A 70 años del primer Gran Premio de Fórmula 1
El 13 de mayo se cumplieron siete décadas del día en que se disputó el GP de Europa, la primera fecha de la Fórmula 1, donde Giuseppe Farina se quedó con el triunfo al mando de un Alfa Romeo, modelo fue escondido en una granja para que no fuese robado durante la II Guerra Mundial.
El pasado 13 de mayo, el automovilismo conmemoró un día histórico. Se hizo a distancia, de manera remota, sin la grandilocuencia que la ocasión ameritaba. La pandemia arruinó lo que no debía ser un día cualquiera, puesto que se cumplían 70 años desde que, en el circuito de Silverstone, en una antigua pista de la Real Fuerza Aérea Británica, se diera inicio a la primera fecha de la Fórmula Internacional, serie que pronto se reconocería en todo el planeta como Fórmula 1.
El mundo vivía una época de renacer por aquellos días. Pese a que los estragos de la Segunda Guerra Mundial aún se sentían con fuerza en Europa, el deseo de levantarse y de comenzar a disfrutar de grandes eventos poco a poco tomaba forma. Así fue como en 1949 se dio inició al Mundial de Motoclismo y un año más tarde, la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) recogió el guante y daba forma a un campeonato que agrupara a los Grandes Premios del Viejo Continente, los mismos que habían ganado notoriedad en el período entreguerras.
Así, con un reglamento que se había establecido antes de que la Alemania de Hitler invadiera Polonia -motores de 4.500 cc para autos sin compresor y 1.500 cc para los asistidos-, la FIA estableció en su sede de París que Gran Bretaña, Mónaco, Suiza, Bélgica, Francia e Italia, además de las 500 Millas de Indianápolis, serían las sedes de las siete fechas de la primera temporada de esta naciente categoría. Un calendario bastante más acotado que el actual, que se reparte (o lo hacía hasta el año pasado) en 22 países.
Ese soleado 13 de mayo de 1950 entonces quedaría registrado en la bitácora del motorsport como el día del Gran Premio de Europa (o Gran Premio de la Gran Bretaña). Una fiesta a la que asistieron más de 150 mil personas, según registros de esos años, y de la que fue parte hasta la monarquía británica, encabezada por el rey Jorge VI, quien estuvo acompañado por la reina Isabel y la princesa Margarita.
Pero la “sangre azul” no estuvo solo en las tribunas. En la pista, y como pilotos participantes, estaban el barón suizo Emmanuel de Graffenried y el príncipe de Tailandia, Birabongse Bhanudej Bhanubandh, más conocido como Príncipe Bira, quien fue el único corredor del país del sudeste asiático hasta que Alexander Albon debutara en 2019 con el equipo Toro Rosso.
El glamour de los Grandes Premios no se quedó en la aristocracia, de hecho, el belga Johnny Claes, un reconocido músico de jazz de la época, también disputó la histórica carrera, quedando a seis vueltas del ganador.
» Nace la leyenda
La primera carrera de la Fórmula 1 contó con 22 pilotos, de los cuales 21 pasaron la clasificatoria y solo 11 lograron cruzar la meta. Como anécdota de esa jornada y a manera de superstición, no se ocuparon en los autos los números 7 y 13.
Seis constructores tomaron parte de la grilla, aunque el favorito era Alfa Romeo, que llegaba con su equipo oficial y cuatro autos al mando de Juan Manuel Fangio, Giuseppe Farina, Luigi Fagioli y Reg Parnell. Otro equipo importante era el de los franceses de Talbot-Lago, que llegaba a la isla británica con Louis Rosier al volante. Maserati, con siete autos, también generaba preocupación, especialmente por la presencia de Louis Chiron, destacado piloto que luego sería homenajeado por Bugatti, dándole el nombre del corredor a uno de sus superdeportivos.
De los grandes equipos de la época, el gran ausente fue Ferrari, la única marca presente en todas las temporadas de la F1. La casa del Cavallino recién aparecería en la segunda fecha. El motivo fue netamente económico, pues no se llegó a acuerdo con la organización acerca de cuánto era la prima por participar, aunque otras versiones dicen que no alcanzaron a tener la puesta a punto de los bólidos.
