El transporte público en Santiago ha experimentado una notable evolución a lo largo de los años, adaptándose a las cambiantes necesidades de una ciudad en constante crecimiento y transformación. Desde sus inicios, la movilidad en la capital ha atravesado diversas etapas y tecnologías, cada una dejando su marca en cómo se desplazan los habitantes de Santiago.

Carros de sangre: el inicio de todo

En la segunda mitad del siglo XIX, los carros tirados por caballos, conocidos como carros de sangre, fueron los pioneros del transporte público en Santiago. Aunque rudimentarios, estos vehículos de madera con capacidad limitada brindaron un servicio esencial para la época. Sin embargo, su alcance era limitado y la velocidad de desplazamiento reducida. El conflicto surgido por la necesidad de regular la limpieza de los desechos animales condujo a la búsqueda de nuevas tecnologías.

Tranvías: el cambio a la era electrificada

Desde el año 1900, los tranvías eléctricos se convirtieron en el principal medio de transporte público en Santiago. Movidos por electricidad, proporcionaron una mayor velocidad y capacidad de transporte, expandiendo la movilidad urbana en la ciudad. Los tranvías se extendieron por toda la capital, conectando diferentes sectores y promoviendo la movilidad tanto en Santiago como en otras ciudades del país.

Trolebuses: la versatilidad necesaria

El fin de la era del tranvía llegaría con la aparición del trolebús en la década de 1940. Estos vehículos ofrecían una mayor versatilidad al poder sortear obstáculos con facilidad, proporcionando tiempos de traslado más cortos. Aunque los trolebuses mantuvieron su servicio por varias décadas, eventualmente fueron desplazados por la masificación del bus diésel, que ofrecía traslados aún más ágiles en una ciudad en crecimiento desordenado.

Metro de Santiago: el salto al futuro

La inauguración del Metro de Santiago en 1975 marcó un hito en la historia del transporte público de la ciudad. Este sistema subterráneo revolucionario proporcionó una forma eficiente y rápida de moverse por la ciudad, descongestionando las calles y conectando puntos estratégicos de la capital. Con el tiempo, el Metro se ha expandido, incorporando nuevas líneas y estaciones, convirtiéndose en un componente vital de la infraestructura urbana y destacando como uno de los más limpios, modernos y eficientes de todo el mundo. De hecho, para casi todos los sistemas de metro del mundo les resulta muy difícil igualar la frecuencia que se tiene en la línea 1 y equiparar los económicos costos de construcción que existen en Santiago, ya que, por ejemplo, una extensión de 5 estaciones para el Metro de New York costó lo mismo que nuestras líneas 3 y 6 completas.

La evolución del transporte público en Santiago

Micros de colores: al ritmo de los nombres

Durante las décadas de 1980 e inicios de 1990, las “micros de colores” se convirtieron en una presencia distintiva en el transporte público de Santiago. Estos pequeños buses, cada uno pintado con colores llamativos y rutas específicas, complementaron el servicio del Metro y conectaron áreas que no estaban cubiertas por el sistema subterráneo. La recordada Tobalaba – Las Rejas o la Matadero Palma forman parte de esa extinta y recordada red de transporte.

Micros amarillas: el cambio a los números

Las micros amarillas marcaron una fase importante en la historia del transporte público santiaguino cuando fueron introducidas en 1992 como parte de una regulación en la malla de recorridos. Estos buses contaban con estándares de emisiones Euro, lo cual fue fundamental para comenzar a renovar el parque vehicular del transporte público, mejorando así la calidad y eficiencia del servicio. A pesar de enfrentar desafíos en su implementación, las micros amarillas cubrieron cada rincón de Santiago con enormes recorridos casi puerta a puerta.

La evolución del transporte público en Santiago

Transantiago: una gran idea con mala ejecución

En 2007, se produjo un cambio radical en el sistema de transporte público con la implementación del Transantiago. Este sistema integrado buscó reorganizar y modernizar la red de transporte, unificando las diferentes modalidades y estableciendo una tarjeta de pago única, permitiendo acceder a más ciudad con un solo pasaje. A pesar de los desafíos iniciales, el Transantiago logró evolucionar para dar paso a algo mejor.

RED: la evolución definitiva

El cambio de Transantiago a RED Metropolitana de Movilidad trajo consigo una modificación estructural, ya que ahora las empresas prestadoras del servicio no son dueñas de los buses ni de los terminales, permitiendo que los dineros se usen de forma más eficiente. Además, la constante mejora en las flotas de buses, que han ido dejando obsoletos a los buses antiguos trajo consigo una mejora notable que pone a nuestro transporte en superficie como uno de los más eficientes del mundo.

Trenes de cercanía: el complemento ideal

La llegada de los trenes de cercanía en 2017 representó un salto importante en la conectividad para las zonas cercanas e integradas a Santiago, como el tren a Nos. Esta red de transporte complementaria acerca la movilidad a áreas donde una red de metro no sería viable debido a la distancia hacia otras zonas y la cantidad de trenes necesarios para ofrecer un servicio frecuente. La operación de estos trenes sirvió como punto de partida para la aprobación de la expansión de esta malla complementaria de trenes, que en el futuro conectarán Melipilla y zonas intermedias como Talagante, Padre Hurtado y Maipú con la red de metro, gracias a la futura extensión de la Línea 6 hacia la estación Lo Errázuriz. Lo mismo ocurrirá con Batuco, donde se ejecutará un tren de cercanías que conectará a los habitantes de la zona norte de la Región Metropolitana con el resto de la red de transporte.

Si bien aún falta para poder dejar a todos los usuarios conformes, lo cierto es que en 2024 podemos decir que Santiago cuenta con la mejor malla de transporte público de su historia, permitiendo a través de un solo pasaje tomar un bus, metro y un tren para viajar muchos kilómetros con un estándar muy superior al que existió históricamente.