Considerado uno de los ídolos juveniles del momento, Enrique Iglesias asumió la responsabilidad de protagonizar la quinta noche del festival de festivales en el 2000. Y su presentación, que bordeó la hora y media, bastó para dejarlo eternamente en la historia del certamen. Bueno... rectifiquemos. No fue, estrictamente, su presentación.
Veamos: el inicio se encargó de presagiar que las cosas no andarían del todo bien. Histeria generalizada, gritos ensordecedores y, posteriormente, durante el bis, dos desmayos consecutivos que terminaron con las jóvenes en la enfermería de la Quinta Vergara: el saldo que provocó la figura del cantante español, autor de "Experiencia religiosa", entre otros 'hits' de la época.
Pero no sería todo, no. El hijo de Julio tenía preparada otra "sorpresa" para ese domingo 20 de febrero. Una suerte de acto final: el que transformó los vítores iniciales en despiadados abucheos, el del amor al odio, el que instaló a Iglesias, para siempre, en "la lista negra" de Viña.
Como suele suceder con los artistas de moda, el "Monstruo", liderado por las fanáticas del español, se rindió a sus pies y, tras una pila de éxitos, se unió en un coro enfervorizado exigiendo que se le entregase la "gaviota de plata", por entonces estatuilla del certamen, para premiar la presentación. El comienzo del final.
Enrique, vestido con la mítica reebok de la selección y el 11 del "Matador", visiblemente emocionado después de recibir el premio, quizás motivado por las palabras de Vodanovic y Bolocco y los gritos de sus "groupies", o quién sabe pensando en qué, rompió el protocolo y lanzó su trofeo al público. La cara de los animadores, y principalmente de Vodanovic, lo decían todo: el desconcierto se apoderó de la Quinta Vergara.
El público viñamarino instantáneamente comenzó la pifiadera sobre el artista. Lo asumieron como una falta de respeto. Bolocco, rápida, intentó calmar el tenso momento, buscando a la fanática que había recibido el premio. Iglesias, que segundos antes había expresado: "Esto es más vuestro que mío", no entendía qué pasaba. Para él, lo que hizo estaba perfecto. Pero la realidad marcaba todo lo contrario: dos fanáticas resultaron heridas por las puntas de la "gaviota".
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"Dos mujeres, de 38 y 19 años, resultaron con cortes superficiales, la primera en la parte inferior del labio y la otra en una de las falanges de un dedo", constató, en aquella oportunidad, el mayor Carlos Ovalle, prefecto de Carabineros de Viña del Mar.
Por su parte, el español, nervioso, y acompañado por Oriana, una de las fanáticas lesionadas, se limitó a señalar que "no soy perfecto sobre el escenario".
Oriana, en tanto, aseguró que "yo recibí la gaviota cuando la lanzó, y después entre el ir y venir me golpeé con ella en la cara. Pero ahora estoy bien y al lado de Enrique". También recibió un par de discos autografiados. Toda una "experiencia religiosa".