La vara está muy alta para la segunda temporada de The Boys. No solo la tanda de episodios inicial estaba muy bien concebida en términos de puesta en escena, sino que también logró lo que parecía imposible: capturar la esencia desfachatada del cómic del escritor Garth Ennis y el dibujante Darick Robertson.

Más allá de las obvias diferencias, ya que en el papel hay cosas imposibles de traspasar, y bien lo sabrán aquellos que tienen claro los elementos de connotación sexual presentes en las viñetas, el corazón de The Boys estaba en aquellos capítulos que nos introdujeron a la historia de Butcher, los chicos y el inestable Homelander.

No solo eso, el final de la primera temporada dejó un desafío gigantesco. Sus últimos momentos, relacionados con la revelación clave sobre la esposa de Butcher, cambiaron completamente el panorama respecto al cómic y dejaron la puerta abierta para seguir adaptando libremente, sin las restricciones del camino ya recorrido en el papel.

En ese sentido, los tres primeros episodios de la nueva temporada establecen un escenario notable no solo por el agrado que representa el volver a su propuesta descarada y violenta, sino que también por no estar amarrada a la exigencia de las respuestas inmediatas.

De hecho, Billy Butcher está casi ausente del primer capítulo, por lo que el juego narrativo de inmediato establece que no se apresurarán en servirnos en bandeja todas las respuestas sobre la gran jugada que tenía guardada Homelander bajo la manga.

Una sátira que no decae

En un año en el que toda la industria cinematográfica tuvo que presionar el freno, la ausencia de superhéroes en la pantalla grande no implica que la revisión destemplada de The Boys pierda fuerza. Todo lo contrario.

Mientras en el mundo real veamos shows de marketing en interminables feeds de video y movimientos en grillas de lanzamiento que buscan garantizar que la gallina siga poniendo sus huevos de oro, The Boys sigue proponiendo una destemplada caracterización de un género unido con fuerza a lo que representa Estados Unidos.

De ahí que su revisión potente sobre el negocio que gira en torno a los superhéroes sigue golpeando con fuerza, ya que su mofa hacia el marketing, los estereotipos y su propaganda de justicia deja en claro que las capas de su mundo son un mera construcción para satisfacer a los poderosos intereses que hay detrás.

Pero más allá de la poderosa corporación que crea su parque de diversiones mediático, y que en la nueva temporada se establece en torno al nuevo personaje de Giancarlo Esposito, los primeros capítulos se enfocan en recuperar las rutas de aquellos personajes que quedaron a la deriva.

Sin entrar en mayores detalles, para no profundizar en lo que respecta a Becca Butcher, la nueva temporada comienza presentando cómo Billy (Karl Urban) vuelve hasta su centro de operaciones con un nuevo objetivo para su cruzada, ya que la resolución de su gran intriga no se podrá resolver así como así. Es decir, las cosas de aquí en más solo tienen espacio para complicarse, especialmente con las propias relaciones abusivas que se tejen en el camino.

En tanto, el resto de su equipo - compuesto por Hughie (Jack Quaid), Mother’s Milk (Laz Alonso), Frenchie (Tomer Capon) y Kimiko (Karen Fukuhara)- se han convertido en los sujetos más buscados del país tras los sucesos de la temporada anterior y no hay consuelo que les permita evadir el hecho de que tienen todo en contra. En el camino, cualquier solución parece inaccesible, ya que los personajes a su alrededor pueden ser despachados en un santiamén y eso implica una sorpresa que de seguro no dejará a nadie indiferente.

Al mismo tiempo, en otro de los puntos que ya parece recurrente con esta serie, nuevos súper poderosos siguen saliendo debajo de cada piedra, incluidos sujetos relacionados al misterioso pasado de Kimiko que también se relacionan con la conspiración general que envuelve a la corporación Vought. A la larga, todo está cruzado por esos intereses que están ligados al origen mismo de la gente con poderes en el planeta.

Por otro lado, Starlight (Erin Moriarity) sigue actuando de encubierto ante The Seven, pese a que uno de sus compañeros que conoce parte de su secreto vuelve al ruedo, mientras the Deep (Chace Crawford) revela una nueva cualidad de sus poderes y su vida sigue cayendo por el despeñadero por su propia acción. Básicamente es el pan de cada día, en donde ninguno tiene verdadero control de sus vidas, cortesía de lo público de sus acciones.

Con lo anterior en cuenta, la narrativa de la serie se abre tanto en esta nueva temporada, especialmente en torno a the Deep, que el foco de la historia se diversifica de una forma mucho menos concentrada que en los capítulos del año pasado. Claro, la batalla de The Boys sigue siendo el foco, así como un Homelander ya desatado que cree que todos son inferiores, pero en el camino también están todas las aristas de una sociedad totalmente corrupta.

En medio de toda la apatía de aquellos que debiesen proteger a los más débiles, se fomenta el nacionalismo, la xenofobia y la intervención en el extranjero sin asco alguno. También surge una nueva heroína llamada Stormfront (Aya Cash), que aparentemente solo es una influencer sin importancia, pero que en el fondo es parte del aparataje de supremacía que es capaz de utilizar a las redes sociales para elegir a un presidente como Donald Trump.

Pero mientras el uso de la conversación pública puede convertir en un meme a las atrocidades llevadas a cabo por los superhéroes que todos aman, la serie sigue utilizando a la violencia como un mecanismo para criticar precisamente a aquello que nos cautiva. Como espectadores podemos apreciar la ultraviolencia de las cabezas que estallan, los enemigos convertidos en puré o los rayos lásers que incineran, pero en The Boys siempre dejan los puntos suspensivos en su narrativa, para cuestionar ese mismo deleite por la destrucción y los daños colaterales cuando los inocentes están involucrados.

Quizás por eso lo mejor de The Boys sigue siendo el hecho de que sus realizadores manejan muy bien a los hilos principales y secundarios de su relato, en base a una columna que se tuerce tanto como los valores y principios de aquellos que están en pantalla. Lo mismo solo ayuda a fomentar el misterio en torno a corporación Vought, que temporada a temporada nos va a ir preparando el camino para lo que inevitablemente será el enfrentamiento sin cuartel entre todos los involucrados.

Pero en ese escenario, lo mejor de todo sigue siendo Homelander, quien está aún más desatado en la nueva temporada y sigue siendo el punto psicótico que convierte en un impredecible a todo lo que esté por venir. Como audiencia podemos crearnos varias teorías sobre lo que está por venir en los siguientes capítulos, pero el jefe de the Seven sigue siendo el wild card. El comodín que puede soltarse de las amarras de la corporación para cambiar todo el escenario en un santiamén.

Ese factor impredecible sigue siendo potenciado en la serie, abriendo el abanico de posibilidades hacia el futuro de una forma muy distinta a lo que actualmente pueden ver en su pantalla de elección. En otras series nos habrían contado con lujo de detalles lo que sucede una vez que Butcher tiene una revelación como la que marcó al fin de la temporada anterior. Pero The Boys no está para eso y eso es justamente la que la hace tan diferente a la norma.

Los tres primeros episodios de la segunda temporada de “The Boys” se estrenarán en Amazon Prime Video el próximo 4 de septiembre. A partir de ahí, un nuevo episodio debutará durante cada semana.