Hace medio siglo, Chile daba su primer (y único) paso hacia la creación de un vehículo en territorio nacional. El recién asumido gobierno del Presidente Salvador Allende em 1970 quería avanzar en la industrialización y para eso le solicitó al entonces Ministro de Economía, Pedro Vuskovic, desarrollar un automóvil económico para satisfacer las necesidades de la población.

Por aquellos años, el parque automotor era muy distinto. La mayoría de los vehículos que se comercializaban en el país a comienzos de los 70 correspondía a unidades importadas con precios elevados debido a altos aranceles. La otra alternativa eran automóviles que se ensamblaban en las armadurías que se instalaron desde mediados de los 50, fundamentalmente en Arica.

Para aumentar entonces una tasa de motorización muy acotada, Allende y Vuskovic llegaron a la conclusión de que se debía construir un auto popular, de costo bajo, con un tope de US$ 250 dólares de la época.

La empresa elegida para el proyecto fue Citroën Chile. La firma gala señaló que la opción era viable, por lo que luego se formó un consorcio entre Citroën y la Corporación de Fomento de Chile (Corfo) para dar vida al proyecto.

Una de las opciones que entregó la firma de los chevrones fue hacer una especie de réplica del Mehari, el que tendría un motor hecho en Argentina con carrocería de Uruguay. Sin embargo, ese plan no cuadraba con el presupuesto, sobrepasaba en dos o tres veces el costo, por lo se tuvo que ajustar la idea, manteniéndose solo la importación del propulsor que montaba el 2CV, el mismo de la Citroneta. Para el resto tendrían que ingeniárselas y construirlo en Chile.

Así surge la idea del Yagán, nombre que se le ocurrió al periodista y escritor Guillermo Blanco, en honor al pueblo canoero del extremo sur. El vehículo se caracterizaba por líneas rectas y por carecer de puertas laterales. Era la versión chilena de lo que en otros mercados se conoció como un Citroën FAF (Facile à fabriquer, facile à financer)

“Nosotros lo diseñamos para todo uso. Quisimos hacerlo parecer como Jeep, pero no era, lo quisimos hacer parecer un auto, pero tampoco era. Empezamos a diseñar otro tipo de cosas para que su uso no fuera tan restrictivo y que se ampliara. Y algunos lo carrozaron, otros le pusieron capota, otros lo dejaron al aire libre”, recordó Cristián Lyon, ex gerente comercial de Citroën por aquellos años, en el documental “En la huella del Yagán” dirigido por Patricio Díaz y Enrique León.

El Yagán, si bien tenía la base motriz de una Citroneta, al igual que la palanca de cambios frontal, era un producto literalmente hecho a pulso de líneas rectas y con carrocería de metal. No tenía puertas laterales y se instalaba una cadena para que las personas se pudieran afirmar. Se movía por un motor de 600 cc enfriado por aire que entrega 33 caballos de fuerza. Las primeras unidades salieron al mercado desde Arica en 1972.

Según señaló en un reportaje el diario La Prensa Austral, la producción del Yagán estaba “limitada a la sola posibilidad de máquinas plegadoras para el corte de las planchas, para luego ensamblar y cuadrar las piezas prácticamente a mano, lo cual impactaba negativamente en la eficiencia del proceso productivo. Lo anterior explica su diseño absolutamente rectilíneo, motivo de fuertes críticas e incluso de burlas, como también el que se afirme que no hay dos Yaganes iguales”.

Tras la caída del gobierno de la Unidad Popular, el Yagán dejó de ser fabricado. Con la irrupción de la dictadura, el proyecto llegó a su fin, aunque había una producción comprometida que fue acaparada por el Ejército para ser utilizada en patrullajes de la frontera norte. También se ocuparon unidades en pruebas extremas, como lanzarlos en paracaídas desde aviones Hércules, lo que obviamente derivó en la destrucción de los vehículos. En 1974 se puso fin definitivamente a la producción

En total, según versiones de prensa, se construyeron cerca de mil quinientas unidades, algunas de las cuales todavía se encuentran en buenas condiciones y deben cancelar un permiso de circulación cercano a los $ 25 mil.

Para quienes quieran ver cómo se mueve en la ciudad el único vehículo desarrollado y construido en Chile, el programa Edición Limitada realizó hace dos unos años un test con una de las escasas unidades que siguen con vida, modelo que también ilustra la presente nota y que pertenece a José Calderón.