A pesar de haber estado ya en esta situación, la lucha de este domingo será la más importante de toda la carrera de Roman Reigns. Si su enfrentamiento contra Brock Lesnar termina siendo el evento principal de la noche (el cual sólo podría ser reemplazado por el deseo de figuración mediática que tendría el debut de Ronda Rousey), se convertirá en la segunda superestrella de la WWE en la historia que protagonizado la lucha estelar de la vitrina de los inmortales, después de Hulk Hogan.
Y no se trata de una estadística menor, ya que refleja todo el esfuerzo que la WWE ha colocado durante los últimos cuatro años para convertir a Reigns en la nueva cara de la WWE. Un camino que no ha estado exento de polémicas, de un mal manejo del talento y de decisiones apresuradas que terminaron haciendo más mal que bien a la figura de Reigns.
Un camino que comenzó, literalmente, de la peor manera posible, cuando Roman Reigns gana el Royal Rumble del 2015, recibiendo uno de los mayores abucheos que se tengan memoria, uno que ni siquiera La Roca logró aplacar.
El Royal Rumble de 2015 fue el punto de inflexión para Reigns, luchador que pasó gran parte del 2014 lesionado, y que de pronto regresaba y de la nada se ganaba el derecho a luchar en elevento principal de Wrestlemania frente a Brock Lesnar, el mismo rival con el que este año cerrará su ciclo.
La noche del Wrestlemania 31 finalmente fue salvada por Seth Rollins, quien con su maletín sorpresivo se impuso frente a ambas moles y finalmente se quedó con el campeonato, iniciando así su reinado como parte de la Autoridad. La pelea entre Reigns y Lesnar quedaría, así, sin revancha, hasta cuatro años más tarde. En ese tiempo, el camino de Roman Reigns para ser la principal estrella de la empresa comenzó a pavimentarse. Ya sin los errores burdos del pasado, pero sin hacerlo perder de vista.
Hay que ser ciegos para no darse cuenta que, si bien no es perfecto, también ha mejorado bastante en sus habilidades al pelear (aunque su arsenal siga siendo algo monótono) y sobre todo, en su micrófono.
Reigns volvería el 2016 a Wrestlemania a derrotar a Triple H por el campeonato mundial de la compañía, su primer gran triunfo, y al año siguiente, Reigns volvía a ser el evento estelar al derrotar y al parecer retirar de una vez al Undertaker, quien tras la pelea colgó su sombrero y sus guantes en el ring. En paralelo, Brock Lesnar había ganado el Campeonato Universal de manos de Goldberg, iniciando así dos caminos paralelos que simplemente buscaban prepararnos para la pelea de este domingo.
Por un lado, Lesnar simplemente estuvo imbatible. Todo el año de Brock sirvió para mostrar que nadie puede derrotarlo. Por sus manos pasaron Samoa Joe, Braun Strowman, Kane e incluso A.J. Styles en el duelo de campeones de Survivor Series. Todas estas victorias hechas simplemente para hacer que el triunfo de Reigns sea mucho más significativo.
El año del samoano, por otro lado, estuvo lleno de altos y bajos, y de ayudas de todo tipo: comenzo el año en lo más alto con su feudo con Braun Strowman, el que definitivamente levantó a las dos estrellas, luego fue cubierto por Lesnar en la batalla de cuatro esquinas de Summerslam, para luego recibir las dos mayores ayudas de toda la WWE: derrotar a John Cena, en una lucha que fue el paso de antorcha de la antigua cara de la WWE a la nueva y luego una Reunión de The Shield que finalmente no le sirvió por un virus que lo atacó ese fin de semana.}
Fue campeón Intercontinental por dos meses para finalmente ganar Eliminaton Chamber y cumplir con su destino.
Todas las cartas parecen estar echadas, por un lado a Lesnar se le acaba el contrato y todo este año lo han estado preparando para su gran derrota. Y Reigns, en tanto, ha recibido el trato, la exposición y el entrenamiento para celebrar a lo grande este domingo.
Se quiera o no, este Wrestlemania será la graduación de Reigns como el nuevo rostro de la compañía, y de ahora en adelante, de él dependerá si se trata de un alumno destacado o si pasó simplemente por caerle bien a los maestros.