Las normativas medioambientales tienen de cabeza a la industria automotriz con el objetivo de poder cumplir con los altos estándares que impulsan los gobiernos. Europa es la región que exhibe mayores temas inconclusos, con distintos fabricantes lamentándose por las futuras regulaciones mientras otros, como Porsche -apoyado por Alemania- tratan de que se acepten los combustibles sintéticos como el que se construye en la planta de Punta Arenas.
Estados Unidos vive una situación distinta. La NHTSA, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras de los Estados Unidos de América, anunció sus los nuevos estándares de consumo y eficiencia energética para el parque automotriz van entre un 2% anual para automóviles y 4% para camionetas ligeras, esto a realizarse entre 2027 y 2032. Sin duda, una meta bastante conservador, pero más alcanzable, que los estándares de la Unión Europea.
Ahora, lo interesante es el relacionado con el consumo medio de combustible. La NHTSA espera que el gasto promedio sea de 24,6 km/l (58 mpg) para vehículos nuevos que se produzcan desde 2026.
De concretarse, sería una evolución a un ritmo del 8% en 2024 y 2025, para llegar a 10% en tres años.
Ley a medida
Algunos medios indican que la NHTSA ha tomado en cuenta la capacidad de adaptación de la industria, tanto a nivel tecnológico como comercial. No es una revolución ecológica ni de cerca, pero de todas maneras permitiría que los consumidores ahorrarán más de 50.000 millones de dólares en combustible durante toda la vida útil de sus vehículos.
La propuesta de la NHTSA todavía está en proceso de discusión e incluye también una mejora del 10% anual para las camionetas más pesadas, o sea, aquellas con una clasificación de peso bruto entre los 3.855 y los 6.350 kg.
Si se cumplen las estimaciones, Estados Unidos reduciría el gasto en gasolina en más de 300.000 millones de litros, de paso, lograría una disminución de 900 millones de toneladas de emisiones de CO2. Y sin presionar en exceso a los fabricantes.