Europa pide sumar casi 9 millones de cargadores para avanzar en la electrificación
Informe de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles exhibe el grado de atraso si se quiere reducir rápidamente las emisiones de CO2.
El proceso de electrificación de la industria automotriz no vive días tranquilos. La disputa comercial entre Estados Unidos con China por los aranceles a los autos eléctricos del gigante asiático, la postura de países como Italia de replicar esa medida, sumado al crecimiento menor al esperado y al avance de nuevas tecnologías que permitirían extender la vida de los motores de combustión interna son algunos de los puntos que ponen en entredicho la posibilidad de que todo sea 100% eléctrico en un futuro cercano.
Pero la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA) está enfocada en lograr los objetivos y dio a conocer un informe de lo que se necesita para avanzar con decisión.
“Con la ambición de reducir rápidamente las emisiones de CO2 de los vehículos, una transición masiva a los vehículos eléctricos no es una opción: es una necesidad. Dicho esto, simplemente establecer objetivos ambiciosos de electrificación sin establecer condiciones igualmente ambiciosas para implementarlos no es una estrategia inteligente”, precisaron en ACEA.
Para el organismo continental, la industria automovilística se ha comprometido a invertir más de 250.000 millones de euros en electrificación de aquí a 2030, cifra que es más alta que el PIB de varios Estados miembros de la Unión Europea.
Eso sí, en ACEA están conscientes que esta revolución de la electromovilidad es más que simplemente reemplazar una tecnología por otra. Requiere un juego de equipo en un deporte donde muchos otros también jueguen. Y esto genera dudas.
Es que según un informe de la ACEA sobre la situación de la infraestructura pública de carga de vehículos eléctricos en Europa, hay datos que ponen algo de sombra.
ACEA estima la necesidad de 8,8 millones de puntos de recarga de aquí a 2030. Esto significa que se deben instalar alrededor de 1,2 millones de cargadores cada año para alcanzar el objetivo de descarbonización para 2030, lo que significa aumentar en ocho veces lo que se instala actualmente (150.000 anual).
“Si la UE realmente quiere hacer de los vehículos eléctricos una realidad práctica para todos los europeos en los próximos cinco años, el despliegue de puntos de carga públicos debe acelerarse drásticamente. Muchos países, particularmente en Europa central y oriental, están drásticamente desatendidos. De hecho, casi dos tercios de los puntos de carga de la UE se concentran en sólo tres estados miembros que cubren alrededor del 20% de la superficie de la UE: los Países Bajos, Francia y Alemania. El otro tercio de todos los cargadores se distribuye escasamente entre los otros 24 miembros de la UE”.
Los “otros” problemas
La transformación de la matriz energética y la conversión hacia la electrificación total no es menor. Pero el problema es más complejo el sector transporte, donde se requiere avanzar sin grandes interrupciones.
Ese inconveniente comentan en ACEA que ha desalentado inversiones de los operadores en camiones eléctricos para el transporte de larga distancia, ya que las redes de carga son todavía insuficientes e inadecuadas.
Pero la infraestructura es sólo uno de los ingredientes centrales de la receta para una transición exitosa a los vehículos eléctricos.
Europa también debe respaldar los incentivos adecuados para alentar a los conductores europeos a pasarse a los vehículos eléctricos.
Ejemplos exitosos con políticas inteligentes hay varios, destacando desde créditos fiscales, reducciones del IVA (incluida la carga eléctrica), tarifas de registro más bajas, estacionamiento hasta peajes más baratos.
Como se ve, existe un conjunto de herramientas políticas que pueden generar recompensas para la adopción de vehículos eléctricos, pero para que eso funcione debe existir una coordinación entre los 27 Estados, ya de que de poco servirá que sólo algunos países tomen decisiones en este punto.
Por último, otro factor a considerar pasa por la competitividad que entregue la industria europea, una que abarque todo el ciclo de vida de los vehículos eléctricos, desde la investigación y el desarrollo hasta el reciclaje.
No es un misterio que que producir vehículos eléctricos es más caro en Europa que los modelos con motor de combustión o los vehículos eléctricos importados de regiones con menores costes de fabricación, como China.
Esto obliga a que el marco político europeo promueva una fabricación más asequible, reduciendo costes energéticos y de fabricación de baterías, además de garantizar el acceso a materias primas críticas para impulsar la era de los vehículos eléctricos.
“Los ambiciosos objetivos de Europa de reducir drásticamente las emisiones de CO2 del transporte por carretera son necesarios para hacer realidad la transición a los vehículos eléctricos. Sin embargo, una transición exitosa a los vehículos eléctricos requiere igualmente una infraestructura generalizada, un sólido apoyo a la demanda del mercado y condiciones de fabricación competitivas y asequibles en Europa que coincidan con las estrategias más unificadas de Estados Unidos y China, basadas en un marco político europeo más inteligente y mejor coordinado . Los elevados objetivos políticos deben ir acompañados de acciones igualmente audaces para su implementación”, finalizó el informe de ACEA.
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