Una de las maravillas del mundo de mesa es como a través de sus diseños, es posible crear experiencias competitivas y entretenidas a través de las temáticas más extrañas. Si al comienzo las aventuras de tableros estaban asociadas a dragones, mercaderes, zombies y magnates inescrupulosos, el mundo de los juegos de mesa modernos ha encontrado inspiración en las cosas más insólitas: juegos sobre plantaciones de porotos, crear arrecifes de coral o gatos que explotan.
Y muchos de esos terminan siendo exitosos. Sin ir más lejos, el juego de mesa revelación del 2018 y ganador del Juego del Año fue Azul, un título en donde los jugadores simulan crear azulejos para un antiguo rey portugués.
Y es dentro de este mar de ideas quizás demasiado sencillas como para convertirse en videojuegos que Elizabeth Hargrave decidió probar suerte en este mundo y lanzar sus propios juegos de mesa. Su primer experimento se llamó Tussie-Mussie, un juego de cartas sobre el lenguaje victoriano de las flores. Algo que no le valió ningún contrato de publicación masiva, pero que si la animó a seguir volando más alto.
Su segunda idea sería más ambiciosa, pero con una temática igual de sencilla. Combinando su pasión por la observación de aves y su conocimiento casi enciclopédico de ellas, es que Elizabeth creó un juego gigante llamado Wingspan. En Wingspan, los jugadores toman el rol de conservadores de aves, quienes compiten por tener el aviario más grande y diverso. Para ello, deberán pasar sus turnos consiguiendo comida, buscando aves y colocándolas en sus entornos preferidos, para luego hacerlas poner huevos, una de las múltiples formas de hacer puntos de victoria.
La idea llamó la atención de Jamey Stegmaier, co-fundador de la editorial Stonemeier, un gigante que surgió desde el mundo de Kickstarter y que ahora vuela con alas propias. Stonemeier no ha tenido miedo de hacer juegos con temáticas extrañas: Viticulture, sin ir más lejos, uno de sus títulos más alabados, es sobre hacer vinos. O Scythe, probablemente su obra más popular, que es sobre una distopía soviética con mechas y granjeros.
Dentro de ese mundo, Wingspan pareciera ser otro juego más de la lista. Pero lo que llama la atención del título es, precisamente, su atención por el detalle. En jugabilidad, no es nada muy diferente a otros títulos de construcción de motores de cartas, como Terraforming Mars, Race for The Galaxy o Gizmos. Pero todo a su alrededor está construido para sentirse como un juego que nunca antes habíamos visto.
Partiendo por sus cartas. El mazo de Wingspan, de donde vienen las aves que tendremos en el juego, está compuesto por 170 pájaros únicos, con ilustraciones, descripciones, valores y habilidades diferentes. Los pájaros fueron trazados de manera realista por dos artistas de origen latino: Ana María Martínez Jaramillo y Natalia Rojas, y pueden verse hasta en Instagram.
Pero las cartas son solo el comienzo: todo en Wingspan está hecho de manera temática para reforzar esta fantasía emplumada. Los dados de madera, por ejemplo, se lanzan a través de una torre con forma de casita de madera. Los tableros simulan ser cuadernos de observación de aves. Incluso los huevos de plástico incluidos son de colores diferentes, aun cuando en el contexto del juego, todos valen lo mismo. ¿Por qué se diseñó así? Para que fuese lo suficientemente atractivo como para llenar las redes sociales de fotos y hacer la experiencia de juego algo menos monótono.
"La clave para mi no son los pájaros, sino que la satisfacción de ir recolectando objetos bonitos" dijo Hargrave en una entrevista que le hizo The New York Times, medio que también ha caído rendido a los pies de esta revolución aviar.
Wingspan fue lanzado de manera oficial la semana pasada y su popularidad ya ha traído varios problemas a su editorial, la que ya agotó su primera y segunda edición, y que ya va rumbo a una tercera que esperan lanzar en el mes de mayo. Inicialmente pensaron que con 10 mil copias tendrían la demanda cubierta, pero luego el juego se convirtió -hasta hoy- en uno de los títulos más anticipados de foros especializados como Board Game Geek. De hecho, hoy está en la cima de "The Hotness", el ranking de popularidad que es como el Billboard de los juegos de mesa.
Algo que también se espera para la llegada de la edición en español del juego, que según informa Maldito Games, saldrá al mercado el 11 de abril, pero del cual aun no se abre ningún proceso de preventa.
Por ahora, mientras Stonemaier y Hargrave sacan cuentas alegres mientras tratan de lidiar con el inesperado éxito de su idea, se espera que ya se esté trabajando en nuevas expansiones que probablemente agreguen nuevos pájaros y elementos lindos para fotografiar a un juego que se ha vuelto tan valioso como fotografiar a un ave en peligro de extinción.