En 2015, en pleno barrio El Golf, en la comuna de Las Condes, se llevó un experimento: un par de autos estacionados en una plaza, sin logos y personas comunes y corrientes que podían subirse y tantear estos ejemplares para luego bajarse y ser entrevistados.

La idea era conocer lo que esas personas habían sentido arriba del vehículo, saber si lograban identificar de qué origen eran o, simplemente, conocer cuál había sido su experiencia a bordo… el “experimento ciudadano” terminó ganando un Effie de Oro ese año -uno de los máximos galardones de la publicidad- pues todo ese material se llevó a una campaña publicitaria y permitió a la marca darse a conocer de otra manera, sin prejuicios y mostrando la realidad. Chery marca un hito en su historia en el mercado nacional, y uno de los más importante. Un verdadero punto de inflexión para la firma china que llevaba casi siete años en Chile. Era el momento del despegue.

Atrás quedaban los primeros modelos de la marca, el recordado IQ y Fulwin, modelos posicionados en el segmento de entrada a los vehículos de pasajeros, muy baratos, pero que ofrecían más equipamiento y seguridad que su competencia y se hicieron un espacio en el competitivo mercado nacional.

Pero la marca debió esperar hasta 2015, primero con la introducción del Gran Tiggo y luego con el Tiggo 2, para llegar donde está hoy: por segundo año consecutivo es la firma líder en el segmento de los SUV a nivel nacional.

Largo camino

“El primer periodo de Chery en Chile fue super desafiante, porque había que se construir una red de concesionarios, dar la marca a conocer, acercarla a los clientes. Y para eso fue super importante la estrategia inicial: llevamos a la marca a los mall. Necesitábamos acercar los autos a los clientes, porque sabíamos que iba ser difícil llevarlos a los puntos de ventas y qué mejor que estar en un mall, en ese proceso de vitrineo y paseo, iban a poder descubrirnos”, recuerda Hugo Castro, gerente general de la marca respecto del inicio de Chery en Chile.

Para el ejecutivo el proceso fue hacer de Chery una marca conocida, con una oferta de valor atractiva, y donde ellos ofrecían más por menos: más equipamiento, más confort, más seguridad, por un precio menor. “Eso fue hasta que pudimos empezar a traer autos de nuevas generaciones, con los que pudimos ofrecer nuevas cosas, mejor diseño, más tecnología… pero había que recorrer el camino”, expresa Castro.

Para el ejecutivo hay dos momentos claves. El primero, a nivel de fábrica, con la incorporación al equipo de diseño de James Hope, ex GM, y Hakan Saracoglu, ex Porsche. “De ahí en adelante, la marca dejó de inspirarse en modelos de otras marcas y logró encontrar su propio camino en el diseño. Cambió del cielo a la tierra, con una identidad propia”.

El segundo momento clave fue la introducción del Tiggo 2 al mercado nacional, un SUV compacto que vieno a cambiar el negocio de Chery. “Duplicamos las ventas en un año y logramos que muchos clientes entraran a la marca y pudieran crecer con nosotros, con los nuevos modelos que venían llegando a nuestro line up”, explica el ejecutivo, quien agrega que “eso nos permitió pasar de un ticket promedio de $ 8 millones a uno de $ 16 millones, que el que actualmente tenemos. Pero fue un proceso largo”.

La marca despegó finalmente en 2021, cuando logra quedar entre las marcas más vendidas de Chile y como la firma líder en el segmento de los SUV, algo que repetirá este año. “Nosotros aspiramos a ser líderes del mercado, estar siempre entre el top 5 en las ventas. Nos hemos transformado en una marca referente para la competencia y nosotros llegamos a esta posición para quedarnos”.

En esto 15 años en Chile, Chery pasó de tener 1,2% de market share (2.878 unidades en 2008) al 6% de participación de mercado (21.717 unidades vendidas hasta octubre de 2022).