El plan familiar de Spotify se ha convertido en una de las formas más populares para hacer que los miembros del servicio de streaming pasen del servicio gratuito a la modalidad pagada, que es la que finalmente le interesa a la compañía que sus usuarios adopten.

La oferta familiar cuesta un poco menos que el doble que una cuenta Premium personal, pero con ellas hasta seis usuarios pueden agregarse al grupo para gozar de los mismos beneficios de cualquier cuenta premium: no tener avisos, poder descargar música y hacer tus propias listas.

Obviamente como el concepto de familia es muy amplio, muchos usuarios se tomaron la libertad de crear estas cuentas para usarlas con sus amigos. Otros, aún más ambiciosos, cobran dinero para poder subarrendar su cuenta premium y así recuperar lo invertido. El problema es que nada de esto está permitido.

Y es que la letra chica del contrato, esa que muchos optan por desconocer dice claramente que, para Spotify, solo pueden usar la cuenta familiar usuarios que vivan bajo el mismo techo, es decir, un concepto de familia mucho más tradicional. Independiente de si nuestros familiares directos viven en otro país, la cuenta familiar está hecha específicamente para gente que vive en el mismo lugar, y al parecer Spotify quiere que esto se cumpla a cabalidad.

Es por eso que la compañía ha comenzado a enviar solicitudes de ubicación por GPS para corroborar que efectivamente los miembros de las cuentas familiares compartan un mismo techo.

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La medida es considerada bastante invasiva por parte de los usuarios, a pesar de que no se trate de un chequeo constante sino que de uno puntual. Y tampoco hay una guía sobre en qué momento Spotify decide enviar estas solicitudes, o cada cuánto tiempo lo hará. Una petición que, de no cumplirse, puede revocar el acceso al plan familiar.

Y si bien es algo que efectivamente puede servir para evitar la venta de suscripciones a usuarios alrededor del mundo, tampoco es algo que entienda muy bien como es que funcionan la familias en el siglo 21.