Esto incluye spoilers.

Al momento de reseñar una película, especialmente en lo que concierne a un medio digital, siempre existe premura. Es una batalla contra el tiempo para entregar una impresión crítica en el marco de un estreno.

Sin embargo, con Thor: Ragnarok, necesitaba tomarme mi tiempo. Decidí que bajo el puente corriera toda el agua que la vitoreaba, ya que más que nunca necesitaba digerirla. La causa es simple: Detesté lo que representa la más reciente película de Marvel Studios.

No, no creo que sea una mala película. Obviamente no hay espacio para no reírse con sus diálogos y disfrutar a grandes rasgos la forma en que concretan el manejo de sus personajes que ya conocimos en el pasado.

Más importante aún, también no se puede obviar que existe verdadero valor en el avance que representa el trabajo sobre la definición de Thor, con el que finalmente encuentran un tono como personaje que sí funciona.

Son elementos como esos los que me causaron el gran conflicto interno, ya que también puedo argumentar que Thor: Ragnarok es la película de Marvel Studios más carismática. Muy bien dirán. ¡6 de 7 pese a la villana desaprovechada!. Todos contentos. Vayámonos para la casa. Pero no.

A la larga mi aversión hacia esta producción radica en lo que para mi implica: la muerte total de la aspiración a que las películas de este universo cohesionado tengan fondo y no solo sean el chiste momentáneo.

Un deseo como ese no debiese extinguirse, especialmente teniendo en cuenta que Capitán América: El Soldado de Invierno sigue siendo la gema que supo poner en la balanza tanto lo que estaba en juego, como lo que debía acoplarse en base a chistes con el resto del universo. Hail Hydra. Pero se extinguió para mi.

Con Thor: Ragnarok declaró lo que me negaba a decir: bajo los brazos y me sumo al conformismo de no darle más vueltas, esta será la última. Ahora siento más que nunca que Los Guardianes de la Galaxia iniciaron la verdadera segunda fase de Marvel Studios y esta nueva producción, que marca el fin de todo ese proceso, representa la total JamesGunnización de estas películas.

Es decir, es la fórmula que ya ha sido completamente mecanizada, para dar una impresión de variedad que en el fondo no está existiendo y que está estudiada completamente para dibujar una sonrisa en vez de estremecer con algo más.

Pero ese algo más, simplemente no tiene cabida. Las palabras de Kevin Feige, quien sostiene insistentemente que cada una de sus producciones son distintas, ya parecen mera venta de pomada.

En el fondo, todas estas películas no son más que una figura Funko Pop. Seriadas, uniformes y creadas para que "todos" lo disfruten. Tienen variaciones, hay otras que realmente pueden ser distintas al resto en el exterior, pero están construidas con los mismos insumos.

Para ir un poco más al fondo, primero hay que tener claro que las películas de esta línea no tienen reparos a la hora de ser chistosas, porque existe una fórmula que ya dominan al revés y al derecho.

Más aún, el director Taika Waititi comanda esta producción a un nivel de holgura en ese ámbito que probablemente antes no se había visto. Pero, y este es mi gran pero, cuando una película se titula Ragnarok, hay cosas que debiesen primar.

El gran problema de Thor 3 en definitiva está en el hecho de que sus responsables no se restringieron, metieron el acelerador a fondo y agregaron chistes inclusive cuando estos no eran necesarios. Hicieron caso omiso de que hay ocasiones en que se requiere realmente de algo con más peso y, en una película como esta, los había.

En ese sentido, tengo claro en qué minuto surgió mi necesidad de hacerle la cruz: Mientras todo está siendo destruido, con Surtur preparándose para borrar a Asgard de la existencia, decidieron incluir un chiste de The Hulk que no solo golpeó al demonio gigante, sino también me llevó a decir: ¡Ya basta!

Si una película que se titula Ragnarok no logra establecer lo que está en juego en una destrucción forma, y aquí aspiran a hacerlo de una forma superficial que no llena, entonces lo único que queda es el uso de un título, una marca para vender la fórmula a la que estamos acostumbrados, en un nuevo envase que no cambia la figura seriada que está dentro.

Lo peor es que todo esto ya no me importa. Sí, quizás con un un 50% de los chistes, esta hubiese sido una película perfecta. Pero ahora más que nunca, aunque iba totalmente preparado a Thor: Ragnarok, y sabía a lo que me enfrentaría tras las 16 películas previas que teníamos de experiencia, me sentí abrumado y no estaba preparado para eso.

Con esto no le hago la cruz a las películas de Marvel Studios, pero es simplemente mi forma de dejar en claro que lamento realmente tener que llegar al punto de encontrarle la razón a todos aquellos que sostienen que no hay que pedirles más. La exigencia murió de risa.