En el transcurso del pasado 2023, la industria automotriz presenció una intensa batalla en el competitivo mercado chino. Tesla, que acaba de llegar a Chile y que actualmente es la marca de vehículos eléctricos más reconocida en el mundo, inició una guerra de precios que desencadenó una serie de eventos significativos en la industria.
La estrategia de la empresa de Elon Musk se centró en la reducción continua de precios para sus vehículos eléctricos, especialmente el Model 3. La compañía adoptó una táctica agresiva, aplicando descuentos sustanciales para estimular la demanda y ganar participación de mercado. Esta estrategia tuvo un impacto inmediato, con una disminución en las ventas de otros fabricantes que se vieron obligados a ajustar sus precios para mantener la competitividad.
La posición dominante de Tesla en el mercado chino se atribuyó a la eficiencia en la producción y los bajos costos de fabricación, los que le permitieron a Tesla alcanzar un impresionante margen de beneficios, superando significativamente a sus competidores.
La respuesta de la industria automotriz china no se hizo esperar. Dieciséis de los principales fabricantes, incluyendo nombres como NIO, XPeng, BYD y Geely, firmaron un acuerdo para regular la comercialización de vehículos eléctricos y mantener una competencia justa, frenando la guerra de precios desatada por Tesla.
La situación generó un impacto directo en los consumidores, quienes se beneficiaron de precios más bajos, pero algunos analistas advirtieron sobre posibles consecuencias negativas a largo plazo. En particular, en China, más del 20% de los vehículos en el mercado experimentaron reducciones de precios, lo que afectó significativamente a la rentabilidad de los fabricantes.
Aunque la estrategia de guerra de precios de Tesla generó un aumento en las entregas, también planteó preocupaciones entre los inversores sobre la sostenibilidad del margen de beneficio de la compañía. La incertidumbre en torno a los tipos de interés y las continuas reducciones de precios dejaron a algunos inversores cautelosos, mientras que fabricantes como BYD que han marcado cifras récord, ha bajado casi un 40% el precio de sus acciones hasta el pasado mes de enero, debido principalmente a la reducción de las expectativas de ingresos causada por la guerra de precios.
En otros continentes como el europeo la historia es similar, con el reciente arribo de marcas chinas que ponen en jaque la política de precios de los fabricantes tradicionales, compañías tradicionales están en plena disyuntiva de si disminuir o no los precios, sacrificando algo de su imagen aspiracional, pero con menor riesgo de perder cuota de mercado, asegurando el futuro.
¿Qué estrategia será más sostenible a largo plazo? Solo el tiempo lo dirá.