Diésel para diésel y bencina para bencineros. Esta debiera ser la regla general que todos los conductores si no quieren arruinar su auto o escoltarlo entre sollozos al mecánico. Sin embargo, confundir de combustible es un error más común de lo que se cree, y cuando se incurre en él y no se reacciona a tiempo, pueden experimentarse desde tirones hasta la detención total del vehículo.
En el primer caso, si se le echa diésel a un motor de gasolina, depende de la proporción de combustible para que el auto necesite un lavado completo de fauces. Si bien en un principio el motor partirá, este se frenará como acto seguido, ya que el diésel se traslada por la mecánica interna hacia los tubos e inyectores. En el caso que se haya cargado poca cantidad de petróleo, el auto quemará ese combustible y emitirá humo blanco, con consecuencias que pueden no ser tan graves.
Pero si se está en marcha con grandes cantidades del combustible equivocado, será necesario desmontar y limpiar el motor para comprobar la existencia potencial de algún daño mayor.
Si se está en la otra vereda, es decir, la de depositar bencina en un estanque de auto diésel, la situación resulta similar. El auto no arrancará y será necesario extraer la gasolina de todo el sistema motor, desde la bomba de inyección, pasando por los mismos inyectores y el filtro de combustible.
Aunque se trata de una reparación reversible, tiene un gran costo para el bolsillo. Lo mejor definitivamente es estar siempre atento y no equivocarse de dispensador. Para ello, lo más confiable es siempre bajar del automóvil cada vez que se recargue, de manera que sea uno mismo quien supervise la tarea del rellenado del estanque.