El aeropuerto de Carlos Ibáñez del Campo en Punta Arenas nos recibió con el viento que caracteriza a la zona austral. Somos una delegación de una decena de periodistas de Latinoamérica, invitados a la Porsche Panamera E-Fuels Experience Patagonia, una prueba diferente donde ese soplo que se escucha en el fin del mundo será protagonista.
El motivo es conocer la nueva gasolina sintética que se desarrolla en la planta Haru Oni, a unos 40 kilómetros de Punta Arenas. La instalación pertenece al conglomerado Highly Innovative Fuels (HIF) y se inauguró a finales del año pasado, con Porsche como uno de sus accionistas más importantes, y trabajando en conjunto con socios como Siemens Energy y ExxonMobil.
La salida del pequeño aeropuerto es rápida. Caminamos algunos metros y llegamos al estacionamiento del terminal aéreo, donde nos esperan siete Porsche Panamera. ¿Mejor forma o mejor forma que te vayan a recibir?
Nos piden dividirnos en parejas y junto a mi colega Paola Leyton de Chileautos adoptamos como propio la variante Turbo S E-Hybrid de un color papaya metálico, el más potente de la familia Panamera. También hay versiones 4S y Sport Turismo.
Con nuestro Panamera papaya empezamos nuestro viaje. Son cerca de 15 a 20 minutos hasta la primera estación, el complejo Haru Oni, en el predio Tehuel Aike, que en su puerta de entrada luce la siempre orgullosa bandera magallánica.
Haru Oni es lo que se conoce como una planta demostrativa, lo que significa que es una especie de instalación piloto que sirve como prueba para grandes proyectos futuros. Pero no nos adelantemos.
Como les dijimos al comienzo, el motivo de nuestro viaje es para conocer una gasolina sintética que la marca denomina e-Fuels y que libre de elementos fósiles como el petróleo.
Pero, ¿qué sentido tiene desembolsar una inversión millonaria, superior a los 100 millones de dólares, en un combustible para vehículos que se mueven con motores a combustión interna, sabiendo que la industria automotriz avanza hacia la electrificación absoluta?
Esa pregunta toma más sentido cuando sabemos que Porsche reconoce que para 2025 el 50% de su oferta será recargable y para cuando empiece la próxima década el 80% de sus automóviles estarán electrificados.
Parece un contrasentido, sin embargo, avanzar en un combustible que no necesitarán sus propios autos, adquiere validez total cuando se le da una vuelta de tuerca al planteamiento y se amplía la mirada.
Es cierto, los autos eléctricos serán el futuro -o eso dicen hoy en la industria-, pero ¿qué pasará con los vehículos actuales? ¿se enviarán todos a un cementerio, rescatando algunas piezas para museo? La verdad es que eso sólo sería posible en la mente de Elon Musk.
Actualmente en el mundo existen más de 1.300 millones de vehículos que se mueven con motores térmicos, que requieren de combustibles como la gasolina o el diésel. Y para que esos automóviles no se conviertan en un cerro de chatarra, necesitan un combustible sostenible.
“Los combustibles producidos con energías renovables podrán contribuir a ello. Nuestro ícono, el 911, es especialmente adecuado para el uso de e-fuel. Pero también lo son nuestros queridos vehículos clásicos, ya que alrededor de 70 por ciento de todos los Porsche fabricados siguen circulando hoy en día. Nuestras pruebas con combustibles renovables están siendo muy exitosas. Los e-fuel permitirán reducir las emisiones fósiles de CO2 en los motores de combustión hasta en 90 por ciento”, dijo Michael Steiner, miembro del Consejo Directivo de Porsche AG responsable de Investigación y Desarrollo.
Una idea chilena
El novelista francés Víctor Hugo decía que “el futuro tiene muchos nombres: para el débil, significa lo inalcanzable; para el temeroso, significa lo desconocido; para el valiente, significa la oportunidad”.
El futuro de la industria automotriz desde hace unos años se encuentra atado a la corriente eléctrica y el rebaño en su seguridad no escapa a los límites que se le imponen. Sin embargo, en esta historia cada cierto tiempo asoman personajes en busca de autor para saltar el cerco.
Uno de ellos es César Norton, un ingeniero civil eléctrico egresado de la Universidad Federico Santa María, quien tuvo la visión de crear una gasolina “limpia” para darle más vida a los automóviles, por lo menos como los conocemos hoy.
El empresario chileno, junto a Clara Bowman y Rolf Schumacher, entre otros, tenía la idea de generar combustibles carbono neutral o sustentable, como el hidrógeno verde. Pero para eso requería de un socio que apostara y se comprometiera a adquirir el e-Fuels. Ahí aparece Porsche, que no sólo adquiere el volumen total de la gasolina sintética, sino que también toma el 12% de HIF Global.
La presencia de Porsche en un proyecto de esta envergadura no extraña. La marca, desde sus orígenes, ha sido sinónimo de innovación, de atrevimiento, de sueños que pueden y deben concretarse. De alguna forma también fue lo que hizo Ferry Porsche cuando no encontraba el vehículo que le satisficiera, por lo que decidió crearlo él mismo, dando vida al Porsche 356 y con ello a un linaje que es el sueño de todo amante de los autos.
