Casi desde el primer episodio de la tercera temporada de The Mandalorian surgieron las críticas contra la serie en redes sociales.
Que ya no era lo mismo, que el nivel bajó súbitamente o que había perdido el rumbo. Inclusive proliferaron los mensajes que postularon que la propia historia era aburrida, casi como una mera expansión de The Book of Boba Fett, la cuál terminó instalándose como una temporada 2.5 de las aventuras del Mado y su Yoda Guagüito.
Pero a pesar de que no estaba de acuerdo inicialmente con esos postulados, poco a poco comencé a ver baches. Y una vez que fue estrenado el tercer episodio, titulado “El Converso”, simplemente vi las grietas.
Aunque no se sintieron presentes en las dos elogiadas primeras temporadas, las hendiduras ahora estaban expuestas completamente. En ocasiones en primer plano, sacando a relucir decisiones que se sentían foráneas a la narrativa central, casi como reflejando que el propio éxito de The Mandalorian causó efectos adversos.
También se establecieron de fondo, en elementos narrativos desarrollados solo para armar el futuro evento/película que dirigirá Dave Filoni, la cual conectará a todas sus series desde Clone Wars, en vez de potenciar más a la historia que estaban contando ahora.
Y en ese sentido, solo basta agregar que ese proyecto de película fue anunciado, mira tú, justo en medio de la temporada, durante el Star Wars: Celebration, por lo que no sorprende que el penúltimo episodio fuese ejemplo de una narrativa que se nutrió de cosas anunciadas con bombos y platillos en el evento.
Pero entrando en materia, los baches de The Mandalorian quedaron expuestos, por un lado, debido a que la serie dejó de estar encausada en base a sus dos personajes principales iniciales y, lamentablemente, tampoco logró levantar rápidamente la mochila que significó deshacer el final dado a Grogu en el último capítulo de la temporada anterior.
Más aún, su propio foco fue expandido para agregar en el medio a una cruzada para devolver a los mandalorianos a su mundo natal, lo que fue explorado inicialmente a cuenta gotas.
En ese sentido, cuando la serie se centraba en Mando y Grogu, recuperaba su valía. Cuando elaboraba por su cuenta a los mandalorianos, lograba ser interesante. Pero cuando intentaba hacer todo a la vez, la serie simplemente no lograba cuajar.
El mejor ejemplo de ello es Bo-Katan, un personaje celebrado más por su presencia en series animadas del pasado que por lo que terminó siendo de principio a fin en la tercera temporada. De hecho, en la conclusión, su rol quedó más como algo impostado, especialmente en la resolución dada a todo el tema del Darksaber, lo que reforzó la idea de que el personaje tuvo un lugar que nunca se ganó y que no logró salir de la sombra de Din Djarin.
Sumen al factor Grogu. Sin este, una tercera temporada enfocada solo en los mandalorianos habría dado para mucho más, pero la serie terminó resintiéndose irremediablemente por el paso atrás que representó su reinclusión en otra serie.
Quizás por eso peor aún fue el resultado cuando la narrativa central se desvío fuera de esos ejes, lo que explica la recepción tanto del tercer episodio como del séptimo, que para mi igual fue criticado más de la cuenta por los cameos de rostros famosos.
En ese sentido, la tercera temporada de The Mandalorian se resiente más por la comparación con las dos primeras temporadas que por estar en la línea de algo tan fallido como la serie de Obi-Wan. Al mismo tiempo, gran parte de la narrativa pudo haber sido condensada, ya que muchos elementos pudieron ser, como dice el meme, un mero e-mail.
Lo que queda a la larga es que el viaje logró compensarse en los dos últimos episodios, por lo que puedo entender a quien inclusive plantee que la serie logró redimirse. Pero también entiendo a quienes plantean que ya era demasiado tarde. Y aunque estoy más con el segundo grupo, también es necesario recalcar que padr al menos volvió a centrarse en lo que realmente siempre funcionó. La relación de un padre y su hijo adoptivo.
Sí, el villano Mof Gideon fue burdamente convertido en un Darth Vader de segunda, con todo y voz distorsionada, pero al menos su historia concluyó como se debía. Sí, la acción pecó en la ejecución, pero contó con momentos que salvaron la plata en el minuto adecuado. Y a pesar de que se potenció la idea de que en la resolución hubo factores muy anticlimáticos, también hubo secuencias que levantaron el vuelo.
A la larga, ese es el punto. A diferencia de las dos primeras temporadas, la más reciente etapa de la serie fue de demasiados altibajos. Y aunque uno puede celebrar con justicia cuando una serie de una franquicia tan querida logra tocar bien unas teclas, en ocasiones también se resiente cuando otras teclas están desafinadas.
Lo que queda a la larga es, como generalmente ocurre con Star Wars, una esperanza. La última imagen de The Mandalorian 3 vuelve a poner el acento en el lugar correcto y es de esperar que en el futuro simplemente no lo olviden.