"El miedo a la sangre tiende a crear miedo a la carne". Con esta frase comenzaba el video introductorio de Silent Hill, primer capítulo de la saga homónima lanzado hace exactos 20 años por Konami y Team Silent.

Sin haber contado con un mayor apoyo de la compañía, dada la 'rebeldía' de Team Silent ante sus órdenes, se convirtió fácilmente en el pionero del terror psicológico en las consolas.

Y es que su atmósfera tan siniestra, pero que a la vez era sutil, se instaló como algo que no habíamos visto antes dentro del género, en donde primaban esos sustos repentinos, las criaturas hambrientas de sangre o el encierro que nos ahogaba en Resident Evil.

¿Cómo llegamos a este lugar?

Silent Hill nos pone en la piel de Harry Mason, quien se dirige a dicho pueblo junto a su adoptada hija Cheryl. Mientras todo parece normal, un choque en su Jeep provoca que la pequeña se pierda, adentrándose el protagonista al nublado pueblo en su búsqueda. Siguiendo un posible rastro, llegamos a un oscuro callejón y es aquí cuando todo se nos complica...y nos asusta.

Una sirena de fondo -aspecto recurrente en el juego y la saga- nos advierte que algo ha cambiado, y efectivamente, al adentrarnos en el callejón, notamos que las cosas son muy distintas: hay sangre y óxido en todas partes, una camilla ensangrentada y una silla de ruedas abandonada adornan el lugar y unos extraños cadáveres marcan el final de la zona.

Mientras nos preguntamos qué rayos pasa, somos atacados por unos perturbadores niños blancos sin rostro ni rasgos particulares. Tras esto, quedaremos inconscientes sin mayor explicación.

https://www.youtube.com/watch?v=7d4mzvCo4MI

Tras tan confusa y aterradora escena, nos despertamos en una cafetería junto a Cybil Bennnett, una policía que nos entrega un arma para defendernos ante tan extrañas criaturas que rondan en las calles. Decidido, Harry inicia la búsqueda de su hija a través de esta realidad y la oscura y sangrienta dimensión paralela que conocimos en los primeros momentos del juego, lugar al que tendremos que volver más de una vez.

Todo esto mientras somos acosados por perturbadores monstruos aparecidos desde la espesa niebla, además de conocer personajes como el doctor Michael Kaufmann, la enfermera Lisa Garland o la principal antagonista, Dahlia Gillespie.

Sin adentrarnos demasiado en la trama para evitar spoilers, podemos adelantar que terminaremos encontrando una oscura conspiración para unir el alma de Cheryl con el de Alessa Gillespie, una niña con poderes psíquicos que, de acuerdo a las creencias de su madre Dahlia, dará a luz a 'Dios'.

Por esto necesita ambas partes de su alma, que fue dividida después de haber sido quemada durante un ritual de la secta controladora de la ciudad. Como Harry, deberemos evitar que las profecías de Dahlia se cumplan y liberar a nuestra hija de este peligroso rito.

Dependiendo de nuestras acciones, podemos tener distintos finales. Dependiendo de las decisiones tomadas, este puede favorecernos e irnos con la sensación de que todo salió bien, o simplemente podemos darnos cuenta de que todo lo que hicimos terminó de la peor manera. Para relajar un poco las cosas, existe una conclusión con un tono gracioso, que involucra nada menos que un Platillo Volador.

En términos de jugabilidad, es la de un Survival Horror pero mucho menos centrada en el combate, siendo esto algo complicado y con pocas capacidades de concretar, dadas las reducidas armas y municiones. Además, hay un cierto énfasis en puzzles de diversa complejidad, teniendo que cranearnos en más de una ocasión, junto con tener que devolvernos en busca de aquello que nos faltó o usar lo que finalmente nos costó obtener.

Lo que nos dio tanto miedo

Lo que tanto nos asusta en Silent Hill no son sus criaturas, más allá de que representen algo para el personaje usado, sino que su atmósfera tan siniestra y que no nos aclara en nada sobre que es lo que hay más allá.

Estamos solos, con armas mínimas para intentar defendernos de esos monstruos que salen desde esa niebla y con la preocupación de que nuestra hija está ahí afuera, sola y acechada por personas que la necesitan para sus oscuros fines.

A esto le sumamos la notable banda sonora de Akira Yamaoka, combinando lo mejor de la música dark ambient con géneros tan disimiles como el rock y el trip hop. Sin duda podemos considerar fácilmente a este aspecto como uno de los mayores logros del título, y definitivamente podemos decir que no sería lo mismo sin tan oscuro acompañamiento. No por nada las secuelas sin el Señor Yamaoka perdieron tanto atractivo.

Otro logro es también la elección del personaje. Aquí no tenemos a un atractivo soldado estadounidense experto en armas, sino que a un escritor de 32 años sin experiencia en combate y de facciones comunes y corrientes. Aquello funciona porque nos hace sentir como si uno de nosotros fuera parte de la acción, sin necesariamente asociarnos a un personaje idealizado, prefiriendo que encarnemos a alguien con una experiencia tan mínima como quien está jugando.

Si hay una influencia palpable dentro de Silent Hill (Y sus secuelas, especialmente la segunda), es la película Jacob's Ladder, del director Adrian Lyne y protagonizada por el gran Tim Robbins. Las similitudes con el llamado 'otro mundo' son clarísimas, especialmente al momento de pasar por el hospital.

Otras referencias a la cultura incluyen a El Mundo Perdido, de Arthur Conan Doyle, uno de los libros favoritos de Alessa, y el que la inspiró a pensar en las criaturas voladoras que tantas veces nos atacaron. Mismo caso con Alicia en el País de las Maravillas, en el que se basa uno de muchos puzzles del juego.

Más allá de la primera parte

El posterior éxito de Silent Hill dio paso a varias secuelas, aunque sin una relación directa excepto por la tercera parte, Silent Hill 3, en donde tomaremos el control de Cheryl (Bajo el nombre de Heather). Por más que no sean continuaciones directas de la historia, hay relación con el concepto de la ciudad y lo que significa para quienes tengan la desdicha de llegar ahí.

Si bien las primeras mantenían esa sensación de abandono, poco a poco se fue perdiendo, abocándose más al combate, junto con historias mucho más predecibles y menos desarrolladas. Todo lo bueno pudo haber vuelto con el cancelado Silent Hills.

Los videojuegos de terror no volvieron a ser lo mismo tras Silent Hill. Más allá de cualquier limitación que le podamos encontrar (Analizando muy rigurosamente quizás), logró imponerse como un referente del género dada su propuesta innovadora dentro de lo que a asustar se refiere.

Introducirnos en esa atmósfera nos causa algo todavía, y es imposible ser indiferente ante lo que se vive en las calles, o en recintos tan tétricos como el Hospital Alchemilla. Definitivamente, es un infaltable dentro del tan querido PlayStation. Ya son 20 años del mejor terror.