El Salón de Ginebra dice adiós después de 119 años
Una de las muestras automotrices más relevantes del mundo confirmó su decisión de no volver a realizarse.
Un desenlace que se veía venir. Desde hace varios los salones internacionales de automóviles sufren por distintos factores, entre ellos, los altos costos que requiere montar un stand, además de intereses diferentes de las marcas que priorizan esfuerzos en eventos propios donde puedan rentabilizar de mejor forma la inversión.
Así hemos visto los problemas de Salones como el de Detroit, que incluso tuvo que cambiar su fecha para ver si lograba remontar. Luego, Frankfurt también cedió su espacio y dejó su lugar a Munich. Los únicos que han logrado crecer son los que se realizan en China, aunque la presencia de los fabricantes occidentales no es mayoritaria.
Hoy fue el turno del Salón de Ginebra, otro de los denominados Big Five, junto a Detroit, París, Tokio y Frankfurt.
La muestra helvética no fue capaz de soportar los nuevos tiempos y sus organizadores anunciaron el fin del Salón de Ginebra después de 119 años.
La noticia no sorprende. Desde inicios de la pandemia de COVID-19 hace más de cuatro años, el evento había debido suspender su realización en 2020 y 2021. Además, tampoco se hizo en 2022 y 2023.
Este año volvió a escena, pero con escasa presencia de fabricantes, por lo que los organizadores anunciaron que el nuevo Salón de Ginebra se realizará en Qatar. La próxima edición se hará en noviembre de 2025.
Cabe recordar que el primer Salón de Ginebra se vivió en 1905 y en sus pabellones se develaron modelos como Jaguar E-Type, Porsche 917 y el Audi Quattro. Incluso Lamborghini anticipó el Countach cuando destapó el prototipo LP500. También Ferrari escogió Ginabra para presentar el LaFerrari.
Es el adiós de uno de los salones más grandes, para muchos el más neutral considerando que Suiza no tiene industria local, lo que permitía que tanto fabricantes norteamericanos, como japoneses, alemanes, italianos y españoles pudieran asistir en las mismas condiciones.
Esta misma neutralidad también le permitía tener un espacio a los carroceros, convirtiendo a Ginebra siempre en un salón de dimensiones más acotadas, pero con novedades que no se verían en otras latitudes.
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