¿Se imaginan a la épica historia de El Señor de los Anillos dirigida por Quentin Tarantino? Samuel L. Jackson habría sido Gandalf, Gollum habría hablado con más de alguna grosería y probablemente la cinta habría pasado a llamarse Kill Billbo.
Toda esta locura pudo haberse hecho realidad, según revela el nuevo libro "Anything You Can Imagine: Peter Jackson & The Making of Middle-Earth", la que revela muchos detalles hasta ahora desconocidos por lo que tuvo que pasar Peter Jackson para poder hacer su ahora mítica versión cinematográfica de la obra de Tolkien.
El hombre detrás de esta idea no era nadie más que Harvey Weinstein, el cuestionado productor de Hollywood acusado de abusos sexuales, cuyo temperamento lo hacía realizar las amenazas más radicales. El relato cuenta que Weinstein no estaba contento con la idea de Jackson de dividir la historia en capítulos. Inicialmente, Jackson estaba trabajando en la saga del Señor de los Anillos como una serie de dos películas, lo que a Weinstein ya le parecía excesivo y un malgasto de dinero, al punto de que llegó a amenazar al director para decirle que si no seguía sus lineamientos, tenía listo un contrato con Tarantino para reemplazarlo.
La idea de Weinstein era contar toda la historia del Señor de los Anillos en dos horas, lo que significaba entre muchas otras cosas, eliminar toda la secuencia del Abismo de Helm, al Balrog e incluso a Saruman.
"Literalmente iba a decepcionar a toda la gente que leyera el libro", cuenta Jackson en el libro, lo que obviamente lo hizo perseverar en su idea.
Finalmente Weinstein se aburrió y desafió a Jackson y su equipo que intentaran ver si podían vender su idea de adaptación a alguien más. Por fortuna en New Line Cinema les gustó tanto que no sólo aceptaron las dos películas sino que agregaron una tercera. Y el resto, ya es historia.