Desde hace años la tarea de recargar combustible se simplificó con la detención automática del llenado cuando se detecta que el estanque ha alcanzado su máximo. Así, es común que el bombero pueda dejar recargando un vehículo y atienda a otro cliente o limpie los parabrisas. Pero hay quienes piden rellenar el estanque incluso más allá de lo que la máquina permite en modo automático. A la larga esta práctica bastante expandida puede crear problemas.
Las bombas de combustible están diseñadas para detenerse automáticamente al detectar cambios en la presión del aire a medida que el depósito del auto se llena. En otras palabras, cuando el combustible sale por la manguera, debe también entrar la misma cantidad de aire hasta el estanque de la bencinera. Es lo mismo que ocurre al vaciar una botella: no sale una gota si es que no entra aire al mismo tiempo.
Aquí viene la otra parte. Al llegar al máximo, la punta de la manguera se sumerge en el combustible, de forma que el aire no puede entrar y el gatillo salta porque un sistema hace que la bomba deje de funcionar al crearse presión. Por su parte, los vehículos del 70 en adelante (es decir prácticamente todos) tienen un sistema de evaporación conocido como canister, diseñado para evitar que los vapores de la bencina salgan del estanque al ambiente.
Los vapores acumulados en la parte superior del depósito de combustible se evacúan al canister. Si este espacio vacío -necesario para una correcta labor- se llena de combustible, lo que pasa es que el líquido usa un espacio reservado para absorber vapores. A la larga esto puede traducirse en fallas en el sistema de combustible y en costosas reparaciones. Así es que, evidentemente, no vale la pena rellenar para andar un par más de kilómetros.