Ayer terminó el año 2020, bajando el telón a una temporada amarga, que pasará a la historia por llevarse a más de 1,8 millones de personas en el mundo solo por el Covid-19.
El coronavirus obligó a todos a cambiar. En los hogares, los trabajos, las relaciones sociales. Y la industria automotriz no escapó a las macrodificultades, convirtiéndose en uno de los sectores económicos más afectados por el freno que se tuvo que aplicar en el planeta.
El desplome del sector comenzó durante los primeros meses del año. Y las medidas restrictivas poco a poco fueron multiplicándose desde que el 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud declarara el brote de Covid-19 como pandemia, pese a que algunos intentaran minimizar el tema, como Elon Musk, quien declaró que el pánico era una “tontera”.
Pero la gravedad de la situación era evidente y las marcas tomaron medidas. Primero con los Grupos VW y PSA, quienes evacuaron a sus ejecutivos en Wuhan y luego con el cierre de fábricas en todo el mundo.
En esos primeros días de la pandemia no se tomaba dimensión de lo que pasaría, de hecho, algunos reputados analistas decían que la producción bajaría cerca de un 5% en el año. Quedaron cortos, puesto que los vehículos que salieron de fábrica disminuyeron en más del 20%, según cifras de la Organización Internacional de Constructores de Automóviles.
Pero las marcas no se quedaron de brazos cruzados. Y sacaron las carrocerías y motores de las líneas de montaje para trabajar en el desarrollo de ventiladores mecánicos. Fiat y Ferrari fueron los primeros en anunciar sus desarrollos para ayudar en la tragedia que vivía Italia. Luego se sumaron desde McLaren, Mercedes Benz y Rolls-Royce, hasta Seat y los grandes de Detroit, firmas que debieron aceptar la Ley de Producción de Defensa que invocó Donald Trump para obligar a la producción de aparatos de respiración artificial.
El avance “verde”
En un año marcado por la pandemia, donde también se vieron afectados los salones de automóviles, se fortalecieron las presentaciones vía streaming y el e-commerce, pero perdió terreno el car sharing por el temor de las personas a contagiarse con otros.
En este contexto de pérdidas y confinamientos, la electromovilidad es tal vez el único proceso que vio algo de avance, empujado por la normativa europea que empieza a regir desde hoy 1 de enero y que limita las emisiones CO2 de los vehículos ligeros, obligando a las marcas a tener en su line-up un promedio que no genere más de 95 gramos de CO2/km (o pagarán altísimas multas).
Así, salieron al mercado decenas de nuevos autos eléctricos -destacando el esperado Volkswagen I.D.3-, aumentando los autos recargables su penetración en más de 80% en Europa. En este punto, sobresalió el progreso de Tesla, que no solo incrementó en 500% sus acciones en la Bolsa, sino que, además, estaría en condiciones de llegar a la meta de medio millón de unidades producidas.
Pero no es lo único. Este año una serie de marcas anunciaron su salto hacia una electrificación total.
Volvo fue la primera en establecer sus movimientos hacia el terreno “verde” y en los últimos meses se plegaron marcas como Bentley, Maserati y DS Automobiles, quienes dijeron que entre 2025 y 2030 tendrán solo vehículos híbridos o eléctricos en su catálogo, ratificando el impulso eléctrico que en 2020 fue uno de los pocos que mostraron mejoría.