Enzo Ferrari sabía que su legado perduraría cuando falleció el 14 de agosto de 1988. El piloto y empresario automotriz italiano -fundador de Ferrari- era dueño de una pasión casi desmedida por los autos y el mundo motorsport. Ferrari estaba seguro de que tenía la fórmula para hacer los mejores y más rápidos deportivos del mundo. La clave, no era un secreto para nadie. El apodado Commendatore ponía casi total énfasis en el motor que movía a las unidades que salían de la fábrica de Maranello. Incluso aseguraba que la aerodinámica era cuestión &"de fracasados que no sabían construir motores&".
Y la lógica dio resultados. Ferrari se transformó en una actor que marcó la pauta en materia de deportivos. La firma comenzó a traspasar su experiencia de la Fórmula 1 a sus autos de calle. En la máxima competencia de la FIA, la scuderia ha sido la única estructura presente en todas las temporadas de la historia, además es el equipo más ganador con 229 victorias y 31 campeonatos (15 de pilotos y 16 de constructores).
Su último orgullo
Hablar de un deportivo Ferrari es referirse a un auto de prestaciones excepcionales y en el que ningún detalle se ha dejado al azar. La historia del fabricante italiano está plagada de modelos que marcaron una época. Tal vez uno de los más insignes en la selecta galería del Cavallino es el Ferrari F40.
El bólido que estuvo en producción entre 1987 y 1992 llegó como la última gran satisfacción de Enzo Ferrari. El empresario, ya nonagenario, quería devolverle el prestigio a Ferrari, que en los últimos años había visto cómo había cedido terreno ante sus competidores alemanes e, incluso, con su vecino Lamborghini.
Enzo Ferrari pidió construir un deportivo que devolviera a él y los trabajadores el orgullo de ser parte de la compañía. Así nació el último Ferrari de vieja escuela, el F40. El modelo, cuya carrocería es obra del diseñador de Pininfarina Leonardo Fioravanti, se caracterizó por una mecánica basada en un motor V8 de 3.0 litros twin-turbo que generó 471 Hp (477 en Estados Unidos). El bloque de disposición central trasera, iba asociado a una caja manual de cinco velocidades.
El tracción trasera, que llamaba la atención por sus focos retráctiles, tomas de aire en los costados y gran alerón trasero, era capaz de alcanzar los 100 km/h en 3,7 segundos y de recorrer un kilómetro en solo 19,5 segundos. Al F40 pronto le salió competencia al camino. Lamborghini lanzó el Diablo, pero el Ferrari no se amilanó y sus prestaciones superaron al también recordado modelo de Sant&"Agata Bolognese. Era una lucha de alto linaje.