Splatoon 2 es un juego extraño. Hay momentos en los que parece una simple expansión del juego original y otro en los que se nota el esfuerzo de Nintendo por traernos una aventura fresca.
El título original tuvo un poco más de la mitad de las ventas de Mario Kart 8, el juego más popular de la Wii U, pero aun así marcó un precedente. Se trataba del primer esfuerzo serio de Nintendo para ingresar a la moda de los shooters en línea, pero con una vuelta de tuerca interesante: en vez de soldados, los jugadores controlamos niños-calamares. En vez de balas, disparamos pintura. Y en vez de frags, lo que importa es pintar el campo de juego con el color de nuestro equipo.
Es un shooter veloz, con partidas de 3 minutos y listo, y esa esencia se mantiene intacta. La mezcla de una jugabilidad que se entiende simplemente con la vista, un mundo lleno de colores y personajes llenos de personalidad, hacen que Splatoon sea la capa de pintura que el mundo seco y monótono del shooter para adultos ha sabido mantener hasta el cansancio.
Splatoon es básicamente un paraíso millenial. Todos los protagonistas son niños, usas sus teléfonos, viven preocupados de su ropa, de comer y pro supuesto, competir. Viven en torno a sus estrellas musicales -las adorables Pearl y Marina en esta oportunidad- y por sobre todo, tienen un déficit atencional que no les permite estar más de 5 minutos en una partida.
Sus gustos musicales rayan en mezclas de electrónica, rock y ska que en esta ocasión, más que nunca, se roban la película. El mundo de Splatoon es un mundo con vida propia del cual no solo somo sus espectadores, sino que sus protagonistas.
Y esa idea se mantiene intacta en su secuela, en gran parte porque la jugabilidad del título es prácticamente la misma. Existen nuevas clases de armas que cambian un poco el estilo de juego, pero el objetivo es el mismo: pintar, recargar pintura, eliminar a tus rivales, seguir pintando.
¿Qué cosas justifican la secuela entonces, y no haber recibido un tratamiento como el del Mario Kart 8 Deluxe? Considerando que, siendo exactamente lo mismo que se vendió para la Wii U, ya es uno de los juegos más vendidos de la Nintendo Switch. ¿Valió la pena el esfuerzo extra?
Por supuesto. De partida, el modo de historia que sorprendió a todos en la primera entrega, vuelve con todo ahora en la segunda. A pesar de que tiene exactamente la misma estructura del anterior -5 mundos con 4 a 6 niveles y un jefe- la calidad de las etapas está a otro nivel, siendo de lo mejor que ha hecho Nintendo en el mundo de los juegos de plataformas.
Piensen en la relación que hay entre Super Mario Galaxy 1 y 2. El primero nos introdujo mecánicas y un estilo de juego fresco y renovado y el segundo llevó todas esas ideas al extremo. Lo mismo ocurre acá. La campaña de Splatoon 2 es corta, con una historia menos sorprendente que la anterior y un jefe final que no se compara al glorioso cierre del primero, pero en todo el resto, Splatoon 2 le gana. Las etapas estás mejor diseñadas, la curva de aprendizaje dentro de cada nivel es perfecta y la manera con la cual, sin darte cuenta, te familiarizas con todos los tipos de armas que luego usarás en el modo multijugador, es simplemente genial.
No me gusta decir que el modo de historia de Splatoon es un simple tutorial, pero de que cumple esa función, la cumple. Pero es también un juego que mezcla los disparos con las plataformas de la manera más elegante y entretenida que pueda existir. En los 26 niveles, no hay ideas que se repitan, salvo quizás en los últimos mundos, donde se mezclan mecánicas aprendidas en los mundos anteriores para darles una última y bien complicada vuelta de tuerca. Es la misma filosofía de diseño que hemos visto en los últimos juegos de Mario y por eso hace que a ratos se sienta más como una aventura de plataformas que de disparos.
La historia es secuela directa del juego anterior, pero con menos sorpresas y menos épica. La presentación del jefe final, por ejemplo, no le llega ni a los talones de lo que fue el primer ataque de DJ Octavio (que por cierto, sigue siendo el mejor nombre de DJ del mundo). En ese sentido, quienes no jugaron el título anterior quedarán algo colgados con respecto al avance del juego. ¿Por qué debería importarme la desaparición de Callie? ¿Marie seguirá siendo la mejor waifu? Si hay algo en donde se nota que Splatoon 2 es una secuela, es acá.
En el resto, no tanto, salgo algunas mejoras por aquí y por allá. El hub central de Inkopolis ahora es más fácil de navegar gracias a un menú que impide tener que moverse a cada tienda y modo por separado, pero es lo mismo de siempre: tiendas para comprar armas y ropa, al medio el modo principal, y a los costados los accesorios. Uno de los modos accesorios nuevos es el Salmon Run, un modo cooperativo en el que los equipos deben derrotar a una serie de enemigos que vienen desde el océano.
