Actualmente, el avance tecnológico de autos es tal, que son una suerte de computadores con ruedas. Tanto así que hoy, por ejemplo, ya no es necesario sacar la llave del bolsillo. Gracias al sistema “keyless” (traducido como “sin llave”), es posible abrir, arrancar y cerrar el vehículo sin tocar la llave.
Ya lo explicábamos el otro día, que el uso y funcionamiento de esta tecnología, estaría convirtiéndose, además, en una vía libre para los ladrones, los cuales a través del método de ataque de retransmisión (“relay attack”, en inglés), podrían robarse un auto de manera increíblemente fácil.
Eso sí, y si bien las llaves inteligentes son cada día más populares -volviéndose parte del equipamiento de serie de los autos nuevos-; aún son mayoría los vehículos que no cuentan con ellas. Es decir, que disponen de una llave de tipo tradicional, aquella que se inserta en una cerradura.
Respecto de ellas, y como cualquier otro sistema mecánico, necesitan mantención. Sobre todo si tu auto o moto ya tienen unos años, puede pasar que al intentar introducir la llave en el contacto notes que no entra ni sale bien o que ya no gira como antes. Esto suele pasar por suciedad acumulada y/o falta de mantenimiento, pero tiene fácil solución.
Se trata de un sencillo método japonés que, además, de ser barato es tremendamente efectivo.
Olvídate del “3 en 1″
Sabemos que un auto necesita una mantención periódica de sus diferentes piezas, la llave y su cerradura son parte de ellas. Y es que con el uso y el paso del tiempo, se van acumulando el polvo y la suciedad en su interior, lo que hará que el mecanismo “se endurezca”.
Estos contaminantes pueden llegar a alterar las partes móviles internas de la cerradura, lo que dificulta que la llave entre y gire como debería. En los casos más extremos, la llave se desgasta en exceso y el mecanismo puede acabar dañándose. Para evitarlo, muchos acuden a remedios como sprays o desengrasantes, como el mítico “3 en 1″ o el WD-40.
Sin embargo, este tipo de líquidos absorben el polvo y la suciedad, por lo que son eficientes a corto plazo, pero poco a poco se irá formando “una especie de pasta” que puede dañar las partes móviles internas y, a la larga, hará que el estado de la llave empeore e incluso funcione peor. Pasa incluso con las cerraduras de las puertas de las casas.
Una solución igual de sencilla que efectiva (y de paso, bastante más económica) es un antiguo método japonés que hoy en día se sigue usando incluso en cerrajerías y talleres: usar un lápiz para “engrasar” la llave. ¿Por qué? La mina de los lápices, hechas de arcilla y grafito, actuará como lubricante natural de la llave.
Y cuanta más proporción de grafito tenga el lápiz, más lubricante (2B o superior). Es muy sencillo, sólo tendrás que frotar la punta del lápiz por toda la llave hasta que se forma una fina película en forma de polvo recubriendo el metal. Luego metes la llave en la cerradura varias veces y la giras otras tantas.
El único inconveniente es que pueden quedar algunos restos en la llave que podrán manchar la ropa o el bolso después, pero con limpiar la llave después de utilizarla será suficiente.