Lo de anoche en Elimination Chamber no fue nada más que una crónica de un triunfo anunciado. Prácticamente desde el fin de Wrestlemania 33, la WWE inició un plan que claramente buscaba enfrentar a La Bestia contra El Perro por segunda vez en el evento más importante de la empresa.

Lesnar comenzaría a defender su título frente a los más fuertes de la compañía, ganando sin esforzarse mucho en cada ocasión. Por su lado, Roman Reigns iniciaba un camino de victorias limpias, una reunión con The Shield y un trabajo intenso para su personaje y así aplacar parte de las pifias que el luchador recibe alrededor del mundo. Su victoria sobre John Cena en No Mercy fue el relevo necesario para pasar de Super Cena Super Roman.

Y por eso, a nadie le sorprendió el resultado que vimos anoche en la lucha estelar de Elimination Chamber. Un resultado anunciado hace meses, pero que, como suele pasar con esta compañía. tuvo grandes problemas de ejecución durante el evento. El principal problema de la Elimination Chamber de anoche tuvo un sólo nombre: Braun Strowman. Y no porque lo haya hecho mal, sino que todo lo contrario. Strowman simplemente se lució y arrasó con todo a su paso, eliminando a cinco de los siete participantes hasta llegar al duelo final contra Reigns.

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Hablamos de un Strowman que recibió todos los finishers de sus rivales y los sacaba sin problemas, pero que al final no pudo frente a dos lanzas de Roman Reigns, que fueron las que le dieron la victoria. La lógica de la WWE tiene que haber sido queremos que Reigns se vea fuerte, pero en realidad se vio como el aguafiestas. Un cambio sencillo habría cambiado todo: si por ejemplo, Seth Rollins eliminaba a Strowman y quedaba en el duelo final contra Reigns, el samoano habría quedado como el tipo que vengó al Monstruo entre hombres. 

Y es que al final de la pelea, Roman terminó siendo abucheado nuevamente, y Strowman, poniéndose de nuevo el sombrero de el empleado del mes, entró a la cámara para rematar a Reigns en el piso y así calmar un poco al público. Una herramienta sucia, pero efectiva.

Porque al final, lo único que pedíamos era que, si el plan siempre fue Reigns, que al menos se hiciera contando una buena historia.

Ahora, ya sabemos que es lo nos depara el destino del posible evento principal de Wrestlemania 34 y lamentablemente, esta vez no hay maletín que pueda salvarnos.