Habitualmente a la WWE se le critica por tomar decisiones seguras y elevar constantemente a las mismas estrellas. El mejor ejemplo es revisar a la lista deganadores del Royal Rumble en los últimos años, ya que surge una sucesión de nombres que, antes de ganar la clásica batalla real, ya habían sido campeones mundiales.
Desde el año 2007, evento en el que ganó The Undertaker, hasta la edición de este año, se repitieron una serie de luchadores que ya habían elevado el título mundial antes de ganar el clásico combate. John Cena y Randy Orton en dos ocasiones, Edge, Alberto del Río, Sheamus, Batista, Triple H e inclusive Seth Rollins. Las únicas excepciones fueron Roman Reigns, en 2015, y Shinsuke Nakamura, en 2018, y ambos posteriormente perdieron sus respectivos combates por el título mundial en Wrestlemania.
De ahí que la antigua idea de utilizar al Rumble para elevar a una nueva estrella, tal como pasó con Shawn Michaels, Stone Cold Steve Austin o Chris Benoit, parecía una tendencia desahuciada. Pero ahora la WWE, y las mañas de Vince McMahon, se la ingeniaron para elevar perfectamente en la edición 2020 a un talento que hace rato merecía el foco: el escocés Drew McIntyre.
Y para concretar dicha tarea con el antiguo miembro de 3MB fue necesario el poder destructivo de Brock Lesnar.
El actual campeón de la WWE, repudiado por su condición de part-timer, ingresó en el primer lugar del combate con una promesa: eliminar a cada uno de sus rivales para demostrar que no hay nadie a su nivel. Y así lo hizo.
Desde el ingreso de Elias, Lesnar despachó a 13 luchadores, concretando todo un récord de eliminaciones para un Rumble de 30 luchadores. Luchadores queridos fueron despachos, grandes figuras que supuestamente merecían rendir más fueron empujadas por la tercera cuerda e inclusive viejas glorias no estuvieron ausente de la fiesta.
Erick Rowan, Robert Roode, John Morrison, Kofi Kingston, Rey Mysterio, Big E, Cesaro, Shinsuke Nakamura, MVP. Todos cayeron ante el poder del dueño del F5, el luchador más importante de la WWE durante la última década. El mismo que con su actuación en la jornada, estaba elevando aún más alto las cotas de repudio hacia su figura.
El ingenio de la historia inclusive dio pie para algo no menor. Como CM Punk habló antes del evento, elevando a la figura del novato Keith Lee, su aparición fue vista como el momento de quiebre para la lucha. Una vez que Braun Strowman siguió después, todo parecía sentenciado para la racha de Lesnar. Pero el campeón se las ingenió para eliminar a ambos a la vez, concretando un tortazo notable que solo sirvió para dar más potencia a los abucheos. Y ahí estuvo la genialidad de lo que sucedió posteriormente.
Primero Ricochet entró en acción y luego apareció McIntyre, quien volvió a la WWE en 2017 e inclusive tuvo que pasar por NXT antes de retornar a la primera línea de la compañía. Y aunque Lesnar nuevamente parecía inclaudicable en su tarea, un golpe bajo de Ricochet y una Claymore Kick del escocés sellaron el destino del campeón, quien fue eliminado para dar paso a una de las más grandes ovaciones de la jornada.
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La jugada no solo solventó a McIntyre, sino que también lo estableció como la elección ideal para ganar el combate. Pero ahí, en el medio, estaban los rumores que elevaban nuevamente a Roman Reigns como seguro ganador.
Pero a diferencia de otras ocasiones, en donde la WWE jugó a la segura, finalmente aquí hicieron lo correcto. Una vez que sobre el ring solo quedaron Reigns y McIntyre, para definir al ganador, el eliminado fue aquél que no necesitaba ganar el Royal Rumble para estar en una de las peleas más importantes del próximo Wrestlemania.
Más importante aún, en la misma noche se solventó una rivalidad contra la fuerza imparable de Brock Lesnar y eso solo remarca lo bien pensado del evento, más allá de las habituales quejas sobre lo innecesario que era ver otra vez al campeón de la WWE como imbatible.
Ahora el piso será fértil para tener un combate novedoso y con un nuevo luchador peleando para lucirse en Wrestlemania. Y con Lesnar establecido como alguien demasiado duro de roer, lo mejor es que McIntyre ganase de la forma en que lo hizo. Y por eso la WWE, por una vez, hizo más que solo lo correcto.