La idea del e-Fuels lleva algo de esa herencia. Es una solución hoy que la empuja el viento de Magallanes para un mejor mañana.
Y con ese espíritu nos habla cada uno de los trabajadores en Haru Oni, confían a ojos cerrados en las posibilidades que abre el desarrollo de este combustible que pronto nos llevaría por el paraíso de la Patagonia.
El proceso mágico del e-Fuel
No les vamos a negar que queríamos salir cuánto antes a manejar. Los Porsche Panamera estacionados en la planta demostrativa, casi parecía que los deportivos de cuatro puertas nos invitaban a que los rescatáramos de su quietud. El canto de sirena que algunos le llaman.
Eso sí, antes de eso, era necesario entender el proceso “mágico” que tiene vida en Haru Oni. Y decimos mágico por lo sorprendente que es crear combustibles a base de aire, agua y C02. Así como lo leen. Los ingredientes de esta fórmula no son minerales de carísima extracción o industrialización, sino que son elementos renovables y podrían -y deberían- cambiar la movilidad como se conoce hasta hoy.
Paso a paso nos vamos sorprendiendo con el proceso. El aire, el mismo que nos recibió con calidez al bajar del avión, es uno de los protagonistas.
En el confín del mundo, su existencia es abundante y tiene una cualidad que le hace único: siempre sopla con intensidad en la misma dirección, lo que sin duda facilita el trabajo del enorme “molino de viento” que domina la planta, una turbina SG 3.4-132 de Siemens Gamesa, con capacidad de 3,4 MW.
Junto al viento, el otro elemento crucial de la fórmula mágica es el agua. En este caso se obtiene desde Punta Arenas y se alberga en un enorme depósito.
El primer paso entonces es separar el agua en hidrógeno y oxígeno mediante el proceso químico de electrólisis. El oxígeno se libera a la atmósfera para que no se recombinen y el hidrógeno avanza a otra etapa.
Acá aparece el tercer elemento fundamental, el CO2. La marca indica que, mediante unos equipos de captura que actúan como esponjas se toma el dióxido de carbono de la misma naturaleza. Hoy en día, eso sí, se está inyectando C02 que se adquiere de una cervecería en Córdoba, Argentina.
Entonces, con hidrógeno y CO2 ya es posible fabricar el hidrocarburo y convertirlo en metanol. O e-metanol, puesto que se obtiene de materias primas no fósiles como el agua y aire.
El e-metanol, mediante un proceso de conversión de ExxonMobil que se denomina lecho fluidizado, se convierte en gasolina sintética o e-Fuels, combustible que actúa igual que la tradicional gasolina con que a diario cargamos nuestros autos.
Pero, tal como la gasolina, ¿emite partículas de CO2? Sí, pero lo que le permite instalarse como carbono neutral es que este combustible no añade nuevo CO₂ a la atmósfera, sino que se utiliza el que ya estaba en ella.
Una idea quijotesca
El proceso químico puede parecer enredado, pero intentamos ser lo más simple posible. Después de todas las fases descritas, la gasolina sintética se guarda en estanques tradicionales, desde donde se pasa directo a los autos mediante una manguera igual a la que vemos a diario en las estaciones de servicio.
En este momento volvemos a la acción. Recuperamos nuestro Panamera papaya metálico y llenamos el depósito de gasolina, que en este caso se mezclará con el resto de bencina que quedaba. No hay problema con eso nos indican, de la misma forma en que no hay problema si a nuestro auto le echamos gasolinas de distintas compañías.
El e-Fuels que se genera tiene las mismas cualidades y es similar a la de 93 octanos. Eso sí, es un combustible incoloro, pero con el mismo olor a gasolina (¿sabían que hay personas que aman ese olor?).
La carga no demora más que un par de minutos. No hay que hacer modificación alguna en la estructura del vehículo ni en la cadena logística.
Esto hace que su implementación sea muy fácil. Según indica Marcelo Daller, Responsable de Operaciones de la planta Haru Oni, una de las grandes ventajas es que “no hay que hacer modificación alguna en el motor del auto y, además, se puede repostar con los mismos surtidores que ya existen. Esto hace que su implementación sea muy fácil”.
Cerramos entonces la tapa cuando el indicador nos dice que ya cargamos lo suficiente. Nos subimos al puesto de conductor y es la hora de emprender retirada de la planta demostrativa de Haru Oni, instalación que es solo el primer paso de un sueño enorme y desde donde saldrán unos 130 mil litros anuales de e-Fuels, combustible que zarpará desde el puerto Cabo Negro en Punta Arenas rumbo a Europa.
Esa cifra de producción en Magallanes será solo el inicio. Para 2024, cuando comience a funcionar un parque eólico con molinos de viento de 280 MW, el objetivo es aumentar la capacidad a 55 millones de litros, mientras que en 2026 el plan es generar 550 millones de litros.
