En un escenario llamativo, sin mujeres y multimillonarios con turbantes en los sillones de primera fila, la WWE desarrolló su evento especial "Greatest Royal Rumble" realizado en Arabia Saudia.

Todo comenzó con la pelea que convocó a dos de sus mayores iconos: Triple H, yerno del dueño y uno de los ejecutivos más importantes de la compañía, y John Cena, con una carrera en Hollywood cada vez más relevante.

De fondo, los recursos puestos en la realización del evento, gestado más como promoción de Arabia Saudita que otra cosa, permitieron que los fuegos artificiales fuesen una constante. Hubo mucho derroche en un Greatest Royal Rumble que hace un par de meses no estuvo en los planes de nadie.

La pelea fue vendida bajo una idea: hace ocho años que ambos luchadores no se enfrentaban y el King Abdullah Sports City Stadium, en la ciudad de Yeda, sería la ocasión para constatar cómo ambos luchadores entregaron sus técnicas tradicionales, dejando en claro que se conocían de forma perfecta.

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Sobre la pelea, digna más de una exhibición que de un PPV propiamente tal en el que hubiese una historia en juego, solo basta remarcar que el cierre se concretó luego de que Triple H lograse resistir un Ajuste de Actitud, y John Cena hiciese lo propio con el Pedrigree.

Y tal como era de esperarse, todo concluyó con John Cena alzándose con la victoria, tras dar pie a una secuencia llamativa en la que HHH no pudo hacer nada ante su ajuste de realidad.

Posteriormente, Cena agradeció a las autoridades árabes y reconoció que no se perdería el evento pese a los sucesos que han marcado recientemente su vida personal.

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Más aún, Arabia Saudita dejó de inmediato en claro que no un tradicional escenario de lucha libre, ya que el multicampeón recibió un nivel de ovaciones mayor de lo acostumbrado. Los "John Cena Sucks" estuvieron completamente ausentes de la velada.