Hace un mes, el automovilismo nacional escribió una de sus páginas más trascendentes. En la última fecha del World Rally Championship (WRC) que se disputaba en Australia, un chileno dejaba por primera vez su nombre en lo más alto del podio de una categoría mundial tras quedarse con el triunfo en la WRC2.
Alberto Heller junto a su navegante, José Díaz, llevaron con pulcritud y decisión por los complejos caminos oceánicos el Ford Fiesta R5, ganando 20 de las 24 especiales. Fue tan alto el nivel del binomio nacional, que incluso se dieron el lujo de ubicarse en el 4° lugar de la Super Special 18, superando en ese tramo a figuras como Ott Tänak, Jari Matti Latvala y el propio Ogier. Fue la guinda de la torta para una jornada histórica.
Pero ¿quién es este joven que con apenas un par de temporadas en el cuerpo es capaz de codearse en la máxima prueba de la especialidad?
» El sueño del WRC
Alberto Heller tiene 25 años. Nació en la ciudad de Los Ángeles. Estudió en el Colegio Alemán y acaba de entregar su tesis de Ingeniería Comercial en la Universidad Andrés Bello. Es el menor de dos hermanos e hijo de Carlos Heller, el presidente de Azul Azul, la concesionaria que administra al equipo Universidad de Chile, con quien comparte su pasión por los caballos. Como buen deportista, las cábalas no están ausentes en su vida, al punto que solo ocupa ropa ignífuga negra y guantes rojos para correr.
Sus cercanos lo conocen como "Beto". A diferencia de la gran mayoría de los pilotos, no proviene de una familia ligada al motorsport. Tampoco era corredor de motos. Pero las pasiones y los talentos siempre encuentran el momento exacto para florecer, tal como le ocurrió a Heller, quien se coronó monarca de la R2 del RallyMobil en su segunda temporada como piloto y ahora está con opciones de ganar el título de la R5, cetro que dirimirá contra su hermano Pedro en el Motorshow del campeonato nacional de rally.
¿Cómo fue su acercamiento al motorsport?
Siempre fui fanático de los autos y de todas las disciplinas del mundo motor, pero un amigo, Vicente Dagnino, fue clave en mi acercamiento. Él fue uno de los primeros que me motivaron, nos compramos un buggy a medias y empezamos a manejar juntos en el 2012.
¿Y cómo llega al Rally?
Después de comprar el buggy me entró el bichito por los autos y una vez fuimos con mi hermano a ver el shakedown del RallyMobil a Casablanca. Ese día yo me subí de acompañante en el auto de Samuel Israel y mi hermano lo hizo con Jorge Martínez. Ahí quedamos fascinados y empezamos a armar el proyecto para competir en 2015.
¿Y cómo empieza en el RallyMobil?
Mandamos un correo con mi hermano a M-Sport solo para preguntar cuánto costaban los autos. Nos respondieron pronto con una cotización de los Ford R2. Me acuerdo perfecto, fue en las vacaciones de invierno de 2014. Y cuando llega la cotización nos hacen el contacto con Sebastián Etcheverry y Felipe Espinoza, y pedimos otra cotización a Peugeot, que fue con quienes nos quedamos al final.
Pero no es llegar y subirse a un auto de rally…
Exacto, por lo mismo, lo primero que hicimos fue irnos a Argentina a hacer un curso con el Tato Bodaglio, en un auto de tracción delantera que era similar a un R2. Hicimos pruebas que iban desde cómo pasar un cambio con caja secuencial a cómo tomar una curva. Luego llegamos a Chile y Jorge Martínez fue quien me enseñó a ir puliéndome para manejar un auto de rally.
¿Fue difícil acostumbrarse?
Lo más complicado para mí era hacer que el auto fuera fluyendo en el camino. La temporada debut partí saliéndome de la ruta, rompí la caja en el GP de Santa Cruz. Después fuimos a Osorno e hicimos el 1-2 con mi hermano. Luego tuve varios errores, muchas salidas de camino, hasta que en la última fecha del año, en Talca, pude ganar. Me demoré ocho meses en aprender a conocer el auto.
¿Dudaste de tus capacidades?