Pero la instalación en el extremo austral no será la única. Por estos días ya se trabaja también en una fábrica en Tasmania (Australia) y en Texas (Estados Unidos), a lo que se sumará una oficina central en Berlín. Para 2027 se espera tener todo funcionado y a una escala industrial.
“Porsche fue fundada con un espíritu pionero. Eso es lo que nos motiva; prosperamos con la innovación. También nos consideramos pioneros en lo que respecta a los combustibles renovables y queremos impulsar su desarrollo. Esto encaja con nuestra clara estrategia global de sostenibilidad. Significa que Porsche en su totalidad tendrá un balance neutro de CO2 para el año 2030″, precisó Michael Steiner.
Con esta producción, la idea de Porsche es alimentar en los próximos años a un millón de vehículos con motor térmico y ofrecer una bifurcación a un camino que parecía tener solo una vía hacía la electrificación. Además, se planea ocupar el e-Fuels en el motorsport, específicamente en la Porsche Mobil 1 Supercup.
Pero los sueños no terminan ahí. Según precisa Marcelo Daller “nosotros aquí somos capaces de producir metanol y convertirlo en gasolina. En el futuro, HIF está pensando en ir más allá. En realidad, el metanol sintético tiene potencial para sustituir al combustible empleado no solo en autos, sino en aviones, barcos, maquinaria industrial ligera y pesada o vehículos recreacionales, por citar algunos ejemplos. ¿y el diésel? Aquí no se va a hacer diésel, pero se podría. Existe la tecnología para ello”.
El primer sorbo de e-Fuel
Joaquín Sabina dice en una de sus canciones “que el fin del mundo te pillé bailando”. En nuestro caso, aunque en una acepción geográfica, el fin del mundo nos pillaría manejando.
La ruta iría desde Punta Arenas a Puerto Natales, para luego recorrer el Parque Nacional Torres del Paine. En total, cerca de 600 kilómetros a borde un Porsche Panamera de sangre pura, movido por el e-Fuel que nosotros mismos cargamos.
La gran duda que teníamos era saber si las prestaciones del deportivo alemán se mantendrían con una gasolina sintética.
Bastaron unos segundos para comprobar que cualquier temor era producto de la ignorancia. Fue como ver entrar a un cantante a un escenario y ver que sólo requiere del primer acorde, de la primera palabra, para saber que los espectadores caerán a sus pies. Acá fue presionar el pedal, rebajar marchas con las levas y salir proyectados con brutalidad por el asfalto, tal como nos tiene (mal)acostumbrados Porsche.
Todo entonces se convirtió en un regalo. Desde los majestuosos y eternos caminos de la Ruta 9 a la inmensidad de las Torres del Paine, con sus cuernos dominantes y la nieve eterna que completa el cuadro.
En esas horas de manejo, mientras analizábamos lo revolucionario de la tecnología con la que se trabaja en la plata de Haru Oni, también íbamos disipando dudas y mitos que podían surgir.
¿Los e-Fuels le sirven solo a marcas premium como Porsche? Para nada. Se trata de un avance que busca llegar a la industria en general, ya que es una gasolina como cualquier otra, salvo que es a base de productos renovables.
¿Porsche concentrará la producción? Hoy la casa de Stuttgart adquiere los volúmenes que se generarán, pero a mayores números pueden surgir interesados. La idea de Porsche es ayudar a la descarbonización y para eso no pueden hacerlo en solitario.
¿El e-Fuel es un rival para los autos electrificados? Una mirada simplista diría que sí, pero lo cierto es que pueden convivir sin problemas, más considerando que autos con motor a combustión interna seguirán funcionando por décadas. Y lo positivo es que con este e-Fuel se elimina la huella de carbono de estos vehículos.
Esas respuestas fueron apareciendo al conversar con ejecutivos y con los mismos periodistas de Latinoamérica a medida que avanzábamos con la caravana, mientras disfrutábamos de la fauna que nos regalaba la Patagonia, con guanacos, llamas, ñandúes, un cóndor y hasta un armadillo que se cruzó en el camino. Nos faltó tener la suerte de ver algún puma, fortuna que sí tuvo el responsable audiovisual de Porsche los días previos.
En realidad, lo más cerca que estuvimos de un puma fue cuando mi compañera de viaje, Paola Leyton, colocó la canción de José Luis Rodríguez, “Agárrense de las manos” y, junto a Elizabeth Solis, responsable de las comunicaciones y relaciones públicas de Porsche en Latinoamérica, nos fuimos disfrutando los últimos kilómetros de la aventura Panamericana, acompañados por ese viento que llega desde el Estrecho de Magallanes, que no se apaga y que empuja esta revolución de los combustibles sintéticos desde el fin del mundo.
Ahora habrá que esperar para ver si la industria tiene la valentía de tomar nuevos caminos y no cerrar todo en base a los autos eléctricos. Es lo que esperan millones de autos que no piensan desaparecer por arte de magia. ¿O alguno cree que los 911 dejarán de latir?