SummerSlam 2018: La apresurada graduación de Ronda Rousey

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La ex campeona de UFC finalmente consiguió el título máximo de la división femenina, en un combate que no fue bien recibido por los fanáticos.


Desde su aparición como invitada en Wrestlemania 31, supimos que Ronda Rousey estaba en la mira para hacer grandes cosas en la empresa. La entonces campeona de UFC ya preparaba en su mente el retiro de las Artes Marciales Mixtas, luego de una carrera de cuatro años sin derrotas. El paso lógico, para estrellas de ese calibre, sería el mundo del entretenimiento.

Y para ser justos con Rousey, pudo haber tomado la ruta fácil, esa que la WWE deja que muchas estrellas tomen: convertirse en una suerte de invitada esporádica que aparece solo en momentos específicos. Pero desde su debut "en serio" con la empresa, en el pasado mes de Abril, Ronda Rousey ha dejado en claro que su idea es ser una superestrella más dentro del roster de la empresa. Una superestrella con ciertos tratos especiales: si bien aparece de manera periódica en RAW, sus peleas ocurren cada cierto tiempo y siguen siendo tratadas como grandes eventos, una suerte de Brock Lesnar femenino, pero que al menos si aparece todas las semanas y si sabe manejar el micrófono.

La WWE quiere que amemos a Ronda Rousey porque es, sin duda, la figura femenina más mediática con la que cuentan, y por lo mismo, una candidata al campeonato de la compañía desde el día 1. Sabíamos que tarde o temprano iba a pasar, pero en la lucha libre no importa tanto el cuándo, sino que el cómo.

Y en ese sentido, la forma con la que Ronda Rousey se convirtió en la campeona femenina de RAW no fue de las mejores.

El combate entre ella y Alexa Bliss era uno de los más esperados de la noche. Para muchos, debía haber sido la pelea estelar. Bliss, por un lado, se ha mantenido como una de las campeonas más dominantes tanto en RAW como en Smackdown, una villana hecha y derecha que logra ser odiada y amada a la vez. Rousey, por su parte, ya llegaba a su tercera pelea en un PPV, buscando venganza desde la vez en que la Diosa le impidió ganarle a Nia Jax.

Toda la lógica tanto de marketing como de lucha indicaba que esta sería una pelea hecha para coronar a Rousey, pero el problema es que se desarrolló de la peor manera posible.

La pelea fue básicamente un squash, un pleito de un sólo lado en donde Rousey dejó en ridículo a Alexa Bliss. Es cierto, Ronda Rousey se vende como la mujer más ruda del planeta y por eso tiene que parecerlo, pero una cosa es plantear tu rol como luchadora, y la otra es hacer que la campeona se viera como una muñeca de trapo.

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Tan sólo le bastaron cuatro minutos de batalla -la tercera más corta de la noche- para barrer con una luchadora que, haciendo trampas o no, le ha ganado a gran parte del roster femenino de la empresa. Una propuesta que fue injusta con Alexa Bliss, pero también con Ronda, quien en sus otros combates ha demostrado que también sabe recibir golpes y que a pesar de tener un estilo rudo, no siempre le sale todo como quiere.

Finalmente, lo que se consiguió con un final tan apresurado fue generar más anticuerpos a la figura de Ronda, quien perfectamente puede comenzar a verse como una versión femenina de Brock Lesnar, algo que si sería perjudicial para una división que hasta ahora si estaba evolucionando.

Habrá que ver como es que se trata el reinado de Ronda Rousey de ahora en adelante, considerando que Alexa Bliss se enfrentará a Trish Stratus en Evolution, el PPV exclusivo de mujeres, mientras que la ex UFC queda a la espera de una rival que o tenga la fuerza suficiente para contrarrestarla o esté dispuesta a ser humillada en el ring solo para enaltecer la figura de alguien que si bien se estaba esforzando, aun no necesitaba llegar a la gloria.

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