Bugatti Tourbillon: un hypercar híbrido, de 1.800 Hp e inspirado en el mundo de la relojería
Del sucesor del Chiron solo se fabricarán 250 ejemplares, cada uno con un precio de 3,8 millones de euros.
Por fin el día ha llegado y Bugatti le ha quitado el velo al sucesor del Chiron, abriendo así un nuevo capítulo en su historia, uno que abraza la electrificación por todo lo alto. Y es que la marca de Molsheim dice adiós a su único y famoso W16 para apostar, por primera vez, por una mecánica híbrida de 1.800 Hp.
Esta nueva obra de arte de la ingeniería automotriz tiene todo lo necesario para enamorar a los más puristas. Se llama Tourbillon y es el primer híbrido enchufable de Bugatti. Un hypercar que combina un bloque de gasolina con otros tres motores eléctricos -desarrollados por Rimac, por supuesto- para convertirse en un digno sucesor del Veyron y el Chiron.
Eso sí, el nuevo Bugatti Tourbillon no comparte ni una sola pieza con sus antecesores. Todo está hecho desde cero, lo que le ha permitido ser un Bugatti más rígido y ligero, que ahora detiene la báscula en 1.995 kilos. Si bien no un peso pluma, es una cifra más que razonable para un auto de estas características.
En términos de diseño, no innova tanto como en la parte mecánica, sino que apuesta por el continuismo. Asentado sobre un chasis de fibra de carbono completamente nuevo, luce una silueta más estilizada y atlética, varios milímetros más baja que la del Chiron y con unas caderas más marcadas que le otorgan unas líneas más fluidas y orgánicas.
También da un paso adelante a nivel aerodinámico y tiene detalles muy llamativos, como el motor sin cubierta que queda a la vista detrás del habitáculo o las puertas de alas de mariposa de apertura vertical y accionamiento eléctrico.
Hereda del one-off La Voiture Noire, parte de su trasera, donde lo más rompedor es su pronunciado difusor notablemente separado del resto de la carrocería, sin duda el elemento más salvaje en un diseño que por lo demás es pura elegancia.
Bugatti Tourbillon: interior
El interior del Tourbillon es un verdadero espectáculo, el cual deja claro el por qué de su nombre. Y es que Bugatti ha querido ser rompedora con su pasado apostando como nunca antes por lo mecánico y lo artesanal con soluciones muy clásicas, inspiradas en la relojería.
Así, su espectacular cuadro de instrumentos está hecho a base de diales inspirados en un reloj de lujo. Éste se sitúa sobre la columna del volante, justo encima del centro del volante, que es fijo. Una solución nunca antes vista pero muy bien pensada para mantener los mandos y botones del volante en su sitio, girando con las manos del conductor, mientras el centro del volante sobre el que se sostiene toda la instrumentación se mantiene fija.
Esta instrumentación es una auténtica obra de arte y relojería del más alto nivel, con el velocímetro y el cuenta revoluciones formando un reloj en el centro con dos agujas, y un centro descubierto que permite ver todos los engranajes funcionar. A sus lados otros indicadores también en forma de reloj completan esa experiencia única. No en vano esta instrumentación está creada por una famosa relojería suiza.
Aparte de ello, el interior apuesta por un nivel de minimalismo al que Bugatti ya nos tenía acostumbrados. De esta manera, la pantalla central se oculta en el tablero, lo que da la sensación de que el Tourbillon no cuenta con una.
A través de ese panel táctil escamoteable se puede utilizar Apple CarPlay y Android Auto, mientras que en la consola central se han reducido al mínimo los mandos para no sobrecargarla. Está el botón para arrancar y parar el motor, los alzavidrios y un par de diales circulares con display para manejar el climatizador y algunas funciones del multimedia. En la parte inferior de esta consola hay una diminuta palanca de cambios y abajo el botón de las luces de emergencia.
Por supuesto, el nivel de calidad del habitáculo del Tourbillon es soberbio, como no podía ser de otra manera en un Bugatti.
Bugatti Tourbillon: híbrido enchufable
Si bien el Bugatti Tourbillon tiene cuatro motores, la joya de corona es su bloque de gasolina V16 de 8.3 litros totalmente atmosférico -algo que ya lo diferencia bastante del bloque con cuatro turbos del W16 del Chiron y Veyron-, que por sí solo ya es capaz de desarrollar 1.000 Hp de potencia y 900 Nm de par motor, girando hasta las 9.000 rpm.
Por su parte, dos de los tres motores eléctricos están ubicados en el eje delantero, mientras que el tercero se esconde en la caja de cambios de doble embrague y ocho marchas que manda la potencia a las ruedas traseras. De mover las ruedas delanteras se encargan los motores eléctricos frontales, de manera que el Tourbillon tiene tracción total. Cada uno de los tres motores eléctricos produce 340 Hp y 240 Nm de par.
La potencia máxima combinada de los cuatro motores es de 1.800 Hp, suficiente para que este hypercar acelere de 0 a 100 km/h en 2,0 segundos, de 0 a 200 km/h en menos de 5 segundos, de 0 a 300 km/h en menos de 10 segundos y de 0 a 400 km/h en menos de 25 segundos. La velocidad máxima que puede alcanzar es de 445 km/h, pero hace falta una llave especial para “desbloquear” esa función; sin esa llave se conforma con 380 km/h.
Otro de los números del Tourbillon es su autonomía eléctrica. Utiliza una batería de iones de litio de 24,8 kWh de capacidad que le permite recorrer hasta 60 kilómetros sin gastar una gota de gasolina.
Bugatti solo fabricará 250 unidades del Tourbillon, cada una con un precio de 3,8 millones de euros antes de impuestos. Se dice que ya están todas vendidas.
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