Review | Super Smash Bros. Ultimate es amor, nostalgia y adicción
La edición definitiva de la serie de peleas de Nintendo es una celebración no solo a la serie en si misma, sino que a toda la cultura de los videojuegos.
Los controles siguen siendo igual de simples que siempre, y se sienten a una velocidad similar a la que ya vimos en Super Smash Bros. 4, que a mi juicio, es la perfecta: más rápido que Brawl, pero con muchas revoluciones menos que Melee. En ese sentido, el juego es el cuanto a gameplay y presentación, un calco mejorado de todo lo visto hasta hoy.
Todos presentan estilos bastante únicos para pelear -salvo Isabelle que es un clon modificado del Aldeano- y mi favorito en particular es King K. Rool. Junto con estos nuevos personajes se creó la idea de los Echo Fighters, que son clones de otros personajes con habilidades un poco cambiadas, como Ken, un clon de Ryu o Daisy, clon de Peach. Es una estrategia bastante burda para subir el número de personajes, pero funciona porque las elecciones de los Echo son bastante buenas.
La historia va así: una misteriosa fuerza de luz llega al mundo de los videojuegos y tal como si fuera Thanos, en un segundo se encarga de eliminar a todos los personajes de la faz de la tierra. Todos convertidos en polvo, o en realidad, en espíritus. Bueno, todos menos Kirby, con quien debes comenzar una aventura en este mundo masivo liberando a los espíritus de sus cadenas y reviviendo al resto de los personajes del roster para ayudarte.
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