Bárbara Hernández: En busca de los siete océanos
La destacada nadadora chilena dejó hace una década la natación clásica para meterse en una disciplina desconocida en nuestro país, pero que en el extranjero está desarrollada y normada por entes federativos, con campeonatos, series mundiales, récords y toda una logística que cada año gana adeptos. Es la natación en aguas gélidas la que hoy es su pasión y la que no está dispuesta a dejar.
En el último tiempo, Bárbara Hernández ha comenzado a ser una de las deportistas más activas en redes sociales. Su vida de deportista le enseñó que era una herramienta válida y tuvo que aprender a manejarlas, a sacarles partido para que se convirtieran en su forma de dar a conocer al mundo sus aventuras.
Y no cualquieras. Esas que la ponen cerca de glaciales, en aguas con temperaturas que bordean los cero grados Celsius, esas aventuras que hasta hace una década eran inimaginables, incluso para ella. "Era la forma que tenía. Soy una agradecida, porque a través de ellas he podido dar a conocer mi mundo, lo que hago, llevando el nombre de Chile lejos. Y afuera me reconocen... 'Chilii' me gritan cuando llego a una competencia. Ha sido increíble. Todos me ayudan, todos me enseñan algo, pero yo quiero más y voy por eso", declara con un convencimiento único, con una templanza admirable.
Psicóloga de profesión, Bárbara Hernández es hija única, tiene 33 años y toda su vida ha estado ligada a la natación. Primero en piscina, después en aguas abiertas y ahora en la natación de invierno, como se le conoce a esta disciplina que para muchos pareciera que está hecha solo para locos, o que buscan figurar. Pero no, esta disciplina es federada en varios países, sobre todo de Europa, donde están las principales exponentes y rivales de Hernández.
"Yo empecé chica, con mucho esfuerzo de mis papás, que me llevaban de un lado para otro, imagino como muchos de los deportistas de este país. Y no es una queja, es una realidad. Cuando empecé, si no eras de club privado era difícil poder hacer este deporte, pero mis papás eran busquillas y terminé bajo el alero de Gabriel Torres -con quien ya lleva 25 años como pupila- y Silvia -Schimpl, mamá de Kristel Köbrich, hoy una de sus mejores amigas y con quien mantienen activa relación- y ahí empezó esta aventura", recuerda la deportista que hoy tiene como principal patrocinador a Andrónico Luksic, quien comenzó de forma casi anónima, pero que le ha permitido en los últimos dos años financiar casi todas sus "locuras", que la tienen como una de las mejores exponentes de aguas gélidas del orbe en distancias de velocidad.
"La primera vez que fui a un mundial jamás me imaginé que podía obtener un título. Había como 1.500 deportistas, de distintas edades. Y yo gané dos medallas de oro. Fue realmente increíble", recuerda.
Contrario a lo que uno podría imaginar, esta morena de más de 1,75 metro y de una sonrisa que cautiva a través de su largo pelo ondulado, es friolenta en su vida cotidiana, pero dice que todo cambia cuando se mete al agua. "Tengo claramente una capacidad mayor para poder aclimatarme". Es que para ella es una inyección de adrenalina, que la motiva a patalear más rápido, a bracear con mayor potencia, que la mantiene en un estado de alerta que ama y que la logra conectar con la naturaleza.
"Ese es uno de los grandes principios de este deporte. Hay todo un tema con el respeto a la naturaleza, al medio, al cómo te adaptas a estas condiciones. Que no es cuán capaz es uno, sino cuán flexible. Nadar al lado de esas murallas de metros y metros de hielo no tiene precio. ¿Has ido al glaciar Grey o San Rafael? ¿Te imaginas lo que es tenerlo a 20 metros y nadar ahí entre la escarcha de los hielos?", me pregunta Bárbara en un café de Apoquindo, un día antes de emprender rumbo a Rusia para participar en su primer kilómetro bajo cero, pero donde también aprovecharía la instancia para competir en otras pruebas. "Debo hacerlo, es mucho el esfuerzo como para nadar una sola prueba, por lo que trato de inscribirme en todo lo que pueda", declara quien hoy está siendo postulada en un mall capitalino como una de las cinco candidatas al premio Mujeres que Dejan Huella.
Y eso es lo que quiere. Hoy, alejada de su profesión, por primera vez utilizará su experiencia para hacer charlas motivacionales, donde espera poder ganar dinero para seguir financiando su carrera. "Soy una convencida de que si uno tiene un sueño, puede lograrlo con trabajo".
¿Y cuál es tu sueño?
Quiero ser la primera mujer en nadar los Siete Océanos, para eso me estoy preparando. Este año espero hacer el Canal de la Mancha, el Estrecho de Gibraltar y en 2020 completar mi travesía. Nadaré de nuevo el Estrecho de Magallanes, sin traje, y espero en algún momento realizar una competencia en Chile, traer a extranjeros y que vean que este es el mejor país para aguas gélidas. Ahora solo tengo que motivar a más nadadores para que me acompañen en esta aventura y cada vez seamos más representando a Chile en el extranjero", concluye con una sonrisa que da cuenta de su positivismo extremo y de que no le teme a nada. MT
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.