Mustang es sinónimo de muscle car -pony car, más específicamente-, del deportivo más vendido del mundo por quinto año consecutivo. De ahí, que vincular este icónico nombre a un SUV de propulsión eléctrica, es cuanto menos una apuesta arriesgada. Pero claro, como todo en esta vida, los chicos de Ford tuvieron su porqué a la hora de bautizarlo así.

En declaraciones a Road and Track, Jason Castriota, director global de Ford para vehículos eléctricos, habló del motivo de elegir ese nombre para el Mustang Mach-E. Ocurrió en la fase final de desarrollo del modelo, cuando Ford averiguó que su lanzamiento comercial coincidiría con el de varios otros modelos a baterías de la competencia.

La mayor cuestión que teníamos que resolver era cómo podíamos destacarnos entre la multitud, cómo podíamos situarnos por encima del ruido y de ser otro auto completamente eléctrico”, señaló Castriota.

“Pronto todo el mundo en el equipo tuvo claro que este auto tenía que ser un Mustang. Eso nos llevó a hacer grandes modificaciones en la arquitectura del vehículo, cambios enormes en sus proporciones y su silueta, y, por supuesto, también en su grupo motriz y el rendimiento del mismo”.

“Tuve el dudoso honor de presentar el Mustang Mach-E a los presidentes del Club Mustang. Digamos que vinieron de brazos cruzados y con el rostro serio, pero al final entendieron que no le estamos quitando nada de lo que les encanta de ese auto. Que éste, finalmente, es otro caballo en el establo”.

Así Castriota deja abierta la puerta de la firma Mustang para todos aquellos modelos que destilen rendimiento en un futuro.