Siempre fui optimista, decía que quería ser campeón y trabajaba más que varios pilotos. Creo que adquirí madurez, porque me puse a correr dos campeonatos en Chile, estuve en el Mobil y en los rallies regionales. A veces corría tres veces al mes, sumaba y sumaba kilómetros y cuando llegué a Talca fue la coronación de un trabajo bien potente.
¿Cómo ves tu evolución en el rally?
Las ganas de querer estar arriba no han cambiado, pero donde he visto un cambio relevante es que he podido madurar, creo que aprendí que no es solamente tirarse a fondo en un camino y tratar de terminar la carrera. Antes me ponía el casco, salía a fondo y siempre terminaba fuera del camino, porque tomaba muchos riesgos. Ahora maduré, trato de llevar el control de la carrera, aprieto donde se puede y donde es más complicado me cuido. Un aspecto clave es que trabajo con un sicólogo deportivo desde 2015 y recién este año he visto los frutos de ese trabajo.
¿Qué falta por mejorar?
Me cuesta en las zonas más rápidas, pero lo bueno es que en la parte técnica, en las zonas trabadas, es donde mejor llevo el auto y es mi punto fuerte. Pero en las partes rápidas es cosa de tiempo, de trabajo, de experiencia y de que cada vez pueda subiendo el riesgo.
¿Cómo surge la idea del Mundial?
La idea de ir a correr se habló con el equipo, que M-Sport nos pasara un auto para que yo empezara una ruta en el Mundial. Fue todo muy rápido. Me acuerdo que un día me dicen que el auto está listo y que yo debo tomar la decisión. Estaba nervioso, no sabía si era una buena opción, pero le dije 'vamos' y sacamos adelante el proyecto.
Estuviste en dos fechas…
Exacto. La primera fue en Argentina, donde quizás fue muy apurado haber ido con un R5 sabiendo que lo había manejado solo una vez en la semana anterior. Íbamos bien, superando a pilotos que llevaban mucho tiempo corriendo, pero iba tomando muchos riesgos, lo que derivó en un accidente muy fuerte. Me salí del camino en quinta, a unos 150 km/h, choqué contra un muro y destruí por completo el auto. Pero esas son las cosas que a uno lo hacen aprender, te forman como piloto. Uno con esas cosas se va replanteando y te das cuenta de que esto no es solamente locura, sino también saber dónde y cuándo...
En Australia fue todo mejor...
Para este año tenía cupo para hacer dos carreras en un R5 con el equipo M-Sport. Después que me mandé el condoro en Argentina, dije 'voy a calmarme, voy a trabajar un año con el auto y la otra posibilidad la voy a dejar para la última fecha'. Así, nos esperamos hasta Australia y fue la mejor decisión no haber ido a otra fecha antes, ya que pude sumar muchos kilómetros en el campeonato chileno.
¿Quieres seguir en el Mundial?
Tenemos ganas de salir a correr ocho fechas del próximo año en el Mundial (México, Argentina, Chile, Portugal, Gran Bretaña, Alemania, España y Australia), las fechas que te pide el campeonato para que te sumen las seis mejores. Estamos armando el proyecto, viendo cómo lo ejecutamos, pero sería lindo poder representar al país con mi hermano. Lo bueno es que el Mundial tiene 14 fechas, por lo que uno puede escoger las que más nos acomoden, pero personalmente estoy interesado en ganar experiencia en tarmak (asfalto). Es algo que ningún piloto de acá ha hecho y me gustaría intentarlo.
¿Y dar el salto a un world rally car?
Uno de los sueños de mi vida sería subirme a un WRC. Vamos a tratar de luchar por conseguirlo, antes de retirarme debo hacerlo, es una meta de vida, pero hay que tomárselo con calma, estoy recién empezando mi carrera con autos de tracción integral como los R5 y si algún día se da la opción de subir a un WRC y representar a Chile en uno de esos autos sería un sueño para mí.
Por último, se viene la definición con tu hermano en el Motorshow del RallyMobil, quien está a seis puntos de distancia. ¿Cómo ves esa carrera?
Será lindo, pero yo voy a salir a ganar. Si se dan los resultados para que pueda ser campeón, feliz, aunque si gana mi hermano también estaré contento, ya que hizo un arranque de campeonato espectacular y se merece el título. Pero si me dan a elegir, yo quiero ganar y ojalá enfrentarme en la final a Jorge Martínez. MT