Sí, es un modo horda tradicional, que mezcla enemigos comunes con una serie de "jefes", que son enemigos más poderosos y que deben derrotarse de maneras muy diferentes. Estos jefes dejan huevos al morir, los que tienen que trasladarse hacia el contenedor que finalmente es el que te da puntos. Sobrevives tres rondas y ganas, de lo contrario, pierdes parte de lo recolectado. Y cada uno cuenta con una vida, si mueres quedas en el limbo hasta que te revivan. Si todos mueren, todos pierden. Y creeme que va a pasar. Mucho.
El modo es muy entretenido, cruel a veces, pero sobre todo entretenido. Salvo por un detalle: no puedes jugarlo cuando quieras, sino que cuando Nintendo quiera.
¿Cómo es eso? Los horarios en los que opera el Salmon Run están determinados por el juego. No sabemos si es para optimizar los servidores o para hacer que la experiencia del juego sea más variada pero: ¿En serio? Hay días en los que podrás jugarlo, otros días que no. La idea detrás de esto es que se supone que el Salmon Run es un "trabajo" dentro del mundo de Splatoon, por lo que debería ser una actividad disponible en ciertas ventanas horarias. Sí, es temático, pero no, queremos Salmon Run siempre.
El resto del modo en línea es igual que siempre. Lo mismo, con algunos mapas nuevos, otros antiguos, pero la esencia se mantiene igual. En Turf War compites por ver quienes dominan el mapa con su color, pero también está Capturar la Torre, Captura de Zonas y el modo Rainmaker, una suerte de Capturar la Bandera pero inverso, donde hay que tomar un arma y llevarlo lo más cercano de la base de tu rival.
Uno puede pensar que si la estructura y los modos del multijugador se mantuvieron igual, Nintendo gastaría su tiempo de desarrollo para mejorar la experiencia del juego, agregando nuevas funciones que hagan la experiencia de conectarse, invitar gente y armar grupos algo más cercano a los estándares que tenemos hoy.
Pero no.
Splatoon 2 sufre de las mismas malas decisiones y malas costumbres que Nintendo ha tenido todo este tiempo, en materia de conectividad online. La rotación de mapas, que se redujo de 4 a dos horas, es quizás la única decisión acertada que tuvieron.
Solo uno de los tres modos de juego con matchmaking permiten hacer equipos y jugar en grupo, como debería hacerse. El modo de juego tradicional tampoco garantiza que tus amigos estarán siempre en tu equipo, lo cual es terrible sobre todo cuando quieres juntarte para aprender a jugar. Y si quieres cambiar de arma, por ejemplo, o cualquier pieza de equipamiento, no puedes hacerlo mientras se busca partida, no, tienes que salirte del buscador de partidas, equipar el cambio, y volver a buscar, lo que te lleva a juntarte con otro grupo de jugadores.
Son pequeños detalles que se notan más cuando estamos frente a un juego que a todas luces está diseñado en el 2017, pero con una infraestructura online del 2007. El famoso chat de Nintendo Switch en el teléfono es un chiste que nadie está ocupando. Discord o incluso WhatsApp, ya que por suerte, por diseño, el chat de voz no es tan necesario para jugar bien Splatoon 2, lo cual sigue siendo su principal fortaleza.
Todo lo que se necesita puede ser mostrado mientras se juega. Tu puedes ver qué partes del mapa tiene tu color, cuales falta pintar y cuales tiene tu oponente, así que es fácil ir sabiendo hacia donde moverse. Si ves que a la izquierda y la derecha de tu pantalla el piso ya se está llenando de pintura, sabes que es mejor irse por el medio, para compensar. La comunicación que no tienes por voz o chat la tienes en el juego mismo, y eso es quizás lo que permite que cualquiera pueda pasarlo bien.
En ese sentido, Splatoon si bien se juega de manera grupal, es una experiencia que fácilmente puede disfrutarse de manera individual, ya que puedes comunicarte fácilmente con los desconocidos del matchmaking usando las mismas armas del juego.
Pero eso no es una excusa para ofrecer el mínimo. Un juego tan entretenido como este merece, al menos, tener la opción de si lo quiero jugar en serio o no.
Y es que más difícil que enseñarle un truco nuevo a un perro viejo es hacer que olvide los que ya está acostumbrado a hacer. Y en ese sentido, no hay nada que hacer. Pero son detalles pequeños en comparación a todo el esfuerzo que se la ha puesto a un título que hoy por hoy, es la mejor experiencia en línea que tiene para ofrecer la consola.
Como todo juego en línea requerirá de toda tu atención para obtener todo su contenido, pero entre las bellas gráficas, la música prendida y el contenido que mes a mes se refresca, sin tener que pagar de más, podemos decir que más que nunca la sangre que corre por las venas de Nintendo no es roja ni azul, sino que de todos los colores.