Una fiesta motor. El esperado regreso de un auto de Fórmula 1 revolucionó Santiago y más de 80 mil personas se acercaron a disfrutar del RB7 y de una tarde al son de los potentes rugidos de motores y de múltiples autos de competencia que dieron vida a uno de los mayores eventos “tuerca” de los últimos meses.
La invitación era para el Red Bull Showrun, un evento itinerante que realiza por el mundo la empresa de bebidas energéticas y que este año, tras visitar Grecia, Serbia, Hungría, Estados Unidos y Arabia Saudita, cerró la temporada en Santiago con la presencia del monoplaza con que fue campeón del mundo Sebastian Vettel en la máxima categoría del automovilismo en 2011.
Al mando del RB7 estaría Patrick Friesacher. El austriaco es un ex piloto de Fórmula 1 (corrió media temporada en el equipo Minardi) y desde hace años se convirtió en especialista en exhibiciones.
Con el deseo de ver un F1 en vivo, algo que no ocurría en Chile desde 2012, desde temprano comenzó a llenarse de espectadores el trazado de un kilómetro en la comuna de Las Condes. Y varias horas antes de que empezara la fiesta los fanáticos habían colmado todos los sectores.
En ese ambiente de fiesta y de emoción por la velocidad empezó la fiesta con presentaciones previas que permitían ir calentando motores.
Primero hubo una carrera de karting, donde participaron algunos influencers que seguramente eran conocidos por las generaciones más jóvenes -nos tocó escuchar a varias personas preguntando quiénes eran- y luego se presentaron con gran éxito representantes del Freestyle para realizar una exhibición de Red Bull Batalla.
Pero era la tarde de la velocidad. Así fue como hicieron su entrada a la pista deportistas como Tomás De Gavardo en su moto KTM; del rally llegaron Alberto Heller, Gerardo Rosselot y Francisco “Chaleco” López, a quienes se sumó Ignacio Casale en su UTV y con un camión.
Posteriormente, los aplausos cayeron para el desfile de autos históricos a cargo de Cars and Coffee, Burnouts Creadores de Nubes y Super Cars, con vehículos impactantes girando y haciendo donunts en plena calle Apoquindo y envolviendo de humo ese sector de la comuna.
Hasta que llegó el esperado turno del RB7. Los animadores del evento, Fernando Tornello y Juan Fossaroli, pidieron silencio y el público calmó su ansiedad y disfrutó del sonido del V8 que montaba el RB7, el último de la serie V8 antes del cambio reglamentario a motorizaciones híbridas en la F1.
Con la salida del Red Bull F1 a la pista volvieron los aplausos, las fotografías, los videos, las selfies. El monoplaza aceleraba y el público se rendía ante su paso. Si alguien dudaba de la religión que levantan los motores, debió ver ayer la reacción de verdaderos feligreses frente a lo que para algunos pueden ser simples fierros.
Fue una fiesta del motor. El RB7 salió a escena en cuatro ocasiones, hasta que puso fin a su paso con el piloto austríaco sobre el monoplaza enarbolando una bandera chilena y luego agradeciendo el fervor del público recorriendo el trazado en una camioneta.
El Red Bull Show Run ya era historia. Fosarolli decía que había sido el mejor Red Bull Show Run que le había tocado ver y el evento comenzaba a ser parte de las jornadas que los amantes de los autos recordarán por años.