La verdad detrás de la no tan misteriosa tabla de la Ouija

ouija

La tabla que supuestamente permite comunicarnos con los espíritus no obedece más que a un efecto psicológico involuntario y a mucho marketing


Se acerca la noche de brujas y con ello, comienzan a surgir todas esas historias de terror que algunas vez nos contaron cuando éramos más jóvenes. Fantasmas, casas embrujadas, muertos vivientes y espíritus que no nos dejan dormir. Y gran parte de esas historias comienzan con una tabla llena de letras, un puntero y un grupo de jóvenes e inocentes criaturas que se reúnen para comunicarse con el más allá.

La tabla de la Ouija es uno de los protagonistas que siempre suele aparecer en las historias de terror. Sus supuestos poderes para comunicarse con personas del más allá la han convertido en un objeto místico e incluso prohibido en algunas ocasiones por colegios y religiones más conservadoras por sus supuestos poderes extrasensoriales.

Pero en Mouse sabemos que los fantasmas no existen y que detrás de cada una de estas historias, por más increíbles que sean, siempre hay alguna explicación. Y en ese sentido, ¿Cómo es que funciona la tabla de la ouija?

Para quienes no saben como funciona, la ouija opera con un grupo de personas colocando un dedo sobre una suerte de flecha de madera que posee un agujero que se posa sobre cualquiera de las letras, números o símbolos de la tabla. Supuestamente, la concentración de todos los miembros de la mesa con su dedo apuntando al mismo lugar, hace que las energías del más allá muevan esta flecha, permitiendo que el espíritu converse con las personas.

El movimiento de esta flecha se puede deber a dos casos: a veces simplemente uno es el bromista que hace un movimiento intencional de una manera suave para que parezca que es producto del esfuerzo colectivo. Pero cuando no hay un cómplice activo, el causante del movimiento de la placa por la superficie es causado por nuestro propio inconsciente, en un efecto que en psicología se denomina efecto ideomotor.

Este efecto hace que una persona haga movimientos de manera automática y sin quererlo, respondiendo a ideas o emociones del momento. Mientras más uno crea en la Ouija, más se sugestionará a la mente para que realice los movimientos y por ende, todos terminan formando parte de un gran autoengaño. De allí que todos nieguen que estaban moviendo el puntero pues, en realidad, no lo hacen de manera consciente, y basta con que algunos lo hagan para que el resto siga el curso.

Pero quizás hay algo más relevante para entender la verdadera naturaleza del engaño de la ouija y se refiere a que sus orígenes, más que místicos y sobrenaturales son comerciales. Si bien la tabla se puede basar en antiguas tradiciones chinas, la tabla de la ouija como la conocemos fue introducida al mercado de Estados Unidos por un negociante llamado Elijah Bond en 1890. Sí, la ouija es un instrumento de comunicación tan místico que recibió una patente de invención y comercialización en 1891.

El nombre "Ouija" proviene de la combinación de las palabras Oui y Ja, que significan Si en francés y alemán respectivamente, y no tienen ningún otro significado místico.

La tabla comenzó a venderse entonces con propiedades esotéricas añadidas simplemente para poder vender más unidades y hacer más ricos a sus inventores. En 1966, sus dueños originales vendieron la licencia del producto y el negocio a Parker Brothers y en 1991, la marca pasó a ser parte de Hasbro. Todas, por si no se han dado cuenta, compañías de juguetes.

Por lo que cada historia extraña que escuchen sobre la ouija no es más que parte de la campaña para darle más misticismo a un producto que de sobrenatural, no tiene nada. ¿Y las dos películas de la serie La Ouija lanzadas en 2014 y 2016? También son parte de Hasbro Films.

Y todo esto es parte del mito. Y la idea tampoco es dejar de jugar. A veces pueden pasar cosas entretenidas o es una buena dinámica para asustar a un amigo o jugar a que los fantasmas existen. Pero si nos vamos a la realidad del asunto, la tabla de ouija tiene menos sustento que una bolsa vacía de dulces de Halloween.

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