La proliferación de aplicaciones de transporte como Uber han llegado para facilitarnos la vida, pero ¿a qué costo? Por un lado está el transporte establecido como los taxistas, quienes han visto en estos sistemas digitales una amenaza a su negocio, sobre todo en países donde la operación de estas aplicaciones no está normada.

Pero también existe un impacto con respecto al tráfico y la contaminación. Miles de personas que antes optaban por el transporte público o simplemente por caminar, ahora prefieren llamar un Uber para recorrer distancias que de otras formas habrían recorrido de maneras más eficientes y menos contaminantes, haciendo que hayan más autos en el camino, contaminando más y creando más tráfico.

Pero la compañía está consciente de esto y según su Director Ejecutivo, Dara Khosrowshahi, la empresa está dispuesta a empezar a implementar cambios para reducir el flujo de automóviles que ellos mismos han creado. ¿La solución? Dar nuevas opciones limpias, pero por sobre todo, personales, para quienes tengan que hacer viajes más cortos.

"A la hora punta, es muy ineficiente que una mole de una tonelada de metal sirva para llevar a una persona por 10 cuadras", dijo el ejecutivo en una entrevista a Financial Times.

La idea es que para viajes cortos, Uber pueda crear una red de arriendo de bicicletas y scooters eléctricos, a los que sus usuarios puedan acceder con cobro directo a la aplicación. En abril de este año, Uber compró un servicio de arriendo de bicicletas llamado Jump, con el que están operando en Nueva York, Washington, Denver y próximamente en Berlin, por lo que hay planes de internacionalizar su propuesta. Los scooters, en cambio, son parte de una alianza con una empresa londinense llamada Lime.

La compañía sabe que hace menos dinero ofreciendo estas alternativas, pero a la larga, será beneficiario tanto para los usuarios como para la ciudad, pero también es una alternativa que ayuda, a su juicio, a fidelizar la marca de Uber para el futuro.