A menudo vemos en televisión las peculiares medidas del presidente filipino Rodrigo Duterte. El líder de ese país ha tenido un mandato caracterizado por la mano dura, que ha puesto como blanco incluso a sus familiares. En septiembre de 2017 mandó a matar a su hijo si es que la acusación por narcotráfico en su contra resultaba ser cierta. Ahora, Duterte hace noticia en todo el mundo por ordenar la destrucción con una aplanadora de más de 68 autos de lujo y ocho motocicletas.
La parafernálica acción fue vigilada de muy cerca por el mandatario, quien compartió fotografías a través de la cuenta del gobierno en Twitter. Los vehículos reducidos a chatarra tuvieron como dueños a bandas corruptas y de crimen organizado que hasta hace poco operaban en el país. En total, se estima que la flota de autos incautados tenía una tasación de 5,5 millones de dólares, mientras que las motos -también de lujo- alcanzaban el medio millón de la moneda estadounidense. Medios europeos informan que este acto fue aplaudido por los presentes.
&"Antes de que un lugar pueda realmente desarrollarse o ser viable para hacer negocios, es necesario establecer primero la ley y el orden&", señaló ante los medios el presidente Rodrigo Duterte, quien ha dado una lucha sin cuartel en contra de la evasión, el mercado negro y la corrupción en todas sus formas.
Entre los autos de lujo malogrados que se &"ejecutaron&" en la ciudad de Port Irene, provincia de Cagayán, se encontraban unidades de los fabricantes Lamborghini, BMW y Mercedes-Benz. En marzo pasado, Duterte ya había llevado a cabo una acción similar con otros 14 autos de lujo que habían entrado de manera ilegal a Filipinas.
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