Quizás Marvel Studios es el mayor castillo que gobierna sobre el cine de superhéroes hoy por hoy, pero existe una máxima que no puede evadir: su sucesiva grilla de lanzamientos carece de una película que llegue a cotas tan altas como las que alcanza The Dark Knight de Christopher Nolan.
Mientras el estudio comandado por Kevin Feige se caracteriza por realizar películas que siguen una fórmula, que por muy divertidas que terminen siendo, igual están diseñadas por un comité, la película del Caballero Oscuro representa la antítesis. Es una película de autor que toma el concepto de Batman, para adaptarlo a un entorno que no se había visto antes en el cine. Por eso contrasta con aquellos blockbusters esquematizados para garantizar la existencia continúa de un universo cohesionado.
Quizás la más grande diferencia entre la obra de Nolan y los productos estrella de Marvel Studios radica en el hecho de que no solo The Dark Knight es un cambio de timón importante respecto a lo que hizo su director en Batman Begins, sino que también es una reinvención sobre la marcha que perfectamente funciona como un producto contenido que no requiere de los nexos con más películas. Tomen, por ejemplo, el cambio de actriz en el rol de Rachel Dawes.
The Dark Knight además es la película definitiva sobre un superhéroe sin poderes y refleja un estudio sobre lo que son y representan sus personajes. Ahí tienen la idea de que Bruce Wayne nunca será feliz mientras exista Batman. Por el contrario, el hombre murciélago no puede existir con un Bruce Wayne que sea feliz junto a la mujer que ama.
Pero quizás el elemento más demoledor a favor de The Dark Knight lo representa la gran actuación de un agente del caos. El Joker interpretado por Heath Ledger se instala como una fuerza caótica, oscura y brillante, sin pasado ni orígenes, que contrasta con la idea de un Batman que está al margen de la ley, porque de otra forma no funcionaría.
De hecho, siempre se ha establecido que los villanos de Marvel rara vez están a la altura, pero ni siquiera sus mejores exponentes antagónicos llegan al nivel de ese temible payaso incontenible. Sin lugar a dudas, lo que logró Ledger con ese personaje es algo emblemático que perdurará más que cualquier simple chasquido de dedos.
Además, y más allá del componente adicional que representa Dos Caras para cerrar la idea de la corrupción sobre los caballeros blancos y los civiles en general, el Batman y el Joker de The Dark Knight son el ying y el yang que representan un tratamiento de personajes que está bastante ausente en las apuestas de superhéroes más superficiales, pues están entrelazados no solo en términos de representación, sino que también de discurso. Es lo que la hace perdurar más allá de que su estreno se haya concretado hace una década.
Por otro lado, los elementos criminales que tienen una clara influencia del Heat de Michael Mann se suman a los ingredientes base de una película que saca partido a la idea de la escalada de violencia en la sociedad y que, al mismo tiempo, no sigue las clásicas construcciones que marcan al cine de superhéroes. En su propuesta no están ni los agujeros en el cielo, ni la búsqueda de McGuffins, ni los chistes agregados con forceps que marcan a la fórmula M.
The Dark Knight también hizo todo lo que hizo antes de tiempo, en una instancia en la que el género aún no explotaba en su moda actual. Su irrupción, la influencia que genera y lo que sigue representando al día de hoy, deja a la sombra todo lo que se está haciendo actualmente con Marvel Studios a la cabeza, sencillamente porque se atrevió a hacer y deshacer sin mediar reparos sobre el futuro de secuelas, de las historias que estaban por venir. The Dark Knight fue una película pensada como película y no como un mero episodio seriado y eso la hace brillar en la comparación.
Inclusive tomen el hecho de que esta fue una adaptación que tomó una idea tan de cómics como son los superhéroes, para hacer su propia jugada que está más interesada en el escenario, en el entorno, más que en las capuchas y efectos digitales. Sin embargo, tampoco reniega de esos elementos, los aprovecha para contar una historia única y terminó gestándose como una obra de superhéroes que no es un mero producto.
A 10 años de su estreno, la película de Christopher Nolan opaca a todo el cine de superhéroes que se ha armado en torno al negocio de Marvel Studios y, por ende, también al resto de superhéroes, incluidos los propios esfuerzos nimios de Warner para replicar lo que no puede ser replicado con sus Man of Steel y Batman v. Superman. Solo un par de apuestas, como Logan y el Soldado de Invierno, han seguido la más importante línea de todas: no caer en las esquematizaciones del negociado.
The Dark Knight se adelantó a toda la moda, logrando de paso un nivel de influencias no menor - incluyendo los propios Premios Oscar - y sin duda seguirá brillando porque es una obra maestra del género. Le pese a quien le pese, es ese tipo de propuestas las que perduran en el tiempo.