sustentar a Tony Stark como mentor.
Al mismo tiempo, en el medio de la historia hay un incipiente romance, que no involucra a ninguno de los clásicos intereses amorosos de la franquicia arácnida, pero que es relegada a un mero pretexto para enganchar con una de las sorpresas que tiene guardada la película.
Por otro lado, las coreografías de las peleas no son precisamente las más novedosas, lo que se entiende considerando que este Parker es realmente un novato, pero en términos cinematográficos tampoco se logran grandes momentos con una identidad visual llamativa. De hecho, a pesar tener algunos guiños a momentos emblemáticos del cómic, como la secuencia en la que Peter debe liberarse de escombros y que homenajea a una clásica historia de Amazing Spider-Man #33, carece de escenas que realmente queden en la retina. Y también causa cortocircuito el hecho de que tantas personas terminen conociendo la identidad secreta del personaje.
Pero aún así, Spider-Man: Homecoming gana puntos porque tiene claro lo que necesita el arácnido y lo concreta de una forma realmente divertida. Esta versión de Tom Holland transmite la dicha de ser un superhéroe y eso es realmente valioso en el escenario actual en el que aquellos que tienen que salvar al mundo se pelean entre si.
A la larga el director Jon Watts, quien también trabajó en el guión en el que metieron mano otros cinco escritores, logra sacar a relucir al arácnido en medio del compromiso que existe en esta producción hacia el nexo Vengador. Quizás hay que seguir una fórmula en estas producciones para que todo el universo cohesionado cuadre, pero aún así Spider-Man: Homecoming demuestra que sí se puede encontrar una identidad y la elección juvenil aquí brilla ante lo que ya hemos visto.
En ese sentido, este lado de Nueva York no posee villanos superpoderosos que amenazan la existencia, ni cuenta con extraterrestres coloridos y estrafalarios ni menos incluye las conspiraciones que hacen temblar al mundo, pero sí tiene algo igual de importante: un héroe que se resuelve a hacer lo correcto.
Spider-Man: Homecoming es la demostración de que hay valor en la ruta distinta, que se aleja del esquema clásico que define a un héroe, llegando al destino requerido. Con o sin traje tecnológico, el gran poder conlleva responsabilidad. Y eso afortunadamente está en el corazón de este regreso a casa.
https://www.youtube.com/watch?v=fAAJ7-Cpq0Y