Atrás quedaron esos tiempos en que la economía norteamericana se regulaba únicamente por la ley de la oferta y la demanda, y había cierto espacio para la especulación. Ahora incluso un tuit puede dar pie para una investigación estatal. Es precisamente lo que ocurrió con Elon Musk, quien fue fue obligado a renunciar a la cabeza de Tesla y a pagar 40 millones de dólares de sanción: 20 con cargo a su cuenta personal y el resto sobre los activos de la firma automotriz.
Todo se inició hace un tiempo con una publicación de Musk en Twitter. En ella, el magnate sudafricano anunciaba que Tesla saldría de la bolsa, ya que tenía fondos para recomprar todas las acciones por un precio de 420 dólares cada una (casi un cuarto mayor del precio que tenían en ese momento). Casi al instante, las acciones de la compañía subieron un 7,4%, pero la acción del empresario nunca se materializó. La jugada fue advertida por la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos, que apartó a Tesla de la bolsa hasta que aportase más información.
Ante esto, el mismo organismo formuló una acusación por fraude en contra de Elon Musk. Luego de tres días de negociación, el fundador de Tesla aceptó renunciar a la presidencia de la marca y a pagar 40 millones de dólares, a cambio del retiro de los cargos en su contra. El pago debe ser abonado en partes iguales por Tesla y Musk, pero actuando como persona natural. De todas formas, el directivo puede seguir siendo el CEO de la firma, aunque quedará apartado de toda actividad de gestión.