Las carrera de esos años poca semejanza tienen con las actuales, aparte de la emoción que provocan los automóviles. En 1950 no había televisión, el casco para los pilotos no era una obligación (recién lo fue en 1953) y en algunos casos eran simples estructuras de cuero las que protegían a los intrépidos conductores. La ropa tampoco debía responder a ninguna norma, y ni hablar de cinturones de seguridad, ya que todavía ni siquiera existían. En cuanto al público, las condiciones tampoco eran apropiadas y muchos se apostaban al costado de las pistas.
La edad de los pilotos marcaba otra gran diferencia. En la primera carrera, el promedio de edad fue de 39 años, mientras que en la actualidad la mitad de la parrilla no sobrepasa los 25 años. Para los estadísticos, ese 13 de mayo del 50 el piloto más joven era el británico Geoffrey Crossley (29 años) y el más experimentado Louis Chiron (55). Hoy, el más joven es Lando Norris (20) y el mayor es Kimi Räikkönen (40).
» Supremacía italiana
Alfa Romeo llegó al Reino Unido como el rival a vencer. Y su poderío lo demostró desde el comienzo, cuando no solo Giuseppe Farina se apropió de la pole position (1:50′‘8), sino que, además, con sus compañeros coparon los cuatro primeros de la grilla. Debido a la calidad y pericia de los pilotos de Alfa Romeo, la prensa los denominaba como “el equipo de las 3F” (Farina, Fangio y Fagioli), un trío que sumaba victorias por montones.
La gran ventaja que tenían era el auto sobre el que estaban sentados, el Alfa Romeo Tipo 158, modelo que llegaba a Inglaterra con una historia que parecía sacada de un guión cinematográfico. Ese Alfetta, como se le conocía en esos años, había sido construido en 1938. Tenía un motor de ocho cilindros en línea de 1.5 litros, con un compresor que al comienzo entregaba 185 Hp, aunque para 1950 ya era capaz de desarrollar 350 Hp a 8.600 rpm.
Era un vehículo que estaba en evolución, sin embargo, la Segunda Guerra Mundial detuvo ese avance. Y con Italia en pleno conflicto bélico, los Alfettas 158 eran vistos como un preciado botín de guerra, especialmente los que estaban en la fábrica de Portello.
Para resguardarlos, algunos trabajadores de Alfa Romeo decidieron hacer desaparecer un grupo de autos de forma clandestina. Sin embargo, las cosas se complicaron el día en que deciden sacarlos en camiones, debido a que apareció una patrulla de la Wehrmacht, la policía nazi. Por suerte, el piloto que sacaría los autos, Pietro Bonini, era suizo y había vivido en Berlín, por lo que hablaba perfecto alemán y con un salvoconducto logró evadir la revisión y los 158 fueron llevados a garajes y granjas, ocultándolos detrás de paredes falsas o tras altos de leña.
Cuando acabó la guerra, esos Alfetta que viajaron a la clandestinidad regresaron a Portello, donde se restauraron para volver a competir. Y ahora estaban abriendo la grilla de la primera carrera de Fórmula 1, convirtiéndose en actores protagónicos.
La carrera fue ganada con propiedad por Nino Farina, que comandó casi por completo la jornada, solo amagado en algún momento por Fangio, quien quedaría fuera de competencia a falta de ocho vueltas por rotura del motor. Farina, quien se proclamaría después como el primer campeón de la F1, fue secundado por sus compañeros Luigi Fagioli y cerrando el podio Reg Parnell.
Tras 70 vueltas y con una bandera a cuadros flameando desde la pista finalizó el Gran Premio de la Gran Bretaña, iniciándose, sin saber, la mayor competencia de automóviles del mundo, una carrera que hoy se encuentra en receso a la espera de que el Covid-19 retroceda y se pueda regresar a la pista para volver a encandilar a los fanáticos, tal como Farina, Fangio y compañía lo hicieron hace 70 años. MT
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