Mientras en nuestro país ya estamos acostumbrados a la presencia de autos provenientes de China, con más del 35% de participación en el mix de orígenes, en otros mercados como México, las marcas de autos chinas recién están expandiendo su dominio, aunque a un ritmo muy acelerado.
Con la vista puesta en el mercado estadounidense y aprovechando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, estas empresas pueden acceder al país vecino del norte con tarifas arancelarias más bajas que si importaran sus productos directamente desde China, saltándose un paso en la guerra comercial y ofreciendo modelos eléctricos a precios similares o incluso inferiores a los de autos a combustión.
Esto ha encendido las alarmas en la industria empresarial y política norteamericana, ya que La Alianza para la Manufactura Americana (AAM) ha advertido que la “introducción de autos chinos accesibles” podría ser un “evento de extinción” para el sector.
En respuesta a este llamado, los sindicatos, empresas de componentes y marcas estadounidenses están presionando al gobierno para que modifique las leyes y proteja su industria. Entre las medidas que se proponen, están aumentar los impuestos a las piezas y componentes de autos chinos, incluso si se fabrican en México, lo que en resumidas cuentas es limitar el Tratado de Libre Comercio, para que deje de ser tan libre.
Elon Musk y la producción en México
Los autos chinos son conocidos por sus precios considerablemente más bajos que la competencia, lo que ha generado preocupación en la industria automotriz estadounidense y Elon Musk es consciente de ello, por lo que ha optado por invitar a sus proveedores chinos a establecerse en el norte de México para agilizar la producción de los modelos que se fabricarán en la futura planta de Tesla en el estado de Nuevo León, donde planean fabricar al menos uno de los futuros modelos más baratos de la compañía, con el objetivo de acortar la brecha existente en el precio.
Esto ha generado una especie de “gallito” en el desarrollo de los planes de Tesla, quienes han ralentizado el inicio de la construcción de esta planta a la espera de ver si realmente será rentable o no, recibiendo presión desde el gobernador de Nuevo León, quienes ya tienen despejado, limpio y totalmente urbanizado el terreno donde la fábrica tendría que construirse.
Desde diferentes sectores se ha instado a la administración Biden a tomar medidas para bloquear la importación de vehículos chinos de bajo costo desde México, argumentando que podrían amenazar la viabilidad de las empresas automotrices estadounidenses y provocar el cierre de plantas y la pérdida de empleos.
Cabe destacar que los vehículos y las piezas producidas en México pueden calificar para un trato preferencial bajo el Tratado de Libre Comercio, así como para un crédito fiscal para vehículos eléctricos de 7.500 dólares otorgado por el gobierno estadounidense, siendo este el mayor motivo de discordia, ya que alteraría aún más la balanza.
El tema ha cobrado relevancia tras el anuncio de BYD, el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo, de establecer una fábrica en México. Esta empresa ofrece modelos más accesibles y una gama más variada, lo que aumenta la presión en el mercado estadounidense, porque a pesar de las numerosas alianzas, incentivos y presentaciones, aún ninguna marca de autos occidental consigue hacer un automóvil eléctrico con un estándar aceptable a un precio competitivo para igualar a los modelos chinos a igualdad de precios.
El futuro de la industria automotriz en América del Norte se encuentra en un punto crucial. La llegada de autos chinos a México a precios más bajos genera incertidumbre y obliga a las empresas locales a replantear sus estrategias. El gobierno de EEUU deberá tomar decisiones importantes para proteger su industria sin afectar las relaciones comerciales con México, al que se le suma que siempre está el fantasma de las huelgas sindicales, como las de 2023.