Es, sin duda, uno de los Ferrari más recordados, tanto por su diseño, sus inolvidables faros retráctiles y el reconocimiento de ser el auto de calle más rápido del mundo entre 1987 y 1989, sin olvidar que durante sus años de producción fue el modelo más poderoso, veloz y costoso del catálogo de la marca.
Es que la importancia del F40 es tanta, que de las 400 unidades iniciales (todas en color rojo), finalmente se terminaron por construir 1.315. Había que darles en el gusto a los amantes de la marca.
Heredero natural del 288 GTO y rival declarado del Porsche 959, esta obra maestra de la casa del cavallino rampante también fue una pieza para celebrar los 40 años de la marca. La idea era simple: poner toda la tecnología en un auto que casi pudiera considerarse de carrera, simplemente para recordarle al mundo quién era y lo que hacía Enzo Ferrari.
La aerodinámica fue el pilar principal para el diseño de este modelo, y es esta la que lo ayudaba a conseguir impresionantes velocidades. Hasta la fecha no era muy fácil conseguir un auto de calle con un coeficiente aerodinámico de 0.34.
Su motor de V8 turbocargado de 3.0 litros (2.936 cc) registraba 471 caballos de fuerza, una verdadera bestia para la época.
Con sólo 1.100 kilos de peso, este Ferrari podía alcanzar los 100 km/h en 3,8 segundos y los 200 km/h en 11 segundos.
Estos números le dieron el título de ser el primer auto de producción en superar los 322 km/h, llegando a un límite de 324 km/h.
El diseño del F40, a cargo de Pininfarina, fue uno de los primeros en incorporar materiales ligeros, como kevlar, fibra de carbono y aluminio.
Ya para 1992, la leyenda llegaba a su fin y fue descontinuado, dando paso al F50 de 1995, para que siguiera con su legado de velocidad. MT