El pasado mes de septiembre, los tres gigantes automotrices estadounidenses General Motors, Ford y Stellantis se vieron enfrentados directamente con United Auto Workers (UAW), la organización que agrupa a los sindicatos de trabajadores de fábricas automotrices en el país norteamericano.
Las demandas que exigían aumentos salariales fueron rechazadas en un inicio por los fabricantes, quienes argumentaban que el petitorio afectaba directamente la competitividad de los productos y los ponía en terrenos peligrosos, donde se volverían presas fáciles para el resto de fabricantes, especialmente de origen chino.
Esto fue condenado por la UAW, quienes agudizaron las presiones, realizando paralizaciones en las líneas de producción de plantas estratégicas, donde los fabricantes ensamblan los modelos más importantes y que dejan mayores márgenes, afectando directamente los ingresos de los grupos automotrices.
Finalmente los fabricantes tuvieron que ceder, firmando una serie de acuerdos para extender bonos a los operarios de las fábricas y repartiendo parte de las utilidades que iban en ascenso durante los últimos años, sin que eso se viera reflejado en reajustes salariales consistentes con la situación financiera de cada empresa. Esto, en el caso de Ford, supuso un aumento de 900 dólares en cada auto, con el fin de amortizar los costos generados por la nueva realidad salarial.
Sin embargo, meses después de estos episodios las tensiones continúan, puesto a que en una reciente conferencia de Global Auto de Wolfe Research, Jim Farley, director ejecutivo de Ford, dijo que luego de todo lo ocurrido, la relación con la UAW ha cambiado y que el fabricante pensará cuidadosamente cualquier próximo proyecto industrial. Es decir, que Ford analizará con pinzas la situación de cada fábrica antes de asignar la producción de algún nuevo modelo.
Todo esto va en consonancia con el reciente anuncio de Ford para desarrollar una nueva plataforma de autos eléctricos enfocada en reducir todo lo que se pueda el costo de fabricación para así poder competir con la industria china, que continúa perfeccionándose y ganando terreno en este campo. Un terreno donde los fabricantes tradicionales han expresado su preocupación por las grandes diferencias de competitividad con la industria de occidente, donde algunos fabricantes se preparan para esta nueva era generando alianzas con fabricantes chinos para poder adelantarse a esta nueva guerra